ATENCION. Advierto que esta entrada contiene SPOILERS muy reveladores de la película. Quién aún no la haya visto que no la lea o lo haga bajo su total responsabilidad.
Por fin he podido ver Godzilla, nueva versión americana del
famosísimo monstruo japonés y completo reboot de la franquicia que nos llega de
la mano de un director joven y con poca experiencia, pero que ha demostrado
tener mucho talento.
En 1999, mientras los científicos
Ishiro Serizawa (Ken Watanabe) y Vivienne Graham (Sally Hawkins) investigan una
mina en Filipinas donde han encontrado un enorme esqueleto y unas extrañas
vainas en forma de huevo, la Planta Nuclear de Janjira, cerca de Tokio,
experimenta una actividad sísmica inusual que el ingeniero supervisor, Joe
Brody (Bryan Cranston), lleva días investigando. Es entonces cuando la planta
sufre una gran explosión en la que Sandra (Juliette Binoche), la esposa de Joe,
quién la había enviado con un equipo a investigar estas anomalías, muere.
15 años después, Ford Brody
(Aaron Taylor-Johnson), el hijo de Joe y Sandra, vive en San Francisco junto a
su esposa, Elle (Elizabeth Olsen), y su hijo, Sam (Carson Bolde), y es un
oficial del ejército americano formando parte de un equipo antibombas. Por su
parte, Joe está obsesionado con el suceso que causó la muerte de su esposa y
está convencido de que lo que sucedió en la planta no fue un simple terremoto. Cuando
intenta entrar en la zona de la planta nuclear, la cual está en cuarentena, es
arrestado y Ford viaja hasta Japón para liberarlo. Sin embargo, Joe logra
convencerle para que entre allí con él. Al hacerlo, descubren que la zona no es
radiactiva y que allí el ejército americano está ocultando algo.
Godzilla
es un personaje que creo que no necesita presentación. Un gigantesco monstruo
con forma de saurio cuyo nombre hace referencia a un gigantesco monstruo marino
de la mitología japonesa y que se creó, en parte, para criticar la bomba
atómica de Hiroshima y el peligro de las armas nucleares.
Hizo su debut hace 60 años en la
ya mítica película Japón bajo el terror
del Monstruo (Ishirô Honda, 1954), a la que siguió una rápida secuela, Godzilla Contraataca (Motoyoshi Oda,
1955), y varios años después regresó en una tercera entrega, King Kong vs Godzilla (Ishirô Honda,
1962), donde se veía las caras con el famoso simio amante de las rubias. A
partir de ahí comenzó una larga saga que, a través de tres etapas (Showa,
Haisei y Millenium), ha perdurado las últimas seis décadas.
Sin embargo, el legado de
Godzilla no se limita a una saga de películas, también ha influido mucho en la
cultura popular nipona y ha llegado a crear un subgénero, el Kaiju Eiga, consistente en películas de
monstruos gigantes e invasiones extraterrestres realizadas siempre con maquetas
y tipos disfrazados.
Con todo esto, no es de extrañar
que los americanos quisieran hacer sus propias versiones.
La primera versión americana
llegó en 1998 en un ambicioso film dirigida por Roland Emmerich, que venía
precedido del enorme éxito de Independence
Day (1996), bajo el sello de Sony Pictures, que produjo la película a
través de TriStar Pictures –subsidiaria de Columbia Pictures, también propiedad
de Sony –. La película fue un éxito, pero no el enorme taquillazo que esperaban
sus responsables y recibió muy duras críticas. Por no hablar de que los
japoneses quedaron muy descontentos y renegaron de ella reactivando su saga con
el inicio de la etapa Millenium.
Años después se supo que
Legendary Pictures iba detrás de realizar una nueva versión, pero no se llegó a
nada hasta que en 2010 se anunció la llegada a un acuerdo con Toho –compañía japonesa
productora de las películas de Godzilla –para obtener los derechos y
rápidamente, se puso en marcha un proyecto cinematográfico junto con sus socios
de entonces, Warner Bros. Pictures.
Al frente de este proyecto se puso
a Gareth Edwards, joven director británico que por aquellas fechas había
sorprendido con su primera película, Monsters
(2010), un film muy modesto, pero realizado con mucho talento.
Sin embargo, a pesar de contar ya
con director, el proyecto no lograba salir adelante y todo parecía indicar que
no llegaría a estrenarse en 2012, año en que se fijó su estreno. Sin embargo,
en la Comic-Con de ese año, Edwards proyectó un breve footage que, entre otras
cosas, mostraba un breve vistazo al monstruo, y la reacción de los asistentes
fue de lo más entusiasta, haciendo que el proyecto resucitase y, rápidamente,
se puso en marcha su producción fijando el estreno en 2014, año en que Godzilla
cumple 60 años.
