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11 de abril de 2018

LA FORMA DEL AGUA (2017)















He tardado un poco, pero aquí traigo la review de la última película de Guillermo del Toro, ganadora en la última edición de los oscars.

La historia se ambienta en Baltimore (EEUU), a principios de los años 60, en plena Guerra Fría. Elisa Esposito (Sally Hawkins) es una joven muda que vive sola en un apartamento que hay sobre un cine y cuyas únicas amistades son Giles (Richard Jenkins), su vecino, un artista gay muy solitario, y Zelda (Octavia Spencer), su compañera de trabajo, una afroamericana que también le sirve de intérprete. Ella y Zelda trabajan como limpiadoras en un laboratorio secreto del gobierno.

Un día, a ese laboratorio es llevado un extraño ser amfibio de forma humanoide (Doug Jones), que fue capturado en un río sudafricano por el coronel Richard Strickland (Michael Shannon), quién es también su cuidador. El ser es utilizado para experimentos con fines militares, pero es también sometido a torturas y maltratos que no pasan desapercibidos para Elisa, quién pronto establece un vínculo con el ser y decide ayudarlo a escapar cuando descubre los planes que tienen con él. Consigue convencer a Giles para que la ayude, pero también obtendrá la ayuda de Zelda y la inesperada ayuda del Dr. Robert Hoffstetler (Michael Stuhlbarg), uno de los científicos del laboratorio, quién guarda un gran secreto.


Guillermo del Toro se reconcilia con Hollywood con su última película. Tras los cinco años en que estuvo ausente para trabajar en El Hobbit, el director mexicano aún no había tenido, lo que se dice, un regreso triunfal.

Ni Pacific Rim (2013) ni Crimson Peak (2015) lograron cumplir todas las expectativas y, luego, el director mexicano ha visto como varios de sus proyectos eran cancelados o se le escapaban de las manos; cómo la tercera entrega de Hellboy.

No obstante, con La Forma del Agua ha logrado colocarse de nuevo entre los grandes. La película no solo ha sido un gran éxito de taquilla. Con un presupuesto de 19 millones de dólares, solo en EEUU ha recaudado 64 millones de dólares, a los que hay que sumar 127 millones más en el resto del mundo, haciendo un total de 191 millones de dólares.

Pero, además, la película ha sido alabada por público y crítica y, tras ganar varios premios, fue la ganadora en la última edición de los Oscars. Algo que ha sorprendido a mucha gente; especialmente, a mí.

Cómo ya dije en varias ocasiones, yo pensaba que el oscar al mejor director lo tenía asegurado pero, debido a su condición de película fantástica, no iba a poder ganar el oscar a la mejor película debido a la reticencia de la Academia con el cine fantástico. Ya hicieron una excepción con El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey (Peter Jackson, 2003) y pensaba que tendrían que pasar unas cuantas décadas más para que se animaran a premiar otra película fantástica. Sin embargo, contra todo pronóstico, esta película se ha alzado con el oscar a mejor película por encima de otras que eran más favoritas, como Tres Anuncios a las Afueras (Martin McDonagh, 2017).

Como amante del cine fantástico que soy, debería estar dando palmas con las orejas porque una película fantástica se haya hecho con el oscar a mejor película. Sin embargo, este triunfo no me ha entusiasmado tanto. Y es que, aunque pienso que el oscar a mejor director lo tiene más que merecido, no me ha parecido una película digna de ganar como mejor película.

Para empezar, no era mi gran favorita en los oscars. Mi gran favorita era Dunkirk (Christopher Nolan, 2017). No obstante, ya sabía de antemano que esa película tenía muy pocas posibilidades, ya que –independientemente de su talento -, Nolan no es un director del gusto de los académicos. No obstante, mi otra gran favorita era la ya nombrada Tres Anuncios en las Afueras que pienso yo que se merecía más ese oscar que esta película que nos ocupa.

¿Por qué? Pues porque Tres Anuncios a las Afueras tiene lo que le falta a esta película: un guión magistral.


Y es que, tal y como me esperaba –por desgracia –, Guillermo del Toro nos ha vuelto a ofrecer lo que nos lleva ofreciendo en sus últimos trabajos como director: una película muy buena a nivel visual y a nivel interpretativo, pero con un guión que no está a la altura de su maestría.

Empecemos por lo bueno.

Como ya he dicho, Guillermo del Toro tiene muy merecido el oscar a mejor director –y hasta diría que la academia le debe unos cuantos oscars más en esa categoría –. Y es que el tipo vuelve a dirigir de forma magistral, dejando en todo momento su sello personal, con ese estilo a medio camino entre la fantasía propia de los cuentos y el terror propio de los relatos de Lovecraft que tanto caracteriza su filmografía. Además, no le tiembla el pulso a la hora de incluir violencia y hasta sexo, lo cual es muy de agradecer en estos tiempos en los que reina el PG-13.

El diseño de producción es alucinante. Sin duda –otro oscar que la película tiene muy merecido –y la estupenda fotografía le ayuda mucho. Y, en cuanto a los efectos especiales, se agradece también que no abuse del CGI y recurra a efectos más prácticos.

Los actores son otro de los puntos fuertes de la película.

