29 de julio de 2016

THE SHALLOWS (2016)















Con las películas de tiburones ocurre como con las adaptaciones de videojuego: la mayor parte de las películas que se hacen son basura y las buenas películas, prácticamente, se cuentan con los dedos de una mano.

Desde que Steven Spielberg asombró al mundo con la maravillosa Tiburón (1975), las películas de tiburones malas hasta decir basta se han ido sucediendo a lo largo de las últimas décadas; películas hechas con poco dinero y menos talento aún destinadas, principalmente, a acumular polvo en las estanterías de los videoclubs.

Primero tuvimos las cutreproducciones italianas que mamaron todo lo que pudieron del film de Spielberg durante finales de los 70, toda la década de los 80 y parte de los 90. Ahora, en el siglo XXI tenemos los Sharknados y demás mierdas de la Asylum y compañías peores que nos han dejado defecaciones como Tiburones en Venecia, Tiburones en la Arena, Tiburón de Dos Cabezas, Tiburón-Pulpo, Tiburón-Piraña, Tiburones Zombies, Tiburones Nazis… y así un largo etcétera que hace que me alegre de que los tiburones no vean películas porque, de lo contrario, serían capaces hasta de salirse del agua para matar a los humanos; incluso Bruce, el simpático tiburón blanco de Buscando a Nemo, saldría del agua con un hacha llevando al máximo el homenaje a El Resplandor.

Sin embargo, entre toda esa mierda, suelen surgir de vez en cuando películas que, aunque están muy lejos de llegar a la maestría del film de Spielberg, si han resultado ser películas decentes que le devuelven la dignidad a estos animales. Deep Blue Sea (Renny Harlin, 1999), Open Water (Chris Kentis, 2003), El Arrecife (Andrew Traucki, 2010) o Bait (Kimble Rendall, 2012) son buenos ejemplos.

Ahora, nos llega The Shallows, que en España se ha llamado Infierno Azul –de nuevo se han vuelto a romper los cuernos los que ponen los títulos –, la cual está siendo una de las sorpresas de la temporada.

Nancy Adams (Blake Lively) es una joven estudiante de medicina que decide ir a una playa de México muy aislada para hacer surf; ella sabe de esa playa por su madre, fallecida recientemente. Al principio todo va bien. Pero, cuando se hace tarde y se queda sola en ese lugar, es atacada por un enorme tiburón blanco que ha convertido ese lugar en su coto de caza. Herida, consigue llegar a una roca, pero queda atrapada a millas de la orilla con ese tiburón rondándola y la única compañía de una gaviota herida. Sola y sin ayuda, la joven deberá luchar por su supervivencia y buscar la forma de escapar de una muerte segura.


Originalmente titulada In the DeepThe Shallows surge de un guión escrito por Anthony Jaswinski que estuvo un tiempo en la conocida como black list, donde se encuentran los guiones que nadie produce y van de estudio en estudio en busca de alguien que quiera convertirlo en película. Y así fue, este guión estuvo un tiempo dando vueltas por Hollywood hasta que Sony Pictures decidió rescatarlo.



En un principio, la película la iba a dirigir el francés Louis Leterrier, director de películas como El Increíble Hulk (2008), Furia de Titanes (2010) o Ahora me Ves… (2013). No obstante, tras varios meses de trabajo, el director abandonó el proyecto en junio de 2015 y fue reemplazado por el español Jaume Collet-Serra, un director muy curtido en el cine de terror y en el de acción con películas como La Casa de Cera (2005), La Huérfana (2009), Sin Indentidad (2011) o Una Noche para Sobrevivir (2015).

La protagonista –y única interprete durante gran parte de la película –es la bellísima Blake Lively, conocida por la serie Gossip Girl y vista en películas como Green Lantern (Martin Campbell, 2011), Salvajes (Oliver Stone, 2012) o El Secreto de Adaline (2015).

