24 de enero de 2011

BLOODRAYNE (2005)

Voy a hablar de BloodRayne, adaptación –si se la puede llamar así –de un videojuego del mismo nombre realizada por ese tal Uwe Boll, quién me demostró con este film que su mala fama está muy, pero que muy, merecida. Desde hace unos años, este director alemán lleva jodiendo videojuegos con adaptaciones nefastas que, encima, son enormes fracasos de taquilla que no recuperan ni una pequeña parte de lo invertido. Sin embargo, él siempre encuentra financiación gracias a que las leyes alemanas han convertido su productora en un lugar ideal para invertir gracias a las ventajas fiscales que supone y que hacen ganar dinero en devoluciones al inversor si la película es un fracaso. Así puede seguir haciendo sus bodrios tranquilamente, porque siempre encuentra quién le respalde económicamente buscando incentivos fiscales.

Hay muchos que lo defienden afirmando que es un director intransigente, un espíritu libre que hace su propio cine al margen de los grandes estudios de Hollywood. Por mi que piensen lo que quieran. Para mi este tipo no es mas que un payaso que no tiene ningún respeto por el cine. Prefiero mil veces a Ed Wood que, por muy malo que fuese, se tomaba mas en serio su trabajo.

El videojuego trata sobre Rayne, una Dhampir –mujer guerrera mitad humano, mitad vampiro –que lucha contra nazis, vampiros y otras criaturas diabólicas en la Europa de los años 30. La película, en plan precuela, sitúa la acción en el año 1723, en lo que ahora es Rumanía. Rayne (Kristanna Loken) vive prisionera en un circo donde, a parte de exhibirla como un animal de feria, abusan de ella sexualmente . Con la ayuda de una gitana, también del circo, amiga suya, logra escapar, pero es perseguida por unos extraños individuos que la persiguen. No obstante, la Sociedad Brimstone, dedicada a la lucha contra las amenazas sobrenaturales, logra encontrarla primero e introducirla en su organización donde es entrenada para convertirse en uno de sus guerreros.

Este film no se estrenó en España, así que tuve que esperar a saliera en DVD para poder verlo. Yo tenía muchas ganas de echarle el ojo. Conocía bien el videojuego y me molaba mucho su heroína protagonista. Además, los posters -de los que os he dejado una buena muestra al principio -, imágenes y trailers que había visto me animaban mas.

Por aquel entonces –finales de 2005 y principios de 2006 –no conocía muy bien la filmografía de Boll y no sabía lo que era capaz de hacer. Lo único que había visto de él antes de esta película eran los films House of the Dead (2003) y Alone in the Dark (2005), los cuales se podría decir que son sus títulos mas decentes, ya que son malas, pero no tanto y se dejan ver. Por ello, por aquel entonces creía que Boll no era tan malo como decían y que se le estaba machacando en exceso, como ocurre con otros directores incomprendidos.

Nada mas lejos de la realidad. Porque fue ver este film, y los films posteriores, y darme cuenta de que este tipo tiene bien merecida su mala fama; incluso diría que sus detractores se quedan cortos con él.

Volviendo a BloodRayne. La película es –con perdón –una PUTA MIERDA.

Un bodrio de los píes a la cabeza que, aunque tiene un principio un poco prometedor, va degenerando a medida que avanza el film y el resultado final es para echarse a llorar. Como adaptación es terriblemente nefasta y, como película en si, es mucho peor. Me resultó muy difícil tragármela entera y, nada mas salir los créditos finales, fui a devolverla al videoclub con un cabreo de mil demonios.

La película es cutre hasta decir basta, su diseño de producción es terriblemente malo, las escenas de acción están tan mal rodadas que llegan a dar vergüenza ajena y su guión es una completa basura. Todo el film es una continua sucesión de situaciones ridículas y chorradas sin píes ni cabeza que culminan en un climax totalmente absurdo, previsible y bochornoso. Los diálogos son estúpidos y los personajes mas planos que una tabla de planchar. Me resulta muy difícil creer que la guionista de este engendro sea Guinevere Turner, guionista de la película American Psycho (Mary Harron, 2000) o de la estupenda serie The L Word. Aunque, me da a mi que Boll la utilizó para que apareciera su nombre en lo títulos de crédito haciéndole escribir un libreto del que poco se vio en el film. Yo creo que fue el propio Boll quién escribió el guión final, porque este es tan malo como su nefasta dirección.

