He tardado un poco, pero aquí traigo la review de
la última película de Guillermo del Toro, ganadora en la última edición de los
oscars.
La historia se ambienta en Baltimore (EEUU), a
principios de los años 60, en plena Guerra Fría. Elisa Esposito (Sally Hawkins)
es una joven muda que vive sola en un apartamento que hay sobre un cine y cuyas
únicas amistades son Giles (Richard Jenkins), su vecino, un artista gay muy
solitario, y Zelda (Octavia Spencer), su compañera de trabajo, una
afroamericana que también le sirve de intérprete. Ella y Zelda trabajan como
limpiadoras en un laboratorio secreto del gobierno.
Un día, a ese laboratorio es llevado un extraño ser
amfibio de forma humanoide (Doug Jones), que fue capturado en un río
sudafricano por el coronel Richard Strickland (Michael Shannon), quién es
también su cuidador. El ser es utilizado para experimentos con fines militares,
pero es también sometido a torturas y maltratos que no pasan desapercibidos
para Elisa, quién pronto establece un vínculo con el ser y decide ayudarlo a
escapar cuando descubre los planes que tienen con él. Consigue convencer a
Giles para que la ayude, pero también obtendrá la ayuda de Zelda y la
inesperada ayuda del Dr. Robert Hoffstetler (Michael Stuhlbarg), uno de los científicos
del laboratorio, quién guarda un gran secreto.
Guillermo del Toro se reconcilia con Hollywood con
su última película. Tras los cinco años en que estuvo ausente para trabajar en El Hobbit, el director mexicano aún no
había tenido, lo que se dice, un regreso triunfal.
Ni Pacific
Rim (2013) ni Crimson Peak (2015)
lograron cumplir todas las expectativas y, luego, el director mexicano ha visto
como varios de sus proyectos eran cancelados o se le escapaban de las manos; cómo
la tercera entrega de Hellboy.
No obstante, con La Forma del Agua ha logrado colocarse de nuevo entre los grandes.
La película no solo ha sido un gran éxito de taquilla. Con un presupuesto de 19
millones de dólares, solo en EEUU ha recaudado 64 millones de dólares, a los
que hay que sumar 127 millones más en el resto del mundo, haciendo un total de
191 millones de dólares.
Pero, además, la película ha sido alabada por
público y crítica y, tras ganar varios premios, fue la ganadora en la última
edición de los Oscars. Algo que ha sorprendido a mucha gente; especialmente, a
mí.
Cómo ya dije en varias ocasiones, yo pensaba que el
oscar al mejor director lo tenía asegurado pero, debido a su condición de
película fantástica, no iba a poder ganar el oscar a la mejor película debido a
la reticencia de la Academia con el cine fantástico. Ya hicieron una excepción
con El Señor de los Anillos: El Retorno
del Rey (Peter Jackson, 2003) y pensaba que tendrían que pasar unas cuantas
décadas más para que se animaran a premiar otra película fantástica. Sin
embargo, contra todo pronóstico, esta película se ha alzado con el oscar a
mejor película por encima de otras que eran más favoritas, como Tres Anuncios a las Afueras (Martin
McDonagh, 2017).
Como amante del cine fantástico que soy, debería
estar dando palmas con las orejas porque una película fantástica se haya hecho
con el oscar a mejor película. Sin embargo, este triunfo no me ha entusiasmado
tanto. Y es que, aunque pienso que el oscar a mejor director lo tiene más que
merecido, no me ha parecido una película digna de ganar como mejor película.
Para empezar, no era mi gran favorita en los
oscars. Mi gran favorita era Dunkirk
(Christopher Nolan, 2017). No obstante, ya sabía de antemano que esa película
tenía muy pocas posibilidades, ya que –independientemente de su talento -,
Nolan no es un director del gusto de los académicos. No obstante, mi otra gran
favorita era la ya nombrada Tres Anuncios
en las Afueras que pienso yo que se merecía más ese oscar que esta película
que nos ocupa.
¿Por qué? Pues porque Tres Anuncios a las Afueras tiene lo que le falta a esta película:
un guión magistral.
Y es que, tal y como me esperaba –por desgracia –,
Guillermo del Toro nos ha vuelto a ofrecer lo que nos lleva ofreciendo en sus
últimos trabajos como director: una película muy buena a nivel visual y a nivel
interpretativo, pero con un guión que no está a la altura de su maestría.
Empecemos por lo bueno.