A la película no le están yendo mal las cosas. En EEUU lleva recaudados 53 millones de dólares. En el resto del mundo solo lleva recaudados 12 millones; aunque, hay que decir a su favor que los países donde se ha estrenado hasta ahora no son muchos y todavía le quedan un montón de países donde estrenarse a lo largo del mes de agosto.

De todas maneras, la recaudación total es de 65 millones de dólares, cosa que está muy bien al tener un presupuesto de 17 millones. Además, el éxito no es solo de taquilla. La película está recibiendo críticas favorables y la reacción del público es de lo más entusiasta.

¿Y a mí que me ha parecido?

Pues, la verdad, me ha gustado mucho. Está muy lejos de ser una obra maestra y más lejos aún del gran film de Spielberg; sin embargo, es una de las que más se le acerca.

La película está muy bien hecha y se disfruta de principio a fin.

El trabajo de Jaume Collet-Serra es muy bueno. El tipo dirige muy bien, con una muy buena forma de mover la cámara y haciendo que los momentos de acción sean de lo más brutales y los momentos de crear tensión sean realmente angustiosos. También la estupenda fotografía ayuda mucho, mostrándote la belleza de ese paraíso perdido durante el día y utilizando muy bien la noche americana –escenas rodadas a plena luz del día que luego son filtradas para parecer de noche –en las escenas nocturnas.

Aunque, en lo que más acierta es en haber conseguido que la película sea totalmente disfrutable desde que empieza hasta que termina.

Antes de ver la película, yo tenía el temor de que esta fuera aburrida a ratos al estar llena de largos tiempos muertos en los que no pasa, prácticamente, nada y te tiene todo el tiempo preguntándote ¿Va a pasar algo?. Es lo que suele ocurrir con muchas películas de este tipo.

Sin embargo, nada más lejos de la realidad. En la película están pasando cosas continuamente mientras el ritmo no decae en ningún momento. Ni tan siquiera llega a aburrir en los momentos en los que la película se podría haber vuelto pesada; como cuando la protagonista es llevada a la playa por el español Óscar Jaenada, cuando está surfeando o cuando se pone a hablar con su hermana y su padre por el móvil. Nada de eso. La película se pasa volando. Es cierto que su duración es corta –86 minutos –pero, aunque hubiera durado más dos horas, de haber mantenido el ritmo y el nivel, la película no se habría hecho en ningún momento larga. Además, el climax final en la boya es de lo más impresionante.

Otra cosa que ha ayudado mucho es, sin duda, el trabajo de su protagonista.

Blake Lively está FANTÁSTICA. La chica no es solo una cara bonita, sino una muy buena actriz, y no se dedica solo a lucir palmito –y eso que, si la película hubiera resultado mala, verla en bikini hubiera compensado el dinero de la entrada –, sino que nos deleita con una estupenda interpretación y una muy buena forma de llevar sobre sus hombros todo el peso de la película.




Lo siguiente es un SPOILER de la película. Aconsejo no leerlo a los que no la hayan visto todavía.




Una escena donde podemos ver muy bien lo buena que es su interpretación es cuando el tiburón mata al borracho cabrón que trata de robarle las cosas que tiene en su mochila en la playa –incluida su tabla de surf, la cual está en el agua –. Durante el ataque, la cámara solamente muestra el rostro de la chica en todo momento y su horrorizado rostro lo dice todo.




Fin del SPOILER. Ya podéis leer con tranquilidad.




Además, la chica es toda una heroína que se enfrenta sola a un peligro mortal y tiene que salir del lío en el que está metida completamente sola, sin que ningún príncipe azul acuda a su rescate –¿Has tomado nota, Roland Emmerich…? –. Y ya sabéis lo que me gustan estas cosas.

Otro gran protagonista de la historia es el tiburón, el cual está muy bien hecho. Es cierto que llega a cantar el ordenador, como dicen algunos, pero Collet-Serra ha sido inteligente y, de una forma parecida a como hizo Spielberg en su día, nos lo muestra solo cuando nos lo tiene que mostrar y así conseguir que los defectos técnicos no lastren la película.