En cuanto al reparto, Boll se rodea, como en la mayoría de sus films, de muchas caras conocidas (Ben Kingsley, Billy Zane, Michael Madsen, Michelle Rodriguez, Udo Kier, Geraldine Chaplin...) o viejas glorias casi olvidadas (Michael Paré). Con una dirección de actores en condiciones, la película hubiera quedado bien a nivel interpretativo. Pero, vamos, pedirle eso a alguien como Uwe Boll es como pedirle que te agarre la luna con un lazo.

Merece especial mención su protagonista, la bellísima Kristanna Loken. Esta modelo y actriz, que se dio a conocer como la T-X de Terminator 3: La Rebelión de las Máquinas (Jonathan Mostow, 2003) y, actualmente, trabaja también en The L Word, es sin duda lo mejor de este film. Desde luego, le pega muy bien el rol de chica de acción, le sienta muy bien su sexy indumentaria de heroína y, además, es buena actriz. No se me ocurre mejor protagonista para una adaptación de BloodRayne. El problema es que está terriblemente desaprovechada en toda la película y, aunque se esfuerza en hacer bien su trabajo, no logra evitar que el conjunto del film caiga por su propio peso.


Resumiendo.

Una película terriblemente mala, cutre, insoportable y patética que lo único que consigue es aburrir y abochornar. Y que nadie me venga con la excusa de que su presupuesto es muy bajo. El film costó 25 millones de dólares. No es una superproducción, lo sé. Pero Underworld (Len Wiseman, 2003) costó 22 millones y, pese a sus fallos, el resultado es mil veces mejor que lo visto en este engendro.

Por cierto, su recaudación fue de risa. Tan solo 3´6 millones de dólares en TODO EL MUNDO. 3´6 millones de dólares con un presupuesto de 25; de juzgado de guardia. Sin embargo, Boll ha conseguido hacer dos secuelas de este engendro, una en 2007 y otra el pasado 2010, cada una con un presupuesto de 10 millones de dólares. Todo gracias a, como he dicho al principio, las ventajas fiscales que supone invertir en sus películas. Vergonzoso.

Ojalá pierda algún día los derechos del videojuego y alguien mas competente realice un reboot –ahora que están tan de moda –que le haga mas justicia. A ser posible, contando de nuevo con Kristanna Loken como protagonista; si están haciendo un reboot de Ghost Rider de nuevo con Nicolas Cage, pues no veo por qué no pueden hacer lo que digo.

Porque lo que ha hecho Uwe Boll aquí no vale ni para echarse unas risas; como en casi todo en su filmografía.



5 de enero de 2011

TRON LEGACY (2010)



Tron (1982), de Steven Lisberger, fue un film bastante revolucionario y muy adelantado a su tiempo por, entre otras cosas, el uso de los efectos especiales generados por ordenador; algo muy común hoy día, pero muy novedoso en aquella época. Oficialmente, se la considera la primera película que ha utilizado la tecnología CGI –aunque esta ya fuera utilizada anteriormente en cortometrajes y, muy ligeramente, en otras películas –, pero si es cierto que fue una de las grandes pioneras de los efectos digitales.

No obstante, a pesar de la gran novedad de su propuesta y que hoy día sea considerada una película de culto, fue un tremendo fracaso comercial que hizo que, inicialmente, los estudios de Hollywood renegaran de los efectos especiales por ordenador –luego, las cosas cambiaríann, como podéis ver –. Es por ello que su secuela, Tron Legacy, ha tardado 28 años en llegar.

Kevin Flynn (Jeff Bridges) lleva años desaparecido. Su hijo de 27 años, Sam Flynn (Garrett Hedlund), también experto en tecnología, sigue una misteriosa señal que le lleva hasta la antigua Sala de juegos de su padre, Flynn's Arcade, donde encuentra el despacho secreto de su padre. Desde allí acaba siendo transportado al mundo digital creado por su padre donde este lleva años atrapado por culpa de Clu (Jeff Bridges de nuevo) un clon virtual que creó para ayudarle a controlar ese mundo pero que se reveló contra él y se hizo con el control de todo. Con la ayuda de la guerrera Quorra (Olivia Wilde), padre e hijo deberán huir de ese mundo virtual antes de que Clu logre darles caza y utilizarles para sus perversos planes.