Sally Hawkins está impresionante y hace un excelente trabajo, llevando muy bien el protagonismo y el reto de interpretar a un personaje mudo; que es algo más difícil de lo que parece a simple vista.

De Doug Jones es difícil hablar, ya que casi siempre le vemos cubierto de maquillaje o digitalizado. Sin embargo, pese a todo ello, en esta película se puede ver que hace un excelente trabajo; especialmente, en el tramo final.

Rchard Jenkins y Octavia Spencer hacen ambos un excelente trabajo en esta película, pero no creo que sea suficiente para ser nominados al oscar como secundarios.

Quién si se merecía ser nominado, y hasta ganar, es sin duda Michael Shannon, que es el mejor de todo el reparto dando vida al villano principal; algo que al actor se le da muy bien –no hay más que verle como Zod en Man of Steel (Zack Snyder, 2013) –. Y en esta película el tipo está que se sale dando vida a su personaje con una naturalidad que hasta asusta.

Lo que no me ha hecho mucha gracia es que Del Toro haya utilizado su personaje para hacerle un homenaje a su amigo Santiago Segura y, especialmente, al personaje de Torrente –los que hayan visto la película, ya sabrán de lo que hablo –.

Los actores, del primero al último, hacen un gran trabajo, de eso no hay ninguna duda; además de que la sobresaliente dirección de actores de Del Toro saca lo mejor de ellos. Pero, una cosa son los actores y otra los personajes. Es aquí donde entro en la parte donde la película flojea: EL GUIÓN.


Cómo ya he dicho antes, Guillermo del Toro continúa dirigiendo de forma magistral. Sin embargo, el tipo ya no cuida los guiones de sus películas como antes. Los guiones no son malos, ojo, pero no están a la altura de su portentosa dirección y eso estropea el conjunto.

Y, desgraciadamente, con esta película no ha hecho una excepción.

El guión es obra del propio Del Toro y Vanessa Taylor, basado en una historia del director mexicano que, según dicen, se le ocurrió en 2011, durante un desayuno con Daniel Kraus, con quién escribiría la novela Trollhunters y con quién ha escrito una novelización de esta película.

Seguramente, esto lo dirán para contrarrestar unas acusaciones de plagio por parte del director de un cortometraje y el autor de una novela, ambos con un argumento similar. Yo, desde luego, no creo que exista ningún plagio. Lo que ocurre es que la historia que nos cuentan aquí ya nos la han contado muchas veces; de muchas formas distintas pero, en el fondo, la misma historia. Los que acusan a Del Toro de plagio, a parte de ser unos oportunistas, son unos hipócritas, porque ellos, quieran o no quieran, también han copiado a otros.

Pero, bueno, dejemos esto a un lado, que me estoy saliendo del tema, y vamos con el guión.

Como ya he dicho, el guión no es malo del todo. Es una película de género fantástico, pero que, a la vez, hace mucha denuncia social. Denunciando temas como el abuso de poder, el racismo o la homofobia.

Todo eso está muy bien. El problema es que el guión lo aprovecha bien a causa de una larga sucesión de tópicos –los hay como para parar un carro –y situaciones tan previsibles que te sientes vidente viendo la película, porque sabes lo que va a pasar en todo momento. Tan solo al final te dan una sorpresa, pero no es una sorpresa para bien –al menos, por mi parte –. Luego hablo de esto, porque hay spoilers de por medio.

Los actores hacen un gran trabajo, eso ya lo he dejado claro. Pero, una cosa son los actores y otra cosa son los personajes. Y, aquí, los personajes están estereotipados a más no poder. Todo es blanco o negro, los buenos muy buenos y los malos muy malos. No hay término medio ni ambigüedad alguna. Tan solo hay algo de ambigüedad en el único personaje no-humano de la película, el ser amfibio; aunque, viendo las putadas que le hacen, entiendes que reaccione de esa manera en algunas situaciones.


Por eso, pese a lo mucho que me gusta el cine fantástico y Guillermo del Todo como director, no considero esta película digna ganadora del oscar a la mejor película, ya que su guión no está a la altura para ello. Si se merece –y mucho –el oscar a mejor director, al igual que el de mejor diseño de producción y el de mejor banda sonora, ya que la música que acompaña a la película está muy bien; incluso hubiera visto con buenos ojos que le hubieran dado el oscar a mejor actriz a Sally Hawkins. Pero, el oscar a mejor película…

Menos mal que, por lo menos, no le dieron el oscar a mejor guión original; ahí si que hubiera puesto el grito en el cielo. Claro, que viendo a la que al final se lo dieron, al final el cabreo acabé teniéndolo.

En fin.



ATENCION. Advierto que lo que viene a continuación contiene SPOILERS de la película. Aconsejo no leerlo a quién no la haya visto aún y, si alguien lo hace de todas formas, lo hará bajo su total responsabilidad.



Cómo ya he dicho antes, al final se nos da una sorpresa no muy agradable. Bueno, más bien no es una sorpresa, lo que ocurre es que nos dan gato por liebre.

En el comienzo de la película en blanco y negro, la voz en off del personaje de Jenkins parecía que nos aventuraba un final trágico. De hecho, ese comienzo me recordó mucho al comienzo de Mouline Rouge (Baz Luhrmann, 2001), cuando veíamos a un abatido Ewan McGregor un año después de lo que sucede en la película, lo que nos aventuraba que la historia no iba a tener un final feliz.

