Para empezar, pido
perdón por haber tenido este blog muy abandonado últimamente. Este año he
tenido un verano muy agetreado que me ha dejado poco tiempo para publicar,
tanto en el blog matriz como en este.
Pero, ya lo he retomado
y lo hago con esta película, secuela de uno de los mayores crásicos de la
historia del cine.
Los Ángeles, 2049. En
una decadente sociedad en la que los replicantes se han integrado, K (Ryan
Gosling) es un replicante de nueva generación que trabaja para el departamento
de policía como blade runner, dando caza y retirando a replicantes clandestinos
de modelos más viejos. Su última misión lo lleva hasta una granja donde, tras
cumplir su misión, descubre una misteriosa caja cuyo contenido le pone tras la
pista de algo relacionado con un suceso ocurrido 30 años antes y que tiene que
ver con Rick Deckard (Harrison Ford), un antiguo blade runner que desapareció.
He resumido mucho la
sinopsis porque no quiero revelar mucho de esta película, de la que no quiero
hacer ningún spoiler.
Bueno, empecemos ya.
Hace 35 años, Ridley
Scott, que ya venía de revolucionar la ciencia ficción con Alien (1979), volvió a revolucionar el género con Blade Runner (1982), una libre
adaptación de la novela ¿Sueñan los
Androides con Ovejas Eléctricas?, de Philip K. Dick, que, aunque fue en su
día una película con muchos problemas de producción, fracasó en taquilla y fue
machacada por la crítica, ha pasado a la historia como una obra maestra y un
gran clásico que ha influido mucho en películas posteriores.
Por ello, muchos se llevaron las manos a la cabeza cuando se anunció la puesta en marcha de una secuela en el Hollywood actual, donde las secuelas y los remakes lo inundan casi todo.
Ni siquiera la presencia de Ridley Scott como productor resultaba una garantía, debido al desafortunado regreso de este director a la saga Alien con Prometheus (2012), una buena película pero con unos fallos de guión imperdonables, y la reciente Alien: Covenant (2017), cuyo guión no solo tiene fallos, sido que ha sido un completo desastre.
Sin embargo, parece que, en esta ocasión, Scott ha sido listo. Hacer la secuela de un peso pesado como Blade Runner no es tarea para un director cualquiera, así que no dudó en cederle la dirección a otro peso pesado.
El elegido ha sido el
canadiense Denis Villeneuve, un director que, al igual que Christopher Nolan y
Zack Snyder, está teniendo una ascendencia meteórica dentro de la industria y,
en poco tiempo, ha logrado ganarse un gran prestigio; especialmente, los dos
últimos años con las películas Sicario
(2015) y La Llegada (2016). Un
prestigio puesto en peligro al aceptar dirigir esta película donde, si
fracasaba, nadie se lo iba a perdonar e iba a vivir con la losa de haber
destrozado la memoria de un gran clásico.
Después de una producción
menos problemática que la que tuvo la primera, la película ya está en los
cines, donde ha tenido unos resultados muy desiguales.
Por un lado, no se puede
decir que esté haciendo una buena taquilla. Aunque debutó en el primer puesto
en EEUU, sus resultados en territorio estadounidense no están siendo muy altos,
llevando hasta ahora recaudados 62 millones de dólares; algo no muy alentador
para una película que ha costado 150 millones de dólares –aunque, otros cifran
su presupuesto en 185 millones –sin contar lo gastado en publicidad.
En el resto del mundo la
película tampoco está haciendo cifras astronómicas. Aún así, lleva ya
recaudados 95 millones de dólares, haciendo que su taquilla global sea de 157
millones de dólares. Así que es posible que la película, al final, haga algo de
dinero.
La otra cara de la
moneda es la crítica. Ya dije que en su día los críticos machacaron la primera
película –luego, como es habitual en ellos, cambiaron de opinión cuando la
historia no les dio la razón –. Con esta película, la cosa ha cambiado y la
crítica, en su mayoría, se ha volcado en elogios con ella.
¿Y que opino yo? Pues a
eso vamos.
Por si alguien no lo
sabe, a mí Blade Runner me encanta.
Es una película que adoro y que he debido haber visto cientos de veces. Así que
esta secuela la esperaba con curiosidad, pero también con mucha desconfianza.
Finalmente, fui a ver la
película cuando pude ir a la gran ciudad a verla –porque si tengo que esperar a
que la pongan en el cine de mi pueblo me pilla el 2049 de verdad –. Mi mente
estaba completamente abierta, sin hacerme muchas ilusiones pero, tampoco,
desilusinándome demasiado. Disponiéndome a asimilar cualquiera que fuera el
resultado.
Pues bien. La película…
ME HA ENCANTADO
Es una película
MARAVILLOSA y una secuela no solo digna, sino que está completamente a la
altura de la primera. Y lo digo completamente en serio.
Tenía miedo de que a Villeneuve
se le hubieran subido a la cabeza los elogios que ha estado recibiendo los dos
últimos años y su ego le llevase a intentar superar a la primera o a hacer algo
parecido a lo que hicieron Gus Van Sant con Psicosis
o Bryan Singer con Superman; se me
ponen los pelos como escarpias solo de pensar en ello.
