Comenzaré por el argumento:
Una reportera (Lucy Liu) está investigando un extraño culto que atrae a muchos jóvenes del país y que se relaciona con multitud de asesinatos, desapariciones y demás cosas de esas. La reportera se adentra demasiado en su investigación y es capturada por esa gente a la que investiga y asesinada por el líder de estos. No obstante, revive en el depósito de cadáveres, descubriendo que los responsables de su muerte son vampiros y que la han convertido en una de ellos. Tras tener que alimentarse de sangre para sobrevivir, decide emprender una sangrienta venganza contra sus asesinos. Pronto, su camino se cruzará con el de un policía (Michael Chiklis) que también busca venganza, ya que su hija también fue víctima de esos vampiros.
Reconozco que esta película me llamó la atención en su momento. El argumento es interesante, las imágenes promocionales -con esa estética parecida a las películas de Blade -la hacían muy atractiva, estaba producida por Sam Raimi, tenía a Lucy Liu -que me gusta mucho -de protagonista y su guionista y director era Sebastian Gutierrez, cuya anterior película, El Beso de Judas (1998), es muy buena y me gustó mucho. La verdad es que la película prometía. Eso si, fui con las expectativas bajas, ya que no esperaba encontrarme ninguna maravilla, tan solo un film normalito de terror que me hiciera pasar un buen rato.
Sin embargo, por muy bajas que tuvieran mis expectativas, no las había bajado lo suficiente para el bodrio con el que iba a encontrarme; mas bien, debería haberlas enterrado bajo tierra muy cerca del núcleo central. Porque esto es una MIERDA -así, con mayúsculas -como una catedral de grande.
En serio, quién no haya visto esta película aún que huya de ella como de la peste bubónica. Hay películas de terror malas que tienen cierto encanto y, por lo menos, se pueden ver tranquilamente una noche que no tengas nada que hacer. No es el caso de esta bazofia, que hace que estés deseando que termine desde mucho antes de la mitad de su metraje. Si conseguí verla hasta el final fue, exclusivamente, por mis principios de no dejar nunca a la mitad una película que no haya visto, porque tuve unos deseos enormes de no terminar de verla e irme corriendo a la mitad.
Vayamos por partes.
La película empieza bien con dos escenas de arranque bastante buenas que hacen parecer que la película cumple las expectativas. Una es la escena con la que empieza el film en donde la protagonista, ya convertida en vampiro, contrata los servicios de una prostituta -interpretada por Cameron Richardson, una bellísima actriz y modelo estadounidense cuyo trabajo mas destacable es la serie de Tv Harper´s Island -y se la lleva a una gran mansión donde la chica le hace un strip-tease y, cuando está a punto de empezar lo bueno, le exige que se lave bien las manos. Por lo que la chica va al baño y allí se topa con una trampa y termina en una jaula atada, amordazada y colgada boca abajo. La chica es el pago a un viejo vampiro paraplejico a cambio de información sobre el paradero del líder de los vampiros, de quién la protagonista se quiere vengar. El vampiro le da la información y le pide que le deje a solas con la chica. Por suerte, la protagonista no es tan cabrona y, en lugar de dejar a la chica a merced del vampiro, mata al vampiro con una ballesta -su arma favorita -y libera a la chica, a la que deja ir. Una buena elección. Yo hubiera hecho lo mismo si me encontrara en la piel de la protagonista. Si uno de los dos tenía que morir, mejor el vampiro cabrón que la chica guapa.
Después de esta escena, comienzan los flashbacks que cuentan como la protagonista ha llegado a esa situación. Entre ellos se produce la otra escena destacable del film, que no es otra que la escena de la muerte de la hija del policía. Ella y una amiga van a lo que, según ellas, será una fiesta salvaje que tanto gustan a los adolescentes y los universitarios en una casa que ya da mal rollo solo con verla desde fuera. Las dos se meten en la casa y entran de lleno en la boca del lobo, ya que la fiesta está organizada por los vampiros, que hacen una carnicería con ellas.
Ahí se acaba lo bueno porque, a partir de entonces, la película comienza a bajar, pero en caída libre. A lo largo del metraje se suceden un sin fin de escenas y situaciones a cada cual mas ridícula -ver como la protagonista es secuestrada por unos niñatos es para echarse a llorar -, el desarrollo es tan lento y aburrido que llega a desesperar y las pocas escenas de acción que hay en todo el film dan vergüenza ajena. Todo hasta terminar en un climax de lo mas absurdo y previsible que he visto en años. Para colmo, el gore, la sangre y el erotismo que hay a lo largo del film es demasiado light para hacerla algo mas soportable.
Lo peor, sin duda, es el tratamiento que aquí se le da a los vampiros. No se si en un patético intento de parecer originales o de intentar ser realistas, aquí los vampiros caminan a la luz del sol, no tienen una fuerza superior a la de los humanos ni ningún otro poder o habilidad y, encima, NO TIENEN COLMILLOS. Así que, para chuparle la sangre a la gente, tienen que despedazarla o arrancarles trozos de piel -de ahí el contenido gore -. Como la protagonista que, en la escena en la que se alimenta de sangre por primera vez en el depósito de cadáveres, le arranca con los dientes la piel del brazo a uno y se bebe su sangre; una escena que recuerda mas a una película de zombies que a una película de vampiros.
En lo que respecta a los actores, Lucy Liu lo hace bien y hace lo que puede para que su personaje no caiga en el ridículo; cosa que consigue solo a medias. Lo mismo puede decirse de Michael Chiklis, actor conocido gracias a la serie de Tv The Shield y por haber sido La Cosa en las dos entregas de Los 4 Fantásticos dirigidas por Tim Story. En el reparto también podemos encontrar buenos interpretes como la estupenda Carla Gugino -que ya trabajó con el director en El Beso de Judas -, Mako -fallecido actor japonés que hemos podido ver en films como Conan el Bárbaro (John Milius, 1982) o Pearl Harbor (Michael Bay, 2001) -o el siempre excelente Robert Forster, nominado al oscar por Jackie Brown (Quentin Tarantino, 1997). Sin embargo, aunque hacen un buen trabajo, su presencia en el film es totalmente insípida y reducida -en el caso de Forster, es totalmente fugaz -. También hay un cameo del cantante Marilyn Manson -ese que, a pesar de su pinta de zombie en los carnavales, se ha ligado a Dita von Teese, Rose McGowan y Evan Rachel Wood -como camarero en un bar de carretera.
En resumen.
Perdón por mi lenguaje, pero esta película es MALA DE COJONES. Y es una rabia porque, con una historia como esa y una protagonista tan buena, se podría haber hecho algo mucho mejor o, como mínimo, algo medianamente decente. Desde luego, Sebastian Gutierrez se dejó todo su talento -el cual no debía ser mucho -en la estupenda El Beso de Judas porque, a parte de este engendro, sus guiones para Gothika (Mathieu Kassovitz, 2003) y Sespientes en el Avión (David R. Ellis y Lex Halaby, 2006) tampoco son para echar cohetes. Así le pasó, que la película fue un completo fracaso en taquilla que ni siquiera compensa su bajo presupuesto, porque su recaudación no dio ni para pipas.
Desde luego, esta es una película que no recomiendo ni a mi peor enemigo. Tal vez si aconsejo ver la ya mencionada escena del comienzo, aunque solo sea una vez, para poder ver desnuda a Cameron Richardson -que es todo un regalo para la vista -jugueteando con Lucy Liu. El resto es para tirarlo a la basura.