Solo dos años después de
que Spiderman (2002) arrasara las
taquillas de todo el mundo nos llegó su secuela, de nuevo con Sam Raimi al
frente y con Tobey Maguire encarnando al famoso arácnido; ahora enfrentado a
otro de sus villanos más icónicos, Doctor Octopus.
Han pasado dos años de
la muerte del Duende Verde. Peter Parker (Tobey Maguire) continúa con su doble
vida como Spiderman. Sin embargo, cada vez se siente más agobiado al tener que
compaginar la lucha contra el crimen con sus estudios y su vida laboral, algo
que le lleva a sufrir estrés y problemas económicos. Para empeorar las cosas,
la relación con su amigo Harry Osborn (James Franco) es cada vez más tensa,
debido a los deseos de este de vengarse de Spiderman, y, por si eso no fuera
poco, Mary Jane (Kirsten Dunst) está a punto de casarse con el astronauta John
Jameson (Daniel Gillies), hijo de su jefe, J. Jonah Jameson (J.K. Simmons).
Una buena noticia es que
Harry, que ahora dirige Oscorp, está financiando los experimentos de uno de los
grandes ídolos de Peter, el doctor Otto Octavius (Alfred Molina), consiguiendo
que pueda reunirse con él. Sin embargo, el experimento de Octavius resulta un
desastre y causa un grave incidente donde su esposa muere y pone en peligro
muchas vidad. Octavius sobrevive, pero los brazos metálicos que emplea para sus
experimentos penetran en su sistema nervioso trastornándole y convirtiéndole en
un peligroso individuo al que empiezan a llamar Doctor Octopus. Spiderman se
enfrenta a él, pero se encuentra con un problema mayor: está perdiendo los
poderes.
Después del enorme éxito
de Spiderman, su secuela no se hizo de esperar. De hecho, ya antes de su
estreno, en abril de 2002, Sony Pictures contrató a Alfred Gough y Miles Millar
para que escribieran el primer borrador del guión, escribiendo un libreto donde
los villanos eran Doctor Octopus, el Lagarto y Black Cat. Poco después, con la
película ya estrenada, David Koepp –que no terminaría apareciendo acreditado –fue
contratado para reescribir el guión.
Meses después, Michael
Chabon fue contratado para reescribir el guión, escribiendo un libreto donde
Otto Octavius era más joven y se enamoraba de Mary Jane, creando así un
triángulo amoroso; además de ser el creador de la araña que le dio a Peter sus
poderes y crear a partir de esta una cura que le quitaría a Peter sus poderes.
Además, al final Octavius, convertido ya e Doctor Octopus, se aliaba con Harry,
quién había puesto precio a la cabeza de Spiderman junto al Daily Bugle. A Sony
no le gustó nada este guión.
El guión final corrió
cargo de Alvin Sargent siguiendo las instrucciones de Sam Raimi, quién cogió
las partes que más le gustaban de los trabajos de Gough y Millar, de Koepp y de
Chabon. También tuvo influencias de la película Superman II (Richard Lester, 1980) y del cómic The Amazing Spider-Man #50 (1967); de hecho, la película iba a
titularse originalmente The Amazing
Spider-Man, pero al final optaron por llamarla Spider-Man 2.
Para interpretar a
Doctor Octopus, al principio se pensó en Sam Neill. Pero, finalmente, el
elegido terminó siendo Alfred Molina, cuyo trabajo en Frida (Julie Taymor, 2002) había gustado mucho al estudio y al
director.
La película se estrenó
en EEUU el 30 de junio de 2004, habiendo sido un gran regalo para mi 24º
cumpleaños de no ser porque en España no se estrenó hasta el 14 de julio. Su
éxito fue inferior al de la primera, habiendo tenido un presupuesto mayor de
200 millones de dólares. Pero, aún así, la película hizo una excelente
taquilla, recaudando 373 millones en EEUU y 410 millones en el resto del mundo,
haciendo una taquilla global de 783 millones de dólares.
Además, la película
recibió también alabanzas del público y la crítica y muchos la consideran,
incluso, superior a su predecesora.