Así llegamos a la película que ahora
nos ocupa, a la cual no le están yendo mal las cosas, puesto que a día de hoy
lleva recaudados 156 millones de dólares solo en EEUU y 166 millones más a
nivel mundial, haciendo un total de 322 millones de dólares. Por otro lado, la
crítica no la está recibiendo muy bien; aunque no la están despellejando, como
a la versión de 1998. La otra cara de la moneda es el público, que en su
mayoría la está recibiendo de una forma muy entusiasta.
¿Y qué opino yo? Pues a eso
vamos.
No sé si hace falta
decir que soy muy, muy, muy, muy, muy, pero que muy fan de Godzilla.
En mi infancia tuve la suerte de
que en mi pueblo había un videoclub que era el paraíso de cualquier friki, ya
que solo tenían películas de serie B o serie Z y muchas de esas películas eran
kaiju eigas y, sobre todo, películas de Godzilla. Y, vamos, me las veía todas y
me encantaban. Por entonces no me fijaba en la cutrez de sus efectos especiales
y su diseño de producción. Hoy en día, en edad adulta, es imposible no fijarse
en esas cosas. Pero, aún así, me importa poco y continúo viendo y disfrutando
esas películas como el primer día.
En su momento esperé como agua de
mayo la versión de 1998 y, cuando la vi, recuerdo que no me desagradó mucho ni
me pareció el gran bodrio que decían que era. En lo que más fallaba era en el
casting y en la historia de amor entre los protagonistas humanos, la cual
llegaba a parecer a ratos salida de una comedia romántica. Pero como
monster-movie no estaba mal. Además, el monstruo estaba muy bien hecho y su
diseño molaba bastante. El problema es que se parecía a Godzilla lo que un
huevo a una castaña; era más bien como un monstruo independiente que los
americanos tomaban por el Godzilla japonés -como los japoneses nos quisieron hacer
creer en una película posterior-.
Para mí, Emmerich hizo una
monster-movie apreciable. Pero Godzilla no tuvo la versión americana que se
merecía.
Ahora, los americanos han tenido
una segunda oportunidad con este reboot que ha dirigido un director no curtido
en las grandes superproducciones de efectos especiales, pero con mucho talento,
y que guarda más fidelidad con el original japonés.
Pues bien, tras haber visto la
película, puedo decir a las claras que esta me ha gustado mucho y me parece que
por fin los americanos han hecho justicia con Godzilla. No obstante, también
debo decir que ha habido algunos detalles que me han decepcionado y que,
desgraciadamente, hacen que esta película no sea del todo redonda. Pero,
tranquilos, que no me he llevado una decepción como la que me llevé el año
pasado con Pacific Rim (Guillermo del
Toro, 2013).
Comenzaré por las cosas buenas.
Y empiezo por su director, Gareth
Edwards. El tipo ya demostró en Monsters que
es un director con mucho talento al conseguir hacer una película muy buena con
un presupuesto pequeño, pocos actores y un equipo técnico muy reducido. No
obstante, aquí existía la duda de si iba a estar a la altura de una gran
superproducción de 160 millones de dólares financiada por dos grandes estudios.
Para mí, el tipo ha hecho un excelente trabajo. La película está muy bien dirigida, con un ritmo que nunca decae y un impresionante acabado visual. También me ha gustado mucho su forma de enfocar la película desde el punto de vista de los humanos con un estilo que me ha recordado bastante a Monstruoso (Matt Reeves, 2008) –película que me gustó mucho –y con una muy lograda forma de ir creando tensión hasta el gran enfrentamiento final de una forma muy parecida a Encuentros en la Tercera Fase (Steven Spielberg, 1977); película que Edwards tuvo muy en mente a la hora de hacer esta película.
Esto es lo que no ha gustado a muchos críticos que dicen sentirse decepcionados con esta película, afirmando que Godzilla sale poco y que solo vale la pena los últimos 20 minutos y el resto es pura basura.
Yo, desde luego, no puedo estar
más en desacuerdo con esta gente. Cierto que me hubiera gustado ver a Godzilla
mas en pantalla, no lo voy a negar, pero creo que ha salido lo suficiente para
satisfacer. Además, la película no se me ha hecho ni larga ni, mucho menos,
aburrida. Aquí no ocurre como en Pacific
Rim, donde la mayor parte de la película se sumergía en un pozo de
aburrimiento, diálogos sosos y situaciones de todo menos interesantes.
Al contrario, esta película juega
muy bien con los personajes, los diálogos y las situaciones, logrando un buen
equilibrio entre drama y espectáculo. A todo esto ayuda un guión estupendo y
muy trabajado que está en las antípodas del nefasto guión de Pacific Rim. Guión en el que, aunque
solo aparezcan acreditados Dave Callaham y Max Borenstein –como autor del
argumento y autor del guión, respectivamente –, han trabajado personalidades
como David S. Goyer, Drew Pearce o el mismísimo Frank Darabont.