El animal es un auténtico hijo de puta. Ha llegado a ese lugar y lo ha convertido en su territorio, matando a todo el que se acerca e, incluso, llega a parecer que está jugando con la chica. Es tan fuerte que puede matar a una ballena joven y su cuerpo está lleno de cicatrices de haberse enfrentado con otros tiburones, u otros animales peligrosos –como orcas –a lo largo de su vida y ha salido victorioso, volviéndose más fuerte con cada victoria. Incluso tiene parte de un arpón clavado, lo que significa que ha tenido otros enfrentamientos con humanos y ha salido también victorioso.



A mí me encantan los tiburones. No me metería en el agua con ellos, no soy gilipollas, pero si son animales que me fascinan; sobre todo el Tiburón Blanco, un animal impresionante que ha vivido durante millones de años sin necesidad de evolucionar. Es cierto que este tipo de películas da mala fama a los tiburones –haciendo que algunas organizaciones ecologistas hipócritas no quieran defenderlos –. Pero, como digo siempre, esto es solo ficción y nada más. Tanto el tiburón de Spielberg como el de esta película son tiburones inusuales que, difícilmente, puedan existir en la realidad. Desde luego, la gente que se cree que los tiburones son asesinos sanguinarios que matan por el placer de matar basándose, únicamente, en películas como esta, son unos completos ignorantes.

El ser humano es mucho más peligroso que los tiburones y eso lo sabemos bien.

Volviendo a la película, pues eso. La película me ha encantado, que me ha hecho pasar un muy buen rato y me ha dejado con ganas de verla más veces. No es ninguna obra maestra, es una película de verano. Pero una película de verano de lo más lograda.


Sin duda, una de las mejores películas de tiburones que se ha hecho. No es decir mucho viendo las pocas películas decentes de tiburones que hay, pero eso no le quita mérito.






11 de julio de 2016

INDEPENDENCE DAY: RESURGENCE (2016)






ATENCIÓN. Advierto que esta review contiene SPOILERS. Quién no haya visto la película, que se abstenga de leerla o, por el contrario, que lo haga bajo su total responsabilidad. Yo ya he avisado.
















Independence Day (1996) fue un éxito enorme que volvió a poner de moda el cine de ciencia ficción sobre invasiones extraterrestres y que, aunque fue pulverizada en su día por la crítica, ha llegado hasta nuestros días convertida en un film de culto de los años 90.

20 años después, nos llega su secuela, de nuevo con el alemán Roland Emmerich detrás de las cámaras y con varios de sus actores principales repitiendo sus respectivos papeles junto con nuevos actores en lo que, sin duda, es un relevo generacional al más puro estilo Star Wars: El Despertar de la Fuerza (J.J. Abrams, 2015).

La gran pregunta es si esta secuela ha mantenido intacto el espíritu de la primera entrega. A eso vamos, precisamente.

En 1996, la Tierra logró repeler el ataque de una civilización extraterrestre que trató de exterminar a la raza humana y robar los recursos naturales del planeta. 20 años después, las la gran alianza mundial entre naciones que se formó contra el enemigo común extraterrestre aún perdura mientras se ha aprovechado la tecnología extraterrestre para crear armas modernas con las que poder hacer frente a esta civilización alienígena si decide regresar con ganas de venganza. Esto es lo que teme Thomas Whitmore (Bill Pullman), quién fue presidente de EEUU durante la invasión de 1996 y que vive atormentado por el temor al regreso de estos seres y por extrañas visiones. Sin embargo, no es el único que tiene estas visiones, ya que otros que entraron en contacto con aquellos seres también las temen. Mientras tanto, el científico David Levinson (Jeff Goldblum) investiga en África una de las naves extraterrestres que logró aterrizar durante la invasión y que logró enviar una señal de socorro al espacio. Señal que, al parecer, ha llegado hasta alguien.