Pero, nada más lejos de la realidad. El tipo, por un lado, ha sido completamente respetuoso con la película original y, por el otro, ha aportado su propia personalidad al proyecto. Todo ello sin perder en ningún momento el equilibrio entre lo uno y lo otro, algo muy difícil de hacer y que solo hacen directores con verdadero talento.
Yo, desde luego, aunque no le tenía entre mis favoritos, ya había visto que Villeneuve es un director bueno de verdad, con verdadero talento, nada que ver con esos directores sobrevalorados solo por el hecho de hacer cine independiente o de autor –ojo, no quiero decir que los que hagan ese tipo de cine sean directores sobrevalorados, solo digo que a algunos se los sobrevalora solo por hacer ese tipo de cine –. Y, desde luego, con esta película, el tipo se pone a la altura de Nolan y Snyder.
Visualmente, la película
es impresionante. El estilo visual de la primera pelícual está muy bien
recreado, sin dar en ningún momento la sensación de ser una copia, y bien
insertado en el cine del siglo XXI, donde la introducción del CGI y las nuevas
tecnologías está hecho de forma brillante y muy acertada, sin que en ningún
momento cante nada. También la introducción de nuevos escenarios más propios
del estilo de su director está muy lograda.
Desde luego, ha sido un
gran acierto contar de nuevo con Hampton Fancher para el guión de la película.
Para mí, Fancher era la verdadera alma del guión de la primera película,
mientras que David Webb Peoples se limitó a seguir las instrucciones del
estudio después de que Fancher fuese despedido.
Aquí, Fancher ha
elaborado la historia de la película junto a Ridley Scott –aunque, este no
aparece acreditado –y ha escrito el guión junto a Michael Green, que vuelve a
estar tan acertado como en Logan. Un
guión que no es perfecto –todo hay que decirlo –, pero si muy bueno, muy
trabajado y que, sobre todo, continúa muy bien al de la primera, profundizando
más en su historia y su gran carga filosófica, humanista y metafísica.
Además, el tratamiento
que se le da a los personajes es realmente brillante, recibiendo todos los
personajes una gran profundidad, independientemente del tiempo que duren en
pantalla.
A esto ha ayudado mucho
un buen casting de actores que han hecho un estupendo trabajo muy bien ayudado por
la brillante dirección de actores de Villeneuve.
Comenzando por Harrison
Ford, que ya estuvo sobresaliente en su regreso como Han Solo hace dos años y
aquí vuelve a estar que se sale en su regreso como Rick Deckard, pese a tener
una presencia reducida –ya dijeron desde el principio que no iba a aparecer
hasta el tercer acto –y cederle el protagonismo a otro.
Ese otro es Ryan Gosling,
que no es uno de mis actores favoritos, pero aquí me ha encantado. Su trabajo
ha sido excelente y ha sabido llevar muy bien el peso del protagonismo de la
película en sus hombros y coger muy bien el testigo de Ford.
Recuerdo como se quejaba
Jared Leto de que su Joker no gustó en Escuadrón
Suicida (David Ayer, 2016) porque no le dejaron mucho tiempo en pantalla;
argumento que echa por tierra este film. Como ya he dicho antes, el tiempo en
pantalla no ha sido problema para desarrollar bien a los personajes y su
personaje no ha sido una excepción. Porque solo ha tenido un par de escenas y
eso no ha sido impedimento para comerse la pantalla en todo momento.
Mención especial merece la
bellísima Ana de Armas, actriz que me gusta mucho y que aquí está realmente fantástica
en un papel del que no diré mucho para no hacer spoiler, pero que muchos lo comparan
con la película Her (Spike Jonze,
2013).
También merece especial
mención Robin Wright, que después de House
of Cars y Wonder Woman se
encuentra cada vez más cómoda interpretando a personajes duros.
Y otra mención especial
merece el ex-luchador Dave Bautista, que cada vez mejora más como actor.
Vamos resumiendo ya.
La película es
maravillosa, un auténtico PELICULÓN. De lo mejor del año; y hasta me atrevería
a decir de la década y hasta de lo que llevamos de siglo. Y, desde luego, como
secuela está completamente a la altura de su predecesora, algo muy difícil de
conseguir, pero no imposible.
Y, desde luego, la
definitiva confirmación de que Denis Villeneuve es uno de los nuevos talentos
del cine actual, como Nolan y Snyder. Desde luego, tengo muchas ganas de ver
esa anunciada nueva versión de Dune
que va a dirigir y donde, seguro, se apuntará otro tanto.
Una pena que no esté
teniendo mucho éxito en taquilla. Aunque, esto era de esperar. Mientras veía la
película comprendía que, por mucho que a mi me estuviera impresionando, no es
una película de las que les gusta al gran público. Menos mal que yo siempre
suelo ir a las sesiones donde va menos gente –la sala estaba casi vacía donde
la vi –, porque he oído decir a otros que la vieron en el estreno que la gente se
sacaba los móviles a la mitad y otros hasta se salían a fumar y todo.
Claro, que también
tuvieron algo de culpa los distribuidores, que en los tráilers dieron una
imagen muy diferente de lo que la película en realidad es.
Pero, bueno, recordemos
que la primera también fue un fracaso en su día y el tiempo hizo justicia con
ella. Esta, por lo menos, cuenta con el respaldo de la crítica y los cinéfilos.
Apuesto que, cuando salga a la venta en formato doméstico tendrá un resultado económico
mucho mejor que el de los cines, como ha ocurrido con Ghost in the Shell.