En cuanto a este nuevo Godzilla,
me ha encantado. Durante mucho tiempo llegué a creer que hacer con CGI un
Godzilla similar al original japonés era imposible. Sin embargo, esta película
me ha dado un buen ¡Zas! En toda la boca.
Este nuevo Godzilla es
impresionante y está muy bien hecho. Su diseño es excelente y, a pesar de que
su cabeza sea algo mas cuadrada, es muy fiel al original japonés.
En la película han escogido al
Godzilla defensor de la humanidad, siendo al final la única esperanza contra
los MUTOS frente a un ejército americano que se ve impotente frente a esta
nueva amenaza; de ahí que no entienda tantas críticas tachándola de patriota
por tener tanta presencia militar –en la de 1998 vale porque ahí si los
reflejaban como héroes; pero en esta… –. Me ha encantado el final, en el que
tras derrotar a los MUTOS regresa al mar mientras la gente lo aplaude; todo lo
contrario que en la película de 1998.
También me ha gustado mucho el
nuevo origen que se le ha dado. Ya que aquí no es un ser radiactivo surgido
como consecuencia de la bomba de Hiroshima. Si es radiactivo, pero se trata en
realidad de un último superviviente de una especie prehistórica que habitaba la
Tierra en una época anterior, incluso, a los dinosaurios en la que la Tierra
estaba cubierta de radiación y que, cuando la radiación se acabó, se metieron
en el fondo de los océanos, cerca de núcleo central de la Tierra. También está
muy bien lo de que el que el ejército americano supiera de su existencia desde
que lo despertaron en 1954 e intentaran matarlo con explosiones nucleares que
ocultaron como pruebas nucleares,
Por su parte, los MUTOS no están
mal. Son seres nuevos creados mezclando elementos de otros enemigos de
Godzilla, como Rodan, Mothra o Gigan.
Ahora vamos con las cosas malas.
Empiezo por la muerte del
personaje de Bryan Cranston, quién, como era de esperar, hace una excelente
interpretación; siendo sin duda lo mejor de un reparto que, en general, hace un
buen trabajo. Además, pienso que hubiera llevado mucho mejor el protagonismo de
la película en lugar de su hijo en la ficción, Aaron Taylor-Johnson, quién no
lo hace mal, pero no le he encontrado muy a la altura de lo que su papel
requiere.
Otro defecto relacionado con el
reparto es Elizabeth Olsen. No es que lo haga mal, al contrario, está
fantástica y, desde luego, le podría dar unas cuantas lecciones a sus hermanas
mayores. El defecto es que la desaprovechan mucho.
No obstante, el mayor defecto que tiene la película son dos escenas en concreto.
Una es cuando se produce el primer enfrentamiento entre Godzilla y el MUTO macho en Hawaii. Cuando los vemos a los dos frente a frente dispuestos a darse de hostias, cortan y lo único que vemos de ese enfrentamiento son escenas salteadas en la Tv.
La otra escena es el segundo enfrentamiento entre Godzilla y el MUTO macho en San Francisco; un enfrentamiento que, encima, iba a ser a plena luz del día. Sin embargo, vuelven a hacer lo mismo, cuando los dos se disponen a pelear cierran las puertas y nos vuelven a dejar con la miel en los labios.
Menos mal que al final tenemos
una espectacular pelea entre Godzilla y los dos MUTOS que es una auténtica
pasada, ya que hasta vemos a Godzilla utilizando su famoso aliento radiactivo y
todo. Esta pelea compensa bastante esos dos momentos anteriores pero, aún así,
me dejaron un muy mal sabor de boca.
Espero sinceramente que esa
maniobra no sea por lo de enfocar la película desde el punto de vista de los
humanos –lo cual sería una terrible gilipollez –y obedezca más problemas
técnicos con los efectos especiales que les obligó a cambiar esas escenas.
Como ya he dicho, esos defectos
impiden que la película sea totalmente redonda. Pero no impiden que este reboot
de Godzilla sea una película muy buena, disfrutable de principio a fin y que
hace las delicias de cualquier fan de las kaiju eigas y del monstruo japonés.
Desde luego, Gareth Edwards
demuestra por segunda vez que es un director excelente y un tipo con mucho
talento que tiene ante sí una muy prometedora carrera por delante. Que ganas
tengo de ver ese spin-off de Star Wars
que él va a dirigir y que llegará en 2016. Y también espero con muchas ansias
la secuela de esta película; donde espero que se corrijan los defectos de
estos.
Desde luego, me HA ENCANTADO esta
película, que a ratos ha llegado a emocionarme y todo. Sin duda, la recomiendo
abiertamente, tanto a los que son fans de Godzilla, como yo, como a cualquiera
que ni haya visto nunca una de sus películas.