Y aquí me pasó lo mismo. Cuando escuchaba la voz de Jenkins –vi la película en voz original, por cierto –hablando de pérdida, pensé que la peícula tampoco iba a tener un final feliz. A mí me da igual que un final sea feliz o sea trágico siempre que funcione y sea beneficioso para la película. Lo que no me gusta nada es que me tomen el pelo.

Al menos, así es como me sentí en ese final en el muelle, en el que la chica moría y el ser amfibio sobrevivía –o volvía a la vida, a saber –. Pero, cuando se mete en el agua con el cuerpo de la chica en brazos ¡Sorpresa! La chica sobrevive porque resulta que no es del todo humana. Y es que es una medio-amfibia o algo por el estilo. No nos lo explican muy bien en la película, pero si nos dan pistas: como que fue encontrada de niña en un río, las cicatrices que tiene en el cuello –que resultan ser branquias –o que le gusta masturbarse dentro del agua.

Y esto es otra cosa que me toca las narices. Porque, lo que más me fascinaba de la película era ver una humana teniendo sexo con un ser amfibio –si, me va mucho el rollo de chica con monstruo, para que negarlo –. Sin embargo, que la protagonista no sea del todo humana le quita interés a la cosa; al menos, a lo que a mi respecta.

Así que, al final, tenemos un final feliz cuando me había hecho a la idea desde el principio que la película iba a terminar de forma trágica y me dejan sin rollo chica con monstruo porque la protagonista es un híbrido –o a saber que puñetas es –.




Fin de los SPOILERS. Ya podéis leer con tranquilidad.



Por todo esto, y mucho más, es por lo que no veo con buenos ojos que la academia de Hollywood considere esta película como la mejor de 2017 pese a ser una película fantástica y el gran trabajo que ha hecho Del Toro en la dirección. Desde luego, esto no hace más que disminuir la poca fe que tengo en los Oscars; como en los demás premios de cine.

Para mí, Guillermo del Toro sigue siendo un excelente director y su forma de dirigir sigue siendo brillante. Pero, desde luego, el tipo tiene que currarse mejor los guiones de sus películas, porque guiones como este son impropios de alguien con su talento.

En resumen.

Una película excelente a nivel visual, con una dirección sobresaliente y unas brillantes interpretaciones, pero con un guión que no está a la altura del resto de la película y termina estropeando el conjunto.










29 de julio de 2016

THE SHALLOWS (2016)















Con las películas de tiburones ocurre como con las adaptaciones de videojuego: la mayor parte de las películas que se hacen son basura y las buenas películas, prácticamente, se cuentan con los dedos de una mano.

Desde que Steven Spielberg asombró al mundo con la maravillosa Tiburón (1975), las películas de tiburones malas hasta decir basta se han ido sucediendo a lo largo de las últimas décadas; películas hechas con poco dinero y menos talento aún destinadas, principalmente, a acumular polvo en las estanterías de los videoclubs.

Primero tuvimos las cutreproducciones italianas que mamaron todo lo que pudieron del film de Spielberg durante finales de los 70, toda la década de los 80 y parte de los 90. Ahora, en el siglo XXI tenemos los Sharknados y demás mierdas de la Asylum y compañías peores que nos han dejado defecaciones como Tiburones en Venecia, Tiburones en la Arena, Tiburón de Dos Cabezas, Tiburón-Pulpo, Tiburón-Piraña, Tiburones Zombies, Tiburones Nazis… y así un largo etcétera que hace que me alegre de que los tiburones no vean películas porque, de lo contrario, serían capaces hasta de salirse del agua para matar a los humanos; incluso Bruce, el simpático tiburón blanco de Buscando a Nemo, saldría del agua con un hacha llevando al máximo el homenaje a El Resplandor.

Sin embargo, entre toda esa mierda, suelen surgir de vez en cuando películas que, aunque están muy lejos de llegar a la maestría del film de Spielberg, si han resultado ser películas decentes que le devuelven la dignidad a estos animales. Deep Blue Sea (Renny Harlin, 1999), Open Water (Chris Kentis, 2003), El Arrecife (Andrew Traucki, 2010) o Bait (Kimble Rendall, 2012) son buenos ejemplos.

Ahora, nos llega The Shallows, que en España se ha llamado Infierno Azul –de nuevo se han vuelto a romper los cuernos los que ponen los títulos –, la cual está siendo una de las sorpresas de la temporada.

Nancy Adams (Blake Lively) es una joven estudiante de medicina que decide ir a una playa de México muy aislada para hacer surf; ella sabe de esa playa por su madre, fallecida recientemente. Al principio todo va bien. Pero, cuando se hace tarde y se queda sola en ese lugar, es atacada por un enorme tiburón blanco que ha convertido ese lugar en su coto de caza. Herida, consigue llegar a una roca, pero queda atrapada a millas de la orilla con ese tiburón rondándola y la única compañía de una gaviota herida. Sola y sin ayuda, la joven deberá luchar por su supervivencia y buscar la forma de escapar de una muerte segura.