Como ya he dicho, Guillermo del Toro tiene muy
merecido el oscar a mejor director –y hasta diría que la academia le debe unos
cuantos oscars más en esa categoría –. Y es que el tipo vuelve a dirigir de
forma magistral, dejando en todo momento su sello personal, con ese estilo a
medio camino entre la fantasía propia de los cuentos y el terror propio de los
relatos de Lovecraft que tanto caracteriza su filmografía. Además, no le
tiembla el pulso a la hora de incluir violencia y hasta sexo, lo cual es muy de
agradecer en estos tiempos en los que reina el PG-13.
El diseño de producción es alucinante. Sin duda –otro
oscar que la película tiene muy merecido –y la estupenda fotografía le ayuda
mucho. Y, en cuanto a los efectos especiales, se agradece también que no abuse
del CGI y recurra a efectos más prácticos.
Los actores son otro de los puntos fuertes de la
película.
Sally Hawkins está impresionante y hace un
excelente trabajo, llevando muy bien el protagonismo y el reto de interpretar a
un personaje mudo; que es algo más difícil de lo que parece a simple vista.
De Doug Jones es difícil hablar, ya que casi
siempre le vemos cubierto de maquillaje o digitalizado. Sin embargo, pese a
todo ello, en esta película se puede ver que hace un excelente trabajo;
especialmente, en el tramo final.
Rchard Jenkins y Octavia Spencer hacen ambos un
excelente trabajo en esta película, pero no creo que sea suficiente para ser
nominados al oscar como secundarios.
Quién si se merecía ser nominado, y hasta ganar, es
sin duda Michael Shannon, que es el mejor de todo el reparto dando vida al
villano principal; algo que al actor se le da muy bien –no hay más que verle
como Zod en Man of Steel (Zack
Snyder, 2013) –. Y en esta película el tipo está que se sale dando vida a su
personaje con una naturalidad que hasta asusta.
Lo que no me ha hecho mucha gracia es que Del Toro
haya utilizado su personaje para hacerle un homenaje a su amigo Santiago Segura
y, especialmente, al personaje de Torrente –los que hayan visto la película, ya
sabrán de lo que hablo –.
Los actores, del primero al último, hacen un gran
trabajo, de eso no hay ninguna duda; además de que la sobresaliente dirección
de actores de Del Toro saca lo mejor de ellos. Pero, una cosa son los actores y
otra los personajes. Es aquí donde entro en la parte donde la película flojea:
EL GUIÓN.
Cómo ya he dicho antes, Guillermo del Toro continúa
dirigiendo de forma magistral. Sin embargo, el tipo ya no cuida los guiones de
sus películas como antes. Los guiones no son malos, ojo, pero no están a la
altura de su portentosa dirección y eso estropea el conjunto.
Y, desgraciadamente, con esta película no ha hecho
una excepción.
El guión es obra del propio Del Toro y Vanessa
Taylor, basado en una historia del director mexicano que, según dicen, se le
ocurrió en 2011, durante un desayuno con Daniel Kraus, con quién escribiría la
novela Trollhunters y con quién ha
escrito una novelización de esta película.
Seguramente, esto lo dirán para contrarrestar unas
acusaciones de plagio por parte del director de un cortometraje y el autor de
una novela, ambos con un argumento similar. Yo, desde luego, no creo que exista
ningún plagio. Lo que ocurre es que la historia que nos cuentan aquí ya nos la
han contado muchas veces; de muchas formas distintas pero, en el fondo, la
misma historia. Los que acusan a Del Toro de plagio, a parte de ser unos
oportunistas, son unos hipócritas, porque ellos, quieran o no quieran, también
han copiado a otros.
Pero, bueno, dejemos esto a un lado, que me estoy
saliendo del tema, y vamos con el guión.
Como ya he dicho, el guión no es malo del todo. Es
una película de género fantástico, pero que, a la vez, hace mucha denuncia
social. Denunciando temas como el abuso de poder, el racismo o la homofobia.
Todo eso está muy bien. El problema es que el guión
lo aprovecha bien a causa de una larga sucesión de tópicos –los hay como para
parar un carro –y situaciones tan previsibles que te sientes vidente viendo la
película, porque sabes lo que va a pasar en todo momento. Tan solo al final te
dan una sorpresa, pero no es una sorpresa para bien –al menos, por mi parte –.
Luego hablo de esto, porque hay spoilers de por medio.