Tron Legacy es una secuela que llevaba años gestándose. Tron fue concebida como el inicio de una trilogía pero, como ya he dicho, no fue un éxito de taquilla en su momento y eso hizo que su secuela haya tardado tanto en llegar. Y lo ha hecho en un mundo muy diferente, donde las cosas han cambiado mucho. Ahora los efectos especiales por ordenador están a la orden del día y las películas ambientadas en mundos virtuales ya no son tan raras. Sin embargo, sus responsables han sabido encontrar bien la fórmula de adaptar el universo Tron a los nuevos tiempos y, aunque se haya perdido el efecto revolucionario que poseía la original, aún puede sorprender al espectador; aunque sea solo de forma visual.

Todas las críticas negativas que hay sobre el film dicen lo mismo: muy buena a nivel visual y de efectos especiales pero muy pobre en cuanto argumento y guión. Bueno, la verdad es que tienen, en parte, razón. El guión de la película, aunque no es malo del todo, no es ninguna maravilla, además de que es bastante tópico y previsible y tiene ese toque ciber-religioso que tanto abunda en el cine de ciencia ficción. Sin embargo, si miramos bien la primera película, tampoco su guión era para echar cohetes. Puede que su argumento fuera muy novedoso para la época, pero el guión no era nada del otro mundo. Me da a mi que los que tanto critican el guión de la película ni se han molestado en comparar entre las dos entregas, porque verían que las diferencias a nivel de guión son pocas.

La fuerza, tanto de la primera Tron como de esta Tron Legacy se basan, exclusivamente, en la imagen y es ahí donde la película no defrauda nada. Su diseño de producción es realmente alucinante, potenciando todos los elementos del primer film hasta límites realmente espectaculares. Lo mismo puede decirse de sus efectos especiales, muy logrados y muy bien insertados en la película y entremezclados con los actores de carne hueso. Desde luego, casi no canta nada. Bueno, tal vez ese Jeff Bridges rejuvenecido digitalmente implantando su rostro sobre otro actor, como ya hicieron con Arnold Schwarzenegger en Terminator Salvation (McG, 2009). Pero, tampoco canta mucho y, sinceramente, yo creo que si nunca hubiéramos conocido a Bridges, no nos cantaría tanto.

Desde luego, Jeff Bridges –tanto su versión normal como su versión rejuvenecida –es lo mejor del reparto de esta película. Se nota que ha mejorado con los años, ya que su interpretación llega a ser mejor que en la original; la cual también era muy buena. Por lo demás, el reparto está a la altura y la mayoría de las interpretaciones son bastante correctas. Destacan mucho los otros dos protagonistas, Garrett Hedlund y la bellísima Olivia Wilde, quienes forman una pareja con mucha química. La otra cara de la moneda es Michael Sheen. El tipo es un excelente actor, eso no lo voy a negar, pero su interpretación en este film la encontré demasiado histriónica y bastante pasada de rosca. Afortunadamente, no estropea mucho el conjunto del film.

En cuanto a la fidelidad con la original, la película aprueba al 100%. No solo hila muy bien su trama con la de la primera, sino que se mantiene fiel a esta en todo momento y, para nada, traiciona su espíritu. Además, le brinda varios homenajes, como a la mítica escena de las motos. Es excelente ver como, después de 28 años, se ha sabido llevar tan bien la continuación de la historia.

Resumiendo.

La película es una auténtica delicia visual. Un espectáculo realmente fascinante que, a veces, te hace saltar de la butaca y, encima, te hace salir del cine con una agradable sensación de satisfacción; algo que yo siempre le pido a las películas. Puede que sea muy correctita a nivel argumental y de guión, pero todo lo compensa el buen saber hacer de todo su equipo, encabezado por su buen director, Joseph Kosinski, quién ha sabido coger bien el relevo de Lisberger; claro, que este no ha estado ajeno a la producción de este film, ya que es uno de sus productores.

Se que las 3D no gustan a muchos, pero hay que verla así para poder apreciar en su totalidad su excelente resultado. Es una película hecha directamente para verse en 3D y, desde luego, vale mucho la pena verla así