La idea de una secuela de Independence Day no es algo nuevo. Ya desde que la primera arrasaba en los cines hubo conversaciones al respecto. Sin embargo, pese al gran éxito de la primera, este proyecto no lograba salir adelante pese a los intentos de sus dos principales responsables, el director Roland Emmerich y el guionista y productor Dean Devlin, quienes formaron un exitoso tándem durante los años 90 hasta que rompieron su sociedad en 2000 y los dos llevaron caminos por separado hasta que han vuelto a unir fuerzas para realizar esta secuela.

El proyecto comenzó a tomar fuerza en 2009, cuando Emmerich encontró por fin una idea para la secuela y la desarrolló junto a Devlin. En un principio, iban a ser dos películas rodadas simultáneamente a las que se llegó a poner título: ID Forever Part I y ID Forever Part II. No obstante, la secuela al final quedó reducida a una sola película.

El gran inconveniente que tenía esta película era si Will Smith iba a regresar como protagonista o no. Las negociaciones con el actor no llegaban a buen puerto, ya que este exigía una gran cantidad de dinero -50 millones de dólares, para ser exactos –que el estudio no estaba dispuesto a pagar. No obstante, Emmerich y Devlin aún guardaban esperanzas de que el actor regresara, hasta el punto de que llegaron a escribir dos guiones; uno con Smith de protagonista y otro sin Smith con una historia más coral. Finalmente, el regreso de Smith no pudo ser y se optó por el segundo guión.

Finalmente, la película se estrenó en EEUU el pasado 24 de junio –a España llegó el 1 de julio –y, desde luego, las cosas no les están yendo tan bien en la taquilla como le fueron en su día a la primera. A día de hoy, con un presupuesto de 165 millones de dólares, la película lleva recaudados 91 millones de dólares en EEUU; no habiendo llegado todavía a superar la barrera de los 100 millones cuando su predecesora –en ese mismo margen de tiempo desde su estreno –ya habría superado los 200 millones o estaría a punto de superarlos.

Y en el resto del mundo las cosas tampoco son para tirar muchos. Ya lleva recaudados 213 millones de dólares en el resto del mundo que hacen que su recaudación total sea de 304 millones de dólares; dos millones menos de lo que la primera hizo solo en EEUU –306 millones –.  Unos resultados que, se miren donde se miren, siguen siendo muy pobres.

Vamos, que la película está a años luz de repetir el taquillazo de la primera –cuya recaudación total es de 817 millones de dólares con un presupuesto de 75 millones –. Como mucho, se librará del fracaso gracias a la taquilla internacional. Especialmente, con el mercado chino, ya que les hacen bastante la pelota a los chinos en la película.

No obstante, en lo que a crítica se refiere, aquí ha ocurrido algo curioso.

Como ya he dicho, la primera entrega fue en su día pulverizada por la crítica y en la filmografía de Emmerich las malas críticas son ya algo habitual. Sin embargo, cuando me esperaba que esta película la iban a estar esperando afilando cuchillos listos para despedazarla en cuanto estuviera en los cines, me encuentro todo lo contrario.


Y es que la crítica está siendo bastante benevolente con ella. No la están alabando ni poniendo por las nubes, pero tampoco la están despedazando como a la primera o a otras películas del director alemán. De hecho, están recalcando que la película cumple su propósito de entretener al espectador. Cosa que yo me estoy tomando a guasa, porque la primera también cumplía su propósito de entretener al espectador y se lo pasaron por el forro de los cojones.

¿Qué ha pasado?

Pues os diré yo lo que ha pasado. Que, no hace mucho, el señor Emmerich se ha puesto a despotricar contra las películas de superhéroes y eso a los críticos no les ha pasado por alto. El género de superhéroes es lo que más de moda está ahora en Hollywood, lo que hace que sea odiado por los gafapastas, culturetas, hipsters y demás gente que se cree más lista por haberse visto entera la filmografía de Lars von Trier –aunque se hayan pasado la mitad durmiendo –. Y a los críticos les gusta contentar a esta gente.