Los actores hacen un gran trabajo, eso ya lo he
dejado claro. Pero, una cosa son los actores y otra cosa son los personajes. Y,
aquí, los personajes están estereotipados a más no poder. Todo es blanco o
negro, los buenos muy buenos y los malos muy malos. No hay término medio ni
ambigüedad alguna. Tan solo hay algo de ambigüedad en el único personaje
no-humano de la película, el ser amfibio; aunque, viendo las putadas que le
hacen, entiendes que reaccione de esa manera en algunas situaciones.
Por eso, pese a lo mucho que me gusta el cine
fantástico y Guillermo del Todo como director, no considero esta película digna
ganadora del oscar a la mejor película, ya que su guión no está a la altura
para ello. Si se merece –y mucho –el oscar a mejor director, al igual que el de
mejor diseño de producción y el de mejor banda sonora, ya que la música que
acompaña a la película está muy bien; incluso hubiera visto con buenos ojos que
le hubieran dado el oscar a mejor actriz a Sally Hawkins. Pero, el oscar a
mejor película…
Menos mal que, por lo menos, no le dieron el oscar
a mejor guión original; ahí si que hubiera puesto el grito en el cielo. Claro,
que viendo a la que al final se lo dieron, al final el cabreo acabé teniéndolo.
En fin.
ATENCION. Advierto que lo que viene a
continuación contiene SPOILERS de la película. Aconsejo no leerlo a quién no la
haya visto aún y, si alguien lo hace de todas formas, lo hará bajo su total
responsabilidad.
Cómo ya he dicho antes, al final se nos da una
sorpresa no muy agradable. Bueno, más bien no es una sorpresa, lo que ocurre es
que nos dan gato por liebre.
En el comienzo de la película en blanco y negro, la
voz en off del personaje de Jenkins parecía que nos aventuraba un final
trágico. De hecho, ese comienzo me recordó mucho al comienzo de Mouline Rouge (Baz Luhrmann, 2001),
cuando veíamos a un abatido Ewan McGregor un año después de lo que sucede en la
película, lo que nos aventuraba que la historia no iba a tener un final feliz.
Y aquí me pasó lo mismo. Cuando escuchaba la voz de
Jenkins –vi la película en voz original, por cierto –hablando de pérdida, pensé
que la peícula tampoco iba a tener un final feliz. A mí me da igual que un
final sea feliz o sea trágico siempre que funcione y sea beneficioso para la
película. Lo que no me gusta nada es que me tomen el pelo.
Al menos, así es como me sentí en ese final en el
muelle, en el que la chica moría y el ser amfibio sobrevivía –o volvía a la
vida, a saber –. Pero, cuando se mete en el agua con el cuerpo de la chica en
brazos ¡Sorpresa! La chica sobrevive porque resulta que no es del todo humana.
Y es que es una medio-amfibia o algo por el estilo. No nos lo explican muy bien
en la película, pero si nos dan pistas: como que fue encontrada de niña en un
río, las cicatrices que tiene en el cuello –que resultan ser branquias –o que
le gusta masturbarse dentro del agua.
Y esto es otra cosa que me toca las narices.
Porque, lo que más me fascinaba de la película era ver una humana teniendo sexo
con un ser amfibio –si, me va mucho el rollo de chica con monstruo, para que
negarlo –. Sin embargo, que la protagonista no sea del todo humana le quita
interés a la cosa; al menos, a lo que a mi respecta.
Así que, al final, tenemos un final feliz cuando me
había hecho a la idea desde el principio que la película iba a terminar de
forma trágica y me dejan sin rollo chica con monstruo porque la protagonista es
un híbrido –o a saber que puñetas es –.
Fin de los SPOILERS. Ya podéis leer con tranquilidad.
Por todo esto, y mucho más, es por lo que no veo
con buenos ojos que la academia de Hollywood considere esta película como la
mejor de 2017 pese a ser una película fantástica y el gran trabajo que ha hecho
Del Toro en la dirección. Desde luego, esto no hace más que disminuir la poca fe
que tengo en los Oscars; como en los demás premios de cine.
Para mí, Guillermo del Toro sigue siendo un
excelente director y su forma de dirigir sigue siendo brillante. Pero, desde
luego, el tipo tiene que currarse mejor los guiones de sus películas, porque
guiones como este son impropios de alguien con su talento.
En resumen.
Una película excelente a nivel visual, con una
dirección sobresaliente y unas brillantes interpretaciones, pero con un guión que
no está a la altura del resto de la película y termina estropeando el conjunto.