Originalmente titulada In the DeepThe Shallows surge de un guión escrito por Anthony Jaswinski que estuvo un tiempo en la conocida como black list, donde se encuentran los guiones que nadie produce y van de estudio en estudio en busca de alguien que quiera convertirlo en película. Y así fue, este guión estuvo un tiempo dando vueltas por Hollywood hasta que Sony Pictures decidió rescatarlo.



En un principio, la película la iba a dirigir el francés Louis Leterrier, director de películas como El Increíble Hulk (2008), Furia de Titanes (2010) o Ahora me Ves… (2013). No obstante, tras varios meses de trabajo, el director abandonó el proyecto en junio de 2015 y fue reemplazado por el español Jaume Collet-Serra, un director muy curtido en el cine de terror y en el de acción con películas como La Casa de Cera (2005), La Huérfana (2009), Sin Indentidad (2011) o Una Noche para Sobrevivir (2015).

La protagonista –y única interprete durante gran parte de la película –es la bellísima Blake Lively, conocida por la serie Gossip Girl y vista en películas como Green Lantern (Martin Campbell, 2011), Salvajes (Oliver Stone, 2012) o El Secreto de Adaline (2015).

A la película no le están yendo mal las cosas. En EEUU lleva recaudados 53 millones de dólares. En el resto del mundo solo lleva recaudados 12 millones; aunque, hay que decir a su favor que los países donde se ha estrenado hasta ahora no son muchos y todavía le quedan un montón de países donde estrenarse a lo largo del mes de agosto.

De todas maneras, la recaudación total es de 65 millones de dólares, cosa que está muy bien al tener un presupuesto de 17 millones. Además, el éxito no es solo de taquilla. La película está recibiendo críticas favorables y la reacción del público es de lo más entusiasta.

¿Y a mí que me ha parecido?

Pues, la verdad, me ha gustado mucho. Está muy lejos de ser una obra maestra y más lejos aún del gran film de Spielberg; sin embargo, es una de las que más se le acerca.

La película está muy bien hecha y se disfruta de principio a fin.

El trabajo de Jaume Collet-Serra es muy bueno. El tipo dirige muy bien, con una muy buena forma de mover la cámara y haciendo que los momentos de acción sean de lo más brutales y los momentos de crear tensión sean realmente angustiosos. También la estupenda fotografía ayuda mucho, mostrándote la belleza de ese paraíso perdido durante el día y utilizando muy bien la noche americana –escenas rodadas a plena luz del día que luego son filtradas para parecer de noche –en las escenas nocturnas.

Aunque, en lo que más acierta es en haber conseguido que la película sea totalmente disfrutable desde que empieza hasta que termina.

Antes de ver la película, yo tenía el temor de que esta fuera aburrida a ratos al estar llena de largos tiempos muertos en los que no pasa, prácticamente, nada y te tiene todo el tiempo preguntándote ¿Va a pasar algo?. Es lo que suele ocurrir con muchas películas de este tipo.

Sin embargo, nada más lejos de la realidad. En la película están pasando cosas continuamente mientras el ritmo no decae en ningún momento. Ni tan siquiera llega a aburrir en los momentos en los que la película se podría haber vuelto pesada; como cuando la protagonista es llevada a la playa por el español Óscar Jaenada, cuando está surfeando o cuando se pone a hablar con su hermana y su padre por el móvil. Nada de eso. La película se pasa volando. Es cierto que su duración es corta –86 minutos –pero, aunque hubiera durado más dos horas, de haber mantenido el ritmo y el nivel, la película no se habría hecho en ningún momento larga. Además, el climax final en la boya es de lo más impresionante.

Otra cosa que ha ayudado mucho es, sin duda, el trabajo de su protagonista.

Blake Lively está FANTÁSTICA. La chica no es solo una cara bonita, sino una muy buena actriz, y no se dedica solo a lucir palmito –y eso que, si la película hubiera resultado mala, verla en bikini hubiera compensado el dinero de la entrada –, sino que nos deleita con una estupenda interpretación y una muy buena forma de llevar sobre sus hombros todo el peso de la película.




Lo siguiente es un SPOILER de la película. Aconsejo no leerlo a los que no la hayan visto todavía.




Una escena donde podemos ver muy bien lo buena que es su interpretación es cuando el tiburón mata al borracho cabrón que trata de robarle las cosas que tiene en su mochila en la playa –incluida su tabla de surf, la cual está en el agua –. Durante el ataque, la cámara solamente muestra el rostro de la chica en todo momento y su horrorizado rostro lo dice todo.




Fin del SPOILER. Ya podéis leer con tranquilidad.




Además, la chica es toda una heroína que se enfrenta sola a un peligro mortal y tiene que salir del lío en el que está metida completamente sola, sin que ningún príncipe azul acuda a su rescate –¿Has tomado nota, Roland Emmerich…? –. Y ya sabéis lo que me gustan estas cosas.

Otro gran protagonista de la historia es el tiburón, el cual está muy bien hecho. Es cierto que llega a cantar el ordenador, como dicen algunos, pero Collet-Serra ha sido inteligente y, de una forma parecida a como hizo Spielberg en su día, nos lo muestra solo cuando nos lo tiene que mostrar y así conseguir que los defectos técnicos no lastren la película.