Así que, al ver que Emmerich se mete con las películas de superhéroes, los críticos han descubierto de repente que les cae bien. Eso sí, Emmerich no es Alejandro González Iñárritu y su condición como director de blockbusters pesa demasiado por mucho que meta en su filmografía films reivindicativos como Stonewall (2015), así que no espere ganar ningún oscar ni nada por el estilo. Se lleva críticas más suaves y puede darse con un canto en los dientes.

Bueno. Como habréis podido adivinar los que me conocéis, como amante de las películas de superhéroes que soy, tengo un gran cabreo con Emmerich; un director al que he defendido mucho y que ahora me ha decepcionado.

Sin embargo, a diferencia de los críticos y de mucha otra gente, yo no soy alguien que cambie de opinión sobre alguien según las condiciones que se den. Así que, aunque aún me dura el cabreo con Emmerich, no pienso volverme contra él y decir que es un director de mierda que no vale nada. Para mi sigue siendo un buen director y me gustan muchas de sus películas; especialmente, las que hizo durante los años 80 y 90.

Y, desde luego, mi opinión sobre esta película es totalmente sincera y, para nada, está influenciada por mis nuevos sentimientos hacia Emmerich.

Quiero dejar esto claro, porque la película me ha decepcionado terriblemente.

Eso sí, no considero esta película un bodrio ni un film nefasto. Para mí es una película que merece el aprobado; aunque, eso sí, un aprobado con un cinco muy –pero que muy –raspado.

A mí la primera película me encanta. Es una película que, si tuviera que puntuarla, sin duda le pondría un 8 y, cuando hable aquí de ella, la pondré en el Rincón de las Muy Buenas. Esta secuela, en cambio, no merece estar en el Rincón de las Malas, pero tampoco en el Rincón de las Buenas; más bien, en el Rincón de las Regulares.

La película, visualmente, está muy bien hecha. Como ya he dicho, Roland Emmerich es un estupendo director y dirige muy bien, tanto las escenas de acción y los efectos especiales, como los actores y los momentos dramáticos.

En lo que es el aspecto visual y técnico, la película no tiene problemas. Sin embargo, es en los demás aspectos donde la película hace aguas por todas partes.

Para empezar, en los personajes. Como ya he dicho antes, sin Will Smith –a quién vemos en unas fotografías –, la película ha recurrido a una historia coral, con muchos personajes y subtramas. Sin embargo, la cosa ha resultado de lo más fallida.

De todos los que repiten de la primera entrega, tan solo rescato a Jeff Goldblum. El tipo hace un estupendo trabajo y parece que es de los pocos que se toman en serio la película; hasta el punto de que, al final, todo el peso del film termina recayendo sobre sus hombros; algo que no debería ocurrir en una película coral como esta.


Bill Pullman también hace un trabajo estupendo. Sin embargo, a diferencia de Goldblum, no se toma en serio su papel. Y no es de extrañar, la verdad, porque lo que hacen aquí con su personaje es de juzgado de guardia, convirtiéndolo en un vejestorio al que le faltan unos cuantos tornillos para luego darle la vuelta, afeitarle la barba y tratar de recuperar al piloto héroe de la primera; pero, esta vez de una forma más forzada, torpe y apresurada. Y luego está el final que le dan al personaje. Lo cual era de esperar, hacía falta un padre héroe que se sacrificara, y a falta de Randy Quaid…

Sobre Judd Hirsch y Vivica A. Fox se podrían haber ahorrado sus regresos porque, para desaprovecharlos de la manera que los desaprovechan en la película, mejor que se hubieran quedado en su casa. Eso sí, sus personajes han aprovechado muy bien los 20 años que separan ambas películas; él escribiendo libros y dando conferencias y ella dejando su trabajo de stripper para estudiar medicina.