Además, fue también la
película que salvó el cine de superhéroes de 2004. El año anterior, X2 (Bryan
Singer, 2003) logró salvar ese año tras las decepciones que supusieron las muy
fallidas Daredevil (Mark Steven Johnson, 2003) y Hulk (Ang Lee, 2003) y ese año
la cosa fue a peor con los desastres que supusieron El Castigador (Jonathan Hensleigh, 2004) y la muy nefasta Catwoman (Pitof, 2004) –ya hablé de ellaaquí –. Este film, en cambio, supuso un muy buen soplo de aire fresco entre esa
mediocridad.
¿Y que opino yo de ella? Pues a eso vamos.
Después de lo mucho que disfruté con la primera, la cual vi varias veces en el cine y no dudé en comprármela en cuanto estuvo a la venta, esta secuela la esperaba como agua de mayo.
Sam Raimi volvía a dirigir y ya tenía total fe en él, volvía el reparto original con Tobey Maguire al frente como Spiderman y ese Doctor Octopus interpretado por Alfred Molina pintaba muy, pero que muy, bien.
Pues bien, la película
me encantó la primera vez que la vi y me ha seguido encantando las demás veces
que la he visto. Es una película sensacional y, como secuela, es de lo más
digna. De hecho, está muy a la altura de la primera y no me extraña que muchos
la consideren mejor que esta. Aunque, personalmente, para mí la primera sigue
siendo la mejor y a la que tengo más cariño.
Una cosa que si es
cierta, es que esta película se centra más en el lado humano del héroe,
ahondando más en sus problemas personales, profesionales y económicos, algo que
siempre ha caracterizado al Spiderman de los cómics, haciéndole ser un
superhéroe mucho más cercano que el resto de superhéroes. Aunque, no solo
humaniza al protagonista, ya que también hace lo propio con el Doctor Octopus;
algo que muchos puristas criticaron, pero que a mí me pareció un gran acierto.
Sin duda, esta es la
gran virtud de la película y lo que hace que sea mejor valorada que su
predecesora.
En lo que es el aspecto
técnico y visual, aquí no me enrollo mucho, ya que aquí la película tiene los
mismos aciertos visuales que la primera. El diseño de producción vuelve a ser
excelente y los efectos especiales de lo más logrados; de nuevo, obra de un
estupendo John Dykstra que, al no haber esta vez película de El Señor de los Anillos contra la que
competir, se llevó un muy merecido oscar.
Sam Raimi vuelve a ser
genial y su dirección vuelve a ser brillante, ofreciéndonos unas escenas de
acción realmente alucinantes –como la escena del tren, un momento realmente
brillante y de lo más brutal –y momentos de no acción maravillosos, con muchas
escenas de diálogos largos que no aburren lo más mínimo. Además, el tipo sigue
utilizando su estilo personal que tanto le caracteriza y hasta se autohomenajea
y todo; como en la escena del hospital, todo un homenaje a Posesión Infernal (1981) –incluso, cuando uno de los médicos
enciende la sierra mecánica, el sonido que esta emite es el de la motosierra de
Ash en la gran ópera prima de Raimi –.
Sobre el reparto, no hay
mucho que decir. Todos los actores que repiten, con Tobey Maguire a la cabeza,
vuelven a hacer un gran trabajo.
En cuanto a los nuevos,
destaca sin duda el villano principal. Alfred Molina está realmente
impresionante; especialmente, cuando muestra la evolución de su personaje,
primero como brillante científico y figura inspiradora para Peter Parker, luego
en su descenso a la locura tras el incidente que le convierte en supervillano
y, al final, cuando vemos su redención en un climax tan maravilloso como
impresionante.
Por lo demás, decir que,
aunque no tiene muchos momentos para lucirse, Donna Murphy está muy bien como
Rosalie Octavius. Daniel Gillies está bastante correcto como John Jameson. Y
cabe mencionar la presencia en la película del personaje de Curt Connors –algo que
nos hizo soñar con ver a El Lagarto en futuras entregas; cosa que no ocurriría –,
muy bien interpretado por Dylan Baker.
En resumen.
Spiderman 2 es una excelente película, una estupenda secuela y una muy buena forma
de continuar la historia que comenzó su maravillosa predecesora, marcando muy
bien el camino a seguir en la saga.
Camino del que,
desgraciadamente, se salieron en la siguiente entrega. Pero, de esa ya hablaré.
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