El animal es un auténtico hijo de puta. Ha llegado a ese lugar y lo ha convertido en su territorio, matando a todo el que se acerca e, incluso, llega a parecer que está jugando con la chica. Es tan fuerte que puede matar a una ballena joven y su cuerpo está lleno de cicatrices de haberse enfrentado con otros tiburones, u otros animales peligrosos –como orcas –a lo largo de su vida y ha salido victorioso, volviéndose más fuerte con cada victoria. Incluso tiene parte de un arpón clavado, lo que significa que ha tenido otros enfrentamientos con humanos y ha salido también victorioso.



A mí me encantan los tiburones. No me metería en el agua con ellos, no soy gilipollas, pero si son animales que me fascinan; sobre todo el Tiburón Blanco, un animal impresionante que ha vivido durante millones de años sin necesidad de evolucionar. Es cierto que este tipo de películas da mala fama a los tiburones –haciendo que algunas organizaciones ecologistas hipócritas no quieran defenderlos –. Pero, como digo siempre, esto es solo ficción y nada más. Tanto el tiburón de Spielberg como el de esta película son tiburones inusuales que, difícilmente, puedan existir en la realidad. Desde luego, la gente que se cree que los tiburones son asesinos sanguinarios que matan por el placer de matar basándose, únicamente, en películas como esta, son unos completos ignorantes.

El ser humano es mucho más peligroso que los tiburones y eso lo sabemos bien.

Volviendo a la película, pues eso. La película me ha encantado, que me ha hecho pasar un muy buen rato y me ha dejado con ganas de verla más veces. No es ninguna obra maestra, es una película de verano. Pero una película de verano de lo más lograda.


Sin duda, una de las mejores películas de tiburones que se ha hecho. No es decir mucho viendo las pocas películas decentes de tiburones que hay, pero eso no le quita mérito.






27 de mayo de 2014

GODZILLA (2014)

















ATENCION. Advierto que esta entrada contiene SPOILERS muy reveladores de la película. Quién aún no la haya visto que no la lea o lo haga bajo su total responsabilidad.





Por fin he podido ver Godzilla, nueva versión americana del famosísimo monstruo japonés y completo reboot de la franquicia que nos llega de la mano de un director joven y con poca experiencia, pero que ha demostrado tener mucho talento.

En 1999, mientras los científicos Ishiro Serizawa (Ken Watanabe) y Vivienne Graham (Sally Hawkins) investigan una mina en Filipinas donde han encontrado un enorme esqueleto y unas extrañas vainas en forma de huevo, la Planta Nuclear de Janjira, cerca de Tokio, experimenta una actividad sísmica inusual que el ingeniero supervisor, Joe Brody (Bryan Cranston), lleva días investigando. Es entonces cuando la planta sufre una gran explosión en la que Sandra (Juliette Binoche), la esposa de Joe, quién la había enviado con un equipo a investigar estas anomalías, muere.

15 años después, Ford Brody (Aaron Taylor-Johnson), el hijo de Joe y Sandra, vive en San Francisco junto a su esposa, Elle (Elizabeth Olsen), y su hijo, Sam (Carson Bolde), y es un oficial del ejército americano formando parte de un equipo antibombas. Por su parte, Joe está obsesionado con el suceso que causó la muerte de su esposa y está convencido de que lo que sucedió en la planta no fue un simple terremoto. Cuando intenta entrar en la zona de la planta nuclear, la cual está en cuarentena, es arrestado y Ford viaja hasta Japón para liberarlo. Sin embargo, Joe logra convencerle para que entre allí con él. Al hacerlo, descubren que la zona no es radiactiva y que allí el ejército americano está ocultando algo.


Godzilla es un personaje que creo que no necesita presentación. Un gigantesco monstruo con forma de saurio cuyo nombre hace referencia a un gigantesco monstruo marino de la mitología japonesa y que se creó, en parte, para criticar la bomba atómica de Hiroshima y el peligro de las armas nucleares.

Hizo su debut hace 60 años en la ya mítica película Japón bajo el terror del Monstruo (Ishirô Honda, 1954), a la que siguió una rápida secuela, Godzilla Contraataca (Motoyoshi Oda, 1955), y varios años después regresó en una tercera entrega, King Kong vs Godzilla (Ishirô Honda, 1962), donde se veía las caras con el famoso simio amante de las rubias. A partir de ahí comenzó una larga saga que, a través de tres etapas (Showa, Haisei y Millenium), ha perdurado las últimas seis décadas.

Sin embargo, el legado de Godzilla no se limita a una saga de películas, también ha influido mucho en la cultura popular nipona y ha llegado a crear un subgénero, el Kaiju Eiga, consistente en películas de monstruos gigantes e invasiones extraterrestres realizadas siempre con maquetas y tipos disfrazados.

Con todo esto, no es de extrañar que los americanos quisieran hacer sus propias versiones.

La primera versión americana llegó en 1998 en un ambicioso film dirigida por Roland Emmerich, que venía precedido del enorme éxito de Independence Day (1996), bajo el sello de Sony Pictures, que produjo la película a través de TriStar Pictures –subsidiaria de Columbia Pictures, también propiedad de Sony –. La película fue un éxito, pero no el enorme taquillazo que esperaban sus responsables y recibió muy duras críticas. Por no hablar de que los japoneses quedaron muy descontentos y renegaron de ella reactivando su saga con el inicio de la etapa Millenium.

