Vamos con el que se puede
considerar el primer gran desastre de este año. Empezamos bien.
En 1795, el doctor Victor
Frankenstein (Aden Young), viola todas las leyes científicas y divinas al
conseguir dar vida a un monstruoso ser (Aaron Eckhart) que luego intenta
destruir al darse cuenta de la abominación que había creado. El ser, furioso,
se venga de él asesinando a su esposa, Elizabeth (Virginie Le Brun), y después
huye. Loco de venganza, Frankenstein persigue a su monstruo hasta el mismísimo
polo norte, pero muere a causa del frío y la criatura recoge su cadáver y lo
entierra. En esos momentos es atacado por unos extraños seres, pero es
rescatado por unos misteriosos guerreros que lo llevan ante su reina, Leonore
(Miranda Otto). Esta le explica que ellos son Gárgolas, seres creados por el
arcángel Miguel para proteger a la humanidad de los demonios, que son los seres
que le atacaron y de quienes le rescataron. Desde hace mucho tiempo, las
Gárgolas y los Demonios llevan enfrascados en una guerra a espaldas de la
humanidad.
Por alguna razón, Naberius (Bill
Nighy), príncipe de los demonios, le está buscando. Es por ello que Leonore,
que lo bautiza dándole el nombre de Adam, le pide que se quede con ellos a
pesar de las reticencias de Gideon (Jai Courtney), su principal lugarteniente,
que no se fía de él. Pero Adam se niega a quedarse con ellos y emprende una
huída en solitario llegando hasta nuestros tiempos, ya que no envejece ni
muere. Naberius continúa buscándole mientras, haciéndose pasar por el
multimillonario Charles Wessex, financia los experimentos de la doctora Terra
Wade (Yvonne Strahovski), una brillante científica que trabaja en la
reanimación de cadáveres.
Yo, Frankenstein
es la adaptación de un cómic del actor y guionista Kevin Grevioux quién,
precisamente, interviene en la película dando vida a uno de los demonios;
además de cómo productor ejecutivo y colaborando en el argumento del film. El
cómic hace una reinvención del famoso personaje creado por Mary Shelley,
convirtiéndolo en un héroe –o antihéroe –de acción en medio de un aguerra que
dos especies de criaturas mitológicas libran a espaldas de la humanidad.
Stuart Beattie, guionista de
películas como Collateral (Michael
Mann, 2004), 30 Días de Oscuridad
(David Slade, 2007), Australia (Baz Luhrmann,
2008) o G. I. Joe (Stephen Sommers,
2009), es quién se ha encargado del guión y la dirección de este film, en su
segunda película como director después de la notable Mañana, cuando la guerra empiece (2010).
Como ya he dicho antes, la
película ha sido un desastre. Con un presupuesto de 65 millones de dólares,
solo ha hecho 19 millones en la taquilla estadounidense y 50 millones en el
resto del mundo, haciendo un total de 69 millones de dólares, con lo que tan
solo ha cubierto su inversión y poco más. Y si hablamos de cómo está siendo
recibida por público y crítica, el desastre es aún mayor.
Todo esto ha hecho que el estreno
en España, previsto para el pasado 28 de febrero, se haya retrasado hasta el próximo
30 de abril; aunque empiezo a dudar de si la película va a llegar a los cines
españoles después de estos resultados.
A mí este tipo de películas me
suelen atraer mucho, ya que me encanta el fantástico y la acción; sobre todo si
los mezclan en un mismo film. Pero, la verdad, esta película no me despertaba mucho
interés y si no he querido esperar a que llegue a España para verlo ha sido
simplemente para quitármelo de encima.
Pues bien, tras haberlo visto,
debo decir que la película no me ha desagradado tanto como esperaba, pero me ha dejado bastante indiferente. Por un lado no es
un bodrio total, ya que está bien hecha en algunos aspectos. Pero tampoco es
una película que quiera ver más veces. Bueno, tal vez si la ponen por la Tv y
no hay otra cosa que ver, seguro que me animaría a verla, pero nada más.
Y es que, tal y como me temía,
tenemos una película que está bastante bien visualmente –aunque con matices; ya hablaré mas delante de ello –, pero que se
ve tan rápido como se olvida.
La película, en el fondo, no es
más que un intento de crear una franquicia parecida a la de Underworld. Por algo están implicados varios productores de
aquella: incluido el propio Grevioux que, recordemos, fue uno de los creadores
y, además, participó como actor en la primera y la tercera entregas.
Lo que pasa es que Underworld es una historia que atrapa,
que emociona, que progresa a medida que avanza el metraje manteniendo el
interés hasta el final; sobre todo en la segunda entrega. Aquí, en cambio, la
historia no termina de arrancar. Todo es un quiero y no puedo en todo momento y
al final la historia termina por perder interés. Todo por culpa de un guión muy
poco trabajado y unos personajes muy mal desarrollados que echan a perder un
casting bastante acertado.
Porque los actores no están mal.
Todos hacen lo que pueden, pero no consiguen evitar que el conjunto caiga por
su propio peso y al final ninguno de ellos llega a despertar interés; ni tan
siquiera la bellísima Yvonne Strahovski, quién está terriblemente
desaprovechada como protagonista femenina.
Pero, bueno, como ya he dicho, no
todo es malo en esta película.
Tal y como ya dije, en el aspecto
técnico y visual, la película si está bastante acertada. Sobre todo en la
fotografía, el diseño de producción, las escenas de acción y los efectos
especiales. Aunque tampoco está del todo bien, porque hay cosas que fallan.
Por ejemplo, la película debería
haber tenido más violencia y, sobre todo, sangre. Que cuando se matan las
Gárgolas y los Demonios en lugar de salir fuego y luces celestiales debería
haber habido sangre a borbotones y cabezas cortadas por doquier. Pero,
claro, había olvidado que estamos en una época en la que los productores cada
vez tienen más miedo a la calificación R y el PG-13 se está imponiendo cada vez más.
Luego, en los monstruos que vemos,
tenemos que las Gárgolas están bastante bien hechas; puede que el ordenador
cante algo, pero las he encontrado aceptables. La otra cara de la moneda son
los demonios, los cuales son una puta mierda, no hay mas que decir; sobre todo Naberius –lo podéis
ver en algunos de los posters que he colocado al principio y comprobaréis la vergüenza
ajena que provoca –.
En cuanto al protagonista, Adam,
tres cuartos de lo mismo. Es solamente un humano con el cuerpo lleno de
cicatrices, nada más, y a penas recuerda al ser creado por Mary Shelley. Ni siquiera parece que esté hecho con las partes de varios muertos, sino que fue despedazado y lo han vuelto a coser. Desde luego, cuesta
hasta creerse que el doctor Frankenstein quisiera destruirlo al principio por considerarlo una
abominación. Viendo las ilustraciones del cómic, lo ideal hubiera sido haber hecho algo parecido al Marv de Sin City, eso hubiera quedado genial; pero se ve que optaron por el camino fácil.
Todo esto hace que, al final, no
pueda darle el aprobado a la película. Si tuviera que puntuarla, la nota final
sería superior a 4, pero sin llegar en ningún momento a 5. Pero, aún así, se libra de ir al
rincón de las malas.
Sin embargo, está claramente
justificado su fracaso comercial, ya que no consigue ni tan siquiera atraer al
público potencial de este tipo de producciones; y yo lo sé bien, ya que
pertenezco a este grupo, como he dicho antes.
Una pena, porque podría haber
sido mucho más de lo que al final es.
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