Voy a hablar de Alta Tensión. Pero no de esa estupenda película de terror francesa que Alexandre Aja dirigió antes de irse a Hollywood. Alta Tensión –o 007: Alta Tensión –fue el título que se le dio en España a The Living Daylights, la 15ª entrega de la saga Bond y, para mi, una de las mejores de toda la saga; aunque muchos digan por ahí lo contrario.
La saga de James Bond es una de mis favoritas. He visto todas sus películas desde mi infancia y, salvo algunas excepciones, todas me gustan mucho. Así que se de que hablo.
La historia comienza, en la famosa escena pre-créditos iniciales, en Gibraltar, donde varios agentes británicos hacen maniobras; uno de ellos es James Bond (Timothy Dalton). Los agentes comienzan a ser asesinados por un misterioso asesino hasta que solo queda Bond, quién persigue al asesino hasta que este muere al despeñarse su vehículo. Mas tarde, Bond se encuentra en la ciudad de Bratislava, en la entonces Checoslovaquia, para ayudar al general Georgi Koskov (Jeroen Krabbé), un alto mandatario del KGB, a desertar de la URSS. En la huida, Bond tiene la orden de abatir a un francotirador que el KGB ha puesto para evitar la fuga de Koskov pero, al ver que se trata de una atractiva joven (Maryam d'Abo), a la que había visto poco antes tocando el chelo en una orquesta, decide no matarla y solo herirla en el brazo.
Mas tarde, ya en Inglaterra, Koskov declara que el responsable de los asesinatos de los agentes en Gibraltar y de su deserción es el general Leonid Pushkin (John Rhys-Davies), nuevo jefe del KGB y que está regresando a la línea dura. Pero, poco después, es capturado por agentes rusos y devuelto a la URSS. A Bond se le ordena buscar a Pushkin y eliminarlo. Sin embargo, duda mucho de la declaración de Koskov y, en lugar de eso, decide regresar a Checoslovaquia y buscar a la joven francotiradora, descubriendo que esta es una chelista llamada Kara Milovy que, además, es amante de Koskov. Bond, entonces, descubre que la deserción de Koskov es una farsa para hacer que el servicio secreto británico asesine a Pushkin y Koskov pueda sucederle y así poder llevar a cabo sus planes con Brad Withaker (Joe Don Baker), un excéntrico mercenario y traficante de armas que tiene su casa llena de reproducciones de Hitler, Napoleón, Atila o Genghis Khan.
La película fue el debut como James Bond del actor Timothy Dalton tras la marcha de Roger Moore. En un principio, el actor tanteado iba a ser Pierce Brosnan, pero este tendría que esperar unos cuantos años mas, ya que se encontraba entonces comprometido con la serie Remington Steele y tuvo que rechazar la oferta. Así, tras tantearse otros actores, recayó en Dalton quién, años antes, ya había optado a este papel tras la primera marcha de Sean Connery a finales de los 60.
Dalton, que solo protagonizó dos películas de James Bond, fue en su día tan defenestrado como sus películas y está considerado por muchos como el peor James Bond de la historia; hasta los de Sé lo que hicisteis... se mofan de él. Yo, desde luego, no comparto esa opinión. Para mi, la interpretación de Dalton es muy buena y su James Bond es mas que correcto. Puede que no llegue a la maestría de Sean Connery o Pierce Brosnan, pero si ha sabido darle al personaje cierta personalidad y, desde luego, se lo tomaba muy en serio. Para mi fue un buen James Bond que los responsables de la saga no supieron aprovechar bien.
Ahora, vamos con el film.
La película adapta una historia corta publicada en el libro Octopussy & The Living Daylights, de Ian Fleming; una recopilación de historias cortas sobre el personaje. Cabe decir que Alta Tensión fue la última película de la saga –con la excepción, claro está, de Casino Royale (Martin Campbell, 2006) –que adaptaba directamente un texto de Fleming, el creador del personaje y que fue la última película que trataba el tema de la Guerra Fría; a la que, por entonces, le quedaban dos telediarios.