En cambio, Brent Spiner –el científico chiflado de la primera –aquí no lo desaprovechan nada cuando es de lo más desechable de la película. Primero, lo resucitan –porque murió claramente en la primera –haciéndonos creer que ha estado estos 20 años en coma. Pero, ya que lo resucitas, al menos que cumpla una función que no sea tocar las narices toda la película. Porque eso es lo que hace todo el tiempo. A mí, desde luego, me entraban instintos homicidas cada vez que lo oía hablar o lo veía ponerse a gritar y saltar de un lado para otro como un gilipollas borracho.

Encima, Emmerich utiliza este personaje para hacer su contribución LGTB a la película.

Por si alguien todavía no lo sabe, Roland Emmerich es gay y ha sido muy criticado por no introducir personajes o parejas homosexuales en sus películas –aunque, si lo ha hecho de forma disimulada, como en El Principio del Arca de Noé (1984) o El Secreto de los Fantasmas (1987) –. En cambio, ahora está en plan reivindicativo después de haber dirigido Stonewall y ha querido meter su parejita homo en la película revelándonos que el personaje de Spiner es gay y tiene un novio –también científico chiflado como él –que lo ha estado cuidando cuando estaba en coma con florecitas y todo.

Pero esto ha sido una gran cagada por parte de Emmerich. Porque, precisamente, los dos personajes homosexuales de la película son los dos bichos raros del film. Encima, la relación es de lo más conservadora, no llegando a ver ni un triste beso entre los dos; ni tan siquiera cuando uno de los dos muere y se despiden entre lágrimas.

Bochornoso.  Si es así como Emmerich se reivindica como gay, mejor que siga tratando la homosexualidad disimuladamente.

Ahora vamos con los personajes nuevos, que esto es otro cantar. Porque aquí NINGUNO de los personajes nuevos valen una puta mierda. Empezando por la chica, la hija del expresidente.



QUE ACTRIZ MAS MALA, POR EL AMOR DE DIOS



Hablo de Maika Monroe, que ha ganado cierta fama y prestigio al protagonizar la película de terror psicológico It Follows (David Robert Mitchell, 2014). Yo no he visto todavía esa película, de la que todo el mundo habla maravillas –razón de que todavía no me haya animado a verla, ya que las películas que reciben tantas alabanzas me echan para atrás –. Pero, vamos, como ella actúe en esa película como lo hace en este film, ahora sí que tengo claro que es una película sobrevalorada.

Porque hace un trabajo PÉSIMO, estando completamente inexpresiva en todo momento, sin cambiar su cara de pazguata a lo largo de la película. En ningún momento te la crees, ni en las escenas de acción ni en los momentos dramáticos. Una completa cagada de casting. Seguro que les hubiera ido mejor volviendo a llamar a Mae Whitman –quién interpretó al personaje en la primera y todavía sigue trabajando como actriz –; pero, claro, olvidaba que ahora Emmerich quiere ir de guay con los críticos y los culturetas.

Eso sí, la chica tiene a favor que no es la peor del casting. Porque Jessie T. Usher, quién da vida al hijo del personaje de Will Smith, es los mismo o peor. No sé a qué mente brillante se le ocurrió que podían suplir la ausencia de alguien tan carismático como Will Smith con un actor tan SOSO.

El hermano de Thor, Liam Hemsworth, da el tipo como actor, pero su personaje es totalmente prescindible; una acumulación de clichés a cada cual peor. Su presencia en la película es única y exclusivamente para que la chica tenga un novio blanco y evitar así la relación interracial entre ella y el hijo de Will Smith que nos insinuaron en la primera película; de nuevo, vuelve a resurgir el alemán pro-nazi que habita dentro de Emmerich.


Charlotte Gainsbourg y William Fichtner son dos buenos actores, pero aquí están más perdidos que un burro en un garaje. También es una buena actriz Sela Ward, la nueva presidenta de los EEUU. Pero, si esperáis ver aquí a una presidenta heroína, os vais a quedar con las ganas.