Años después se supo que Legendary Pictures iba detrás de realizar una nueva versión, pero no se llegó a nada hasta que en 2010 se anunció la llegada a un acuerdo con Toho –compañía japonesa productora de las películas de Godzilla –para obtener los derechos y rápidamente, se puso en marcha un proyecto cinematográfico junto con sus socios de entonces, Warner Bros. Pictures.

Al frente de este proyecto se puso a Gareth Edwards, joven director británico que por aquellas fechas había sorprendido con su primera película, Monsters (2010), un film muy modesto, pero realizado con mucho talento.

Sin embargo, a pesar de contar ya con director, el proyecto no lograba salir adelante y todo parecía indicar que no llegaría a estrenarse en 2012, año en que se fijó su estreno. Sin embargo, en la Comic-Con de ese año, Edwards proyectó un breve footage que, entre otras cosas, mostraba un breve vistazo al monstruo, y la reacción de los asistentes fue de lo más entusiasta, haciendo que el proyecto resucitase y, rápidamente, se puso en marcha su producción fijando el estreno en 2014, año en que Godzilla cumple 60 años.


Así llegamos a la película que ahora nos ocupa, a la cual no le están yendo mal las cosas, puesto que a día de hoy lleva recaudados 156 millones de dólares solo en EEUU y 166 millones más a nivel mundial, haciendo un total de 322 millones de dólares. Por otro lado, la crítica no la está recibiendo muy bien; aunque no la están despellejando, como a la versión de 1998. La otra cara de la moneda es el público, que en su mayoría la está recibiendo de una forma muy entusiasta.

¿Y qué opino yo? Pues a eso vamos.

No sé si hace falta decir que soy muy, muy, muy, muy, muy, pero que muy fan de Godzilla.

En mi infancia tuve la suerte de que en mi pueblo había un videoclub que era el paraíso de cualquier friki, ya que solo tenían películas de serie B o serie Z y muchas de esas películas eran kaiju eigas y, sobre todo, películas de Godzilla. Y, vamos, me las veía todas y me encantaban. Por entonces no me fijaba en la cutrez de sus efectos especiales y su diseño de producción. Hoy en día, en edad adulta, es imposible no fijarse en esas cosas. Pero, aún así, me importa poco y continúo viendo y disfrutando esas películas como el primer día.

En su momento esperé como agua de mayo la versión de 1998 y, cuando la vi, recuerdo que no me desagradó mucho ni me pareció el gran bodrio que decían que era. En lo que más fallaba era en el casting y en la historia de amor entre los protagonistas humanos, la cual llegaba a parecer a ratos salida de una comedia romántica. Pero como monster-movie no estaba mal. Además, el monstruo estaba muy bien hecho y su diseño molaba bastante. El problema es que se parecía a Godzilla lo que un huevo a una castaña; era más bien como un monstruo independiente que los americanos tomaban por el Godzilla japonés -como los japoneses nos quisieron hacer creer en una película posterior-.

Para mí, Emmerich hizo una monster-movie apreciable. Pero Godzilla no tuvo la versión americana que se merecía.

Ahora, los americanos han tenido una segunda oportunidad con este reboot que ha dirigido un director no curtido en las grandes superproducciones de efectos especiales, pero con mucho talento, y que guarda más fidelidad con el original japonés.

Pues bien, tras haber visto la película, puedo decir a las claras que esta me ha gustado mucho y me parece que por fin los americanos han hecho justicia con Godzilla. No obstante, también debo decir que ha habido algunos detalles que me han decepcionado y que, desgraciadamente, hacen que esta película no sea del todo redonda. Pero, tranquilos, que no me he llevado una decepción como la que me llevé el año pasado con Pacific Rim (Guillermo del Toro, 2013).

Comenzaré por las cosas buenas.

Y empiezo por su director, Gareth Edwards. El tipo ya demostró en Monsters que es un director con mucho talento al conseguir hacer una película muy buena con un presupuesto pequeño, pocos actores y un equipo técnico muy reducido. No obstante, aquí existía la duda de si iba a estar a la altura de una gran superproducción de 160 millones de dólares financiada por dos grandes estudios.

Para mí, el tipo ha hecho un excelente trabajo. La película está muy bien dirigida, con un ritmo que nunca decae y un impresionante acabado visual. También me ha gustado mucho su forma de enfocar la película desde el punto de vista de los humanos con un estilo que me ha recordado bastante a Monstruoso (Matt Reeves, 2008) –película que me gustó mucho –y con una muy lograda forma de ir creando tensión hasta el gran enfrentamiento final de una forma muy parecida a Encuentros en la Tercera Fase (Steven Spielberg, 1977); película que Edwards tuvo muy en mente a la hora de hacer esta película.

Esto es lo que no ha gustado a muchos críticos que dicen sentirse decepcionados con esta película, afirmando que Godzilla sale poco y que solo vale la pena los últimos 20 minutos y el resto es pura basura.


Yo, desde luego, no puedo estar más en desacuerdo con esta gente. Cierto que me hubiera gustado ver a Godzilla mas en pantalla, no lo voy a negar, pero creo que ha salido lo suficiente para satisfacer. Además, la película no se me ha hecho ni larga ni, mucho menos, aburrida. Aquí no ocurre como en Pacific Rim, donde la mayor parte de la película se sumergía en un pozo de aburrimiento, diálogos sosos y situaciones de todo menos interesantes.

Al contrario, esta película juega muy bien con los personajes, los diálogos y las situaciones, logrando un buen equilibrio entre drama y espectáculo. A todo esto ayuda un guión estupendo y muy trabajado que está en las antípodas del nefasto guión de Pacific Rim. Guión en el que, aunque solo aparezcan acreditados Dave Callaham y Max Borenstein –como autor del argumento y autor del guión, respectivamente –, han trabajado personalidades como David S. Goyer, Drew Pearce o el mismísimo Frank Darabont.

En cuanto a este nuevo Godzilla, me ha encantado. Durante mucho tiempo llegué a creer que hacer con CGI un Godzilla similar al original japonés era imposible. Sin embargo, esta película me ha dado un buen ¡Zas! En toda la boca.

Este nuevo Godzilla es impresionante y está muy bien hecho. Su diseño es excelente y, a pesar de que su cabeza sea algo mas cuadrada, es muy fiel al original japonés.

En la película han escogido al Godzilla defensor de la humanidad, siendo al final la única esperanza contra los MUTOS frente a un ejército americano que se ve impotente frente a esta nueva amenaza; de ahí que no entienda tantas críticas tachándola de patriota por tener tanta presencia militar –en la de 1998 vale porque ahí si los reflejaban como héroes; pero en esta… –. Me ha encantado el final, en el que tras derrotar a los MUTOS regresa al mar mientras la gente lo aplaude; todo lo contrario que en la película de 1998.

También me ha gustado mucho el nuevo origen que se le ha dado. Ya que aquí no es un ser radiactivo surgido como consecuencia de la bomba de Hiroshima. Si es radiactivo, pero se trata en realidad de un último superviviente de una especie prehistórica que habitaba la Tierra en una época anterior, incluso, a los dinosaurios en la que la Tierra estaba cubierta de radiación y que, cuando la radiación se acabó, se metieron en el fondo de los océanos, cerca de núcleo central de la Tierra. También está muy bien lo de que el que el ejército americano supiera de su existencia desde que lo despertaron en 1954 e intentaran matarlo con explosiones nucleares que ocultaron como pruebas nucleares,

Por su parte, los MUTOS no están mal. Son seres nuevos creados mezclando elementos de otros enemigos de Godzilla, como Rodan, Mothra o Gigan.

Ahora vamos con las cosas malas.

Empiezo por la muerte del personaje de Bryan Cranston, quién, como era de esperar, hace una excelente interpretación; siendo sin duda lo mejor de un reparto que, en general, hace un buen trabajo. Además, pienso que hubiera llevado mucho mejor el protagonismo de la película en lugar de su hijo en la ficción, Aaron Taylor-Johnson, quién no lo hace mal, pero no le he encontrado muy a la altura de lo que su papel requiere.

Otro defecto relacionado con el reparto es Elizabeth Olsen. No es que lo haga mal, al contrario, está fantástica y, desde luego, le podría dar unas cuantas lecciones a sus hermanas mayores. El defecto es que la desaprovechan mucho.

No obstante, el mayor defecto que tiene la película son dos escenas en concreto.

Una es cuando se produce el primer enfrentamiento entre Godzilla y el MUTO macho en Hawaii. Cuando los vemos a los dos frente a frente dispuestos a darse de hostias, cortan y lo único que vemos de ese enfrentamiento son escenas salteadas en la Tv.

La otra escena es el segundo enfrentamiento entre Godzilla y el MUTO macho en San Francisco; un enfrentamiento que, encima, iba a ser a plena luz del día. Sin embargo, vuelven a hacer lo mismo, cuando los dos se disponen  a pelear cierran las puertas y nos vuelven a dejar con la miel en los labios.


Menos mal que al final tenemos una espectacular pelea entre Godzilla y los dos MUTOS que es una auténtica pasada, ya que hasta vemos a Godzilla utilizando su famoso aliento radiactivo y todo. Esta pelea compensa bastante esos dos momentos anteriores pero, aún así, me dejaron un muy mal sabor de boca.

Espero sinceramente que esa maniobra no sea por lo de enfocar la película desde el punto de vista de los humanos –lo cual sería una terrible gilipollez –y obedezca más problemas técnicos con los efectos especiales que les obligó a cambiar esas escenas.

Como ya he dicho, esos defectos impiden que la película sea totalmente redonda. Pero no impiden que este reboot de Godzilla sea una película muy buena, disfrutable de principio a fin y que hace las delicias de cualquier fan de las kaiju eigas y del monstruo japonés.

Desde luego, Gareth Edwards demuestra por segunda vez que es un director excelente y un tipo con mucho talento que tiene ante sí una muy prometedora carrera por delante. Que ganas tengo de ver ese spin-off de Star Wars que él va a dirigir y que llegará en 2016. Y también espero con muchas ansias la secuela de esta película; donde espero que se corrijan los defectos de estos.


Desde luego, me HA ENCANTADO esta película, que a ratos ha llegado a emocionarme y todo. Sin duda, la recomiendo abiertamente, tanto a los que son fans de Godzilla, como yo, como a cualquiera que ni haya visto nunca una de sus películas.









11 de abril de 2013

WATERWORLD (1995)
















Ha habido rodajes de películas que han pasado a la historia al convertirse en un infierno para los responsables de sus respectivas películas; los de Cleopatra (Joseph L. Mankiewicz, 1963) o Apocalypse Now (Francis Ford Coppola, 1979) son dos buenos ejemplos de ello.

Sin embargo, nunca un rodaje había llegado a resultar, incluso, mas interesante que su respectiva película como lo fue el de esta epopeya futurista que no deja de ser un Mad Max pasado por agua al servicio de un Kevin Costner que había comenzado su declive como estrella de Hollywood.

Empecemos.

En un futuro indeterminado –aunque podría ser hacia el año 2500 –, los casquetes polares se han derretido y la Tierra vive completamente sepultada por el agua. Los supervivientes se han visto obligados a convivir entre ellos viviendo en grandes atolones artificiales o a vagabundear por ese inmenso e interminable océano en el que se ha convertido el mundo dedicándose al pillaje o al trueque. A esto último se dedica Mariner (Kevin Costner), un solitario que viaja a bordo de un trimarán sin rumbo fijo y dedicándose al trueque con cada atolón que se encuentra. En uno de ellos descubren que es un mutante que posee branquias que le permiten respirar bajo el agua y esto provoca un incidente que hace que sea capturado y condenado a muerte. No obstante, el atolón es atacado por los Smokers, unos bandidos salvajes que representan un terrible peligro en ese mundo y que son liderados por Deacon (Dennis Hopper). Durante el ataque, Mariner es liberado por Helen (Jeanne Tripplehorn), una bella mujer local, con la condición de que ayude a escapar a ella y a una niña, Enora (Tina Majorino), a la que los Smokers persiguen especialmente, ya que en su espalda lleva tatuado un mapa que indica como llegar hasta Tierra Seca, el único lugar del mundo que, según la leyenda, aún no ha sido cubierto por el agua.


Todo comenzó en 1991, cuando Kevin Costner tuvo constancia de un proyecto que la Universal tenía guardado y del que se interesó tanto que no paró hasta que llegar a un acuerdo con el estudio para protagonizarlo y, además, producirlo, llegando a tener un control total sobre la película.

El propio Costner fue quién eligió al que sería su director, pasando de las sugerencias del estudio, que le proponía a Robert Zemeckis, y contratando a Kevin Reynolds, con quién ya había trabajado en las películas ¿Donde dices que Vas? (1985), Robin Hood, príncipe de los ladrones (1991) y Rapa Nui (1994) –de la que Costner solo fue productor –. El rodaje se llevó a cabo en Hawaii; concretamente, junto a las costas de Isla Grande. Inicialmente, estaba previsto que el presupuesto fuera de 60 millones y que la duración del rodaje fuera de 96 días; previsiones que no se cumplieron ni de coña.

Para empezar, rodar en el mar es mucho mas complejo que rodar en tierra o dentro de un tanque de agua y esto siempre acarrea muchos problemas y, sobre todo, retrasos; bien lo sabe Steven Spielberg cuando hizo Tiburón (1975). Y esta película no fue una excepción.

El rodaje comenzó en junio de 1994, tres meses después de lo previsto, y desde el primer momento fue una larga sucesión de problemas, tanto a nivel técnico como artístico.

El guión, obra de los cineastas Peter Rader (La Casa de la Abuela) y David Twohy (trilogía Riddick), era continuamente reescrito en plena producción a pesar de no estar del todo terminado. Joss Whedon (Los Vengadores) fue llevado allí para solucionar los problemas con el guión –aunque luego no aparecería acreditado –y, aunque estaba previsto que solo estuviera una semana –puesto que su sueldo era de 100.000 dólares por semana –, su estancia se prolongó hasta siete semanas de las que Whedon no guarda muy buen recuerdo, afirmando que aquello fueron para él 7 semanas en el infierno.

Y razón no le falta, ya que aquel rodaje fue una auténtica pesadilla. No había día en que miembros del equipo no cayesen enfermos. También hubo un sin fin de accidentes y muchos actores y especialistas salieron heridos; incluso el propio Costner estuvo muy cerca de perder la vida. Los médicos se veían obligados a atender a mas de 50 personas cada día.

Luego todo eran retrasos, ya que, como he dicho antes, rodar en el mar complicaba mucho las cosas. Secuencias que en tierra solo hubieran llevado unas horas, en el agua tardaban en rodarse varios días; incluso semanas. Los retrasos se debieron, en su mayoría, a problemas técnicos; los cuales eran constantes.


El mas famoso de todos tiene que ver con la ciudad flotante construida para recrear el atolón. Aquel megalómano decorado costó 4 millones de dólares y para construirlo hubo que traer acero de EEUU porque en el que traían de Isla Grande se agotó. El problema es que fueron sorprendidos por un huracán y aquella construcción no pudo aguantar sus 1.000 toneladas de peso y terminó hundiéndose en el agua, lo que obligó a reconstruirla con un gasto similar.

El presupuesto previsto de