Está dirigida por John Glen, quién comenzó en la saga como montador y director de la segunda unidad y ha dirigido todas las películas de la saga realizadas en la década de los 80, desde Solo para sus Ojos (1981) hasta Licencia para Matar (1989) –la despedida de Dalton –. Glen es un director eficiente, pero muy impersonal, carente de estilo propio y que, a diferencia de otros directores que han pasado por la saga, no ha dejado su sello en ninguna de las películas que ha hecho. Es alguien que se limita a hacer su trabajo y que, dependiendo del material que tenga entre manos, hará una película muy buena, una película correcta, una película regulera o una película muy mala. Aquí, afortunadamente, ocurre lo primero.
Es una película muy buena, tanto como entrega de la saga Bond y como película de acción.
Como entrega de la saga está completamente a la altura de las mejores películas de la franquicia y posee muchos de los elementos de estas: una secuencia inicial muy buena, unos créditos iniciales muy currados y bien acompañados por una buena canción, una buena trama, un buen villano, unas secuencias de acción espectaculares, los famosos gadgets inventados por Q (Desmond Llewelyn) y, sobre todo, chicas guapas. Además, la película recupera bastante de la elegancia de las primeras películas de la saga, las protagonizadas por Connery, y contiene unos golpes de humor muy propios de las películas de Roger Moore.
Como película de acción está muy bien dirigida. Como ya he dicho, Glen es un director muy eficiente y sabe hacer buenas películas cuando el material con el que trabaja es bueno. El guión es está muy currado, el ritmo nunca decae, el diseño de producción es una maravilla y las secuencias de acción, como he dicho, son realmente espectaculares y están muy bien rodadas. Destacan, especialmente, la secuencia inicial en Gibraltar, la persecución en la nieve o la brutal secuencia en el avión militar durante la parte en Afganistán.
En cuanto al reparto, además de la buena interpretación de Dalton como Bond, cabe destacar las del resto del elenco, comenzando por la chica, Maryam d'Abo, que a parte de aportar su belleza y sensualidad, hace una estupenda interpretación, tiene una química impresionante con Dalton y sabe desenvolverse muy bien como chica de acción; para mi es una de las mejores chicas bond de la saga. También es muy buena la interpretación de Jeroen Krabbé como Koskov, ese villano de dos caras que empieza siendo una cosa para descubrirse que es todo lo contrario. También es muy bueno el trabajo que hace John Rhys-Davies como Pushkin. Originalmente, su personaje debía haber sido el famoso General Gogol, que había aparecido en todas las películas de la saga desde La Espía que me Amó (Lewis Gilbert, 1977), pero, por motivos de salud, el actor que lo interpretaba, Walter Gotell, solo pudo aparecer brevemente al final y se creó al personaje de Pushkin, su sucesor, como reemplazo.
Otro dato curioso en torno al reparto es la presencia del actor Joe Don Baker, que interpreta a Withaker, el otro villano de la función y que regresaría a la saga en las películas Goldeneye (Martin Campbell, 1995) y El Mañana nunca Muere (Roger Spottiswoode, 1997) como Jack Wade, un agente de la CIA que ayudaba a Bond en sus misiones como una especie de sustituto del famoso Felix Leiter. También cabe destacar la presencia de Art Malick, que luego sería el villano de Mentiras Arriesgadas (James Cameron, 1994), como uno de los líderes de la resistencia afgana.
Resumiendo, una de las mejores películas de la saga Bond que merecía haber tenido mejor suerte. Hace las delicias de cualquier fan de la saga y, como película, se disfruta de principio a fin. Además de que tiene momentos memorables, como la escena en la que Bond debe abatir a Kara, la fuga de Koskov a través de un oleoducto de gas, la muerte del agente Saunders (Thomas Wheatley) –un compañero de Bond –en la feria de Viena o el duelo final entre Bond y Withaker.
Desde luego, es una de mis favoritas de la saga y la recomiendo abiertamente.