Y termino con el que es, sin duda, el PEOR PERSONAJE DE TODA LA PELÍCULA.

Hablo de ese chupatintas de las gafas que acompaña a Goldblum y luego al africano de los machetes; no recuerdo el nombre del actor y ni ganas tengo de recordarlo.

Yo lo supe desde el primer momento que lo vi y –por desgracia –no me equivoqué. Es el típico gilipollas insoportable que estás toda la película deseando que se lo carguen pero tiene una flor en el culo que le hace sobrevivir hasta el final y, encima, al final hasta queda como un héroe y todo. Vamos, un cliché con patas.

Y ahora vamos con el mayor problema de esta película:


EL GUIÓN


A diferencia de la primera película, aquí Emmerich y Devlin solo escribieron el primer borrador y el guión ha pasado por las manos de una buena cantidad de guionistas de los que solo hay acreditados tres junto a Emmerich y Devlin.

El guión de la primera película no era un guión de oscar, pero era un guión que cumplía, con personajes bien desarrollados, una trama muy lograda y una muy buena forma de llevar el ritmo.

Este guión, en cambio, es un guión mucho más ambicioso, pero que termina en un quiero y no puedo.

Para poneos un ejemplo. Imaginad a un tipo delante de un gran buffet que coge una gran cantidad de comida suculenta pero, en lugar de comérsela, lo que hace es picotear un poco de cada uno de los platos y luego se va dejándose casi toda la comida. Pues algo así es este guión.

Yo lo que he visto es que, mientras la primera película duraba más de 140 minutos, esta se queda en un par de horas; aunque, ni eso, ya que diez minutos son de títulos de crédito finales, por lo que la película solo dura 110 minutos. Un corto espacio de tiempo en el que nos meten, además de muchos personajes, un montón de subtramas que no llegan a nada porque a penas las desarrollan y al final las cierran de forma torpe y forzada.

A la película le falta una media hora larga. El problema es que, a diferencia de Batman v Superman: El Amanecer de la Justicia –otra película a la que también le faltaba metraje y, afortunadamente, lo han recuperado en una lograda edición extendida –, no creo que aquí se haya quedado todo ese metraje en la sala de montaje. A lo mejor me equivoco –y ojalá sea así –, pero los muchos cortes que se ven en la película me parece que ya vienen del guión.

Por ejemplo, hay dos momentos en la película que podrían haber beneficiado mucho a esta, pero que no los han sabido aprovechar muy bien.

Uno es la parte del éxodo; que en la primera película le tocó a Vivica A. Fox y aquí le toca a Judd Hirsch, acompañado por la joven actriz Joey King; que he olvidado hablar de ella y debo decir que la chica está fantástica, hace un trabajo estupendo, es de lo mejor de la película, pero su personaje –como los demás personajes interesantes de la película –está bastante desaprovechado.

Toda esa parte se veía muy interesante, ya que los niños que acompañan a Hirsch tienen ciertos conflictos que podrían haber dado bastante juego si hubieran desarrollado esa parte como es debido y no haberla resuelto de una forma apresurada; que es lo que ocurre en el film.

La otra es la parte en la que los pilotos son derribados en el interior de la inmensa nave. Ahí la película podría haber dado un tremendo subidón con los pilotos como soldados tras las líneas enemigas combatiendo a los extraterrestres y huyendo de estos en esa jungla que es el ecosistema de la nave. Pero nada, todo eso se lo maman en seguida cuando los pilotos roban en seguida las naves extraterrestres y huyen de una forma muy parecida a como lo hicieron Will Smith y Goldblum en la primera.

Y así toda la puta película. El conflicto entre el hijo de Will Smith y el hermano de Thor, la relación de este con la chica, la relación de esta con su padre, la locura de este y su milagrosa recuperación… Montones de subtramas de las que solo rasgan la superficie sin entrar de lleno en ellas y al final las cierran de forma apresurada. Ni siquiera la parte de la unidad mundial, la utilización de la tecnología extraterrestre o lo referente a esa bola parlanchina y sabionda que llega del espacio para ayudar –aunque, menudo recibimiento le hacen –son justamente tratadas.

Pero, eso no es lo peor, ya que la película se queda a medias en lo más importante. Porque de esta película esperamos que tenga impresionantes escenas de destrucción, espectaculares combates aéreos entre aviones de combate y naves extraterrestres y –algo que se echó de menos en la primera –enfrentamientos directos entre humanos y extraterrestres.

Y la película tiene todo eso, sí; pero en una cantidad muy pequeña. Lo de Londres –y otras ciudades que se ven fugazmente –, la base lunar o el gran tsunami que provoca la inmensa nave extraterrestre son, prácticamente, las únicas escenas de destrucción que veremos en la película. Los combates aéreos, aparte de ser pocos, duran muy poco y, encima, carecen de la espectacularidad y el tono épico que tenían los de la primera. Y los combates entre humanos y extraterrestres, tres cuartos de lo mismo; espectaculares, bastante brutales en algunos momentos, pero que se resuelven en seguida.

Incluso la cagan en la mejor parte de la película, el enfrentamiento final con la reina extraterrestre; porque aquí nos vienen con que estos bichos son un poco como los xenoformes de la saga Alien y tienen reinas de gran tamaño y muy mala leche.

Esa parte es muy espectacular y podría haber salvado a la película. Sin embargo, al final terminan echándola a perder.

Primero, metiéndonos en pleno siglo XXI la típica escena de la damisela en apuros rescatada por su príncipe azul –me entraron ganas de vomitar en ese momento, no es coña –y luego, cuando llegan las naves alienígenas y todo parece indicar que se va a montar una batalla del copón que nos va a dejar con la boca abierta, lo joden todo formando una espiral que lo único que hace en provocar mareo y, al final, lo resuelven todo de la forma más tópica y previsible que se pueda imaginar.

Y luego está el asunto de las incoherencias científicas. Porque vale que es normal que las películas de ciencia ficción tengan incoherencias científicas, pero se pueden pasar por algo; la primera las tenían, pero a penas importaban. Sin embargo, en esta película se han pasado; no solo tres pueblos, sino tres continentes enteros. Cualquiera con un mínimo de conocimientos de física o geología lo más seguro es que termine tirándose de los pelos.


Luego, encima, tiene incoherencias con la primera película. Porque, se suponía que los extraterrestres venían a la Tierra a consumir nuestros recursos naturales y ahora resulta que lo que quieren es la energía de nuestro núcleo. Además, si son una raza que carece de cuerdas bocales y se comunica por telepatía, ¿Por qué narices la reina tiene boca?

Bueno, vamos resumiendo más. Porque podría tirarme semanas hablando de esto.

Solo decir que esta película ha sido una tremenda decepción, que no le hace ninguna justicia a su estupenda predecesora y que, desde luego, no compensa nada los 20 años que nos han hecho esperar.

Aún así, no es del todo una mala película. Visualmente está muy lograda y funciona muy bien para pasar el rato. Sin duda, es una película que volveré a ver cuando la pasen por la Tv y no tenga otra cosa para ver.

Además, la película deja un final abierto a una tercera entrega bastante interesante. Aunque, a saber si al final la hacen en vista de los flojos resultados de taquilla.

No obstante, si al final hacen esa tercera entrega, me gustaría sugerirle a Emmerich –que es un tipo inteligente, aunque ahora esté bastante perdido –que haga como hizo su admirado Steven Spielberg con Jurassic World (Colin Trevorrow, 2015) y le ceda la dirección a un director con talento que sea un gran admirador de la película de 1996. Porque seguro que les saldría una tercera entrega fabulosa y no otra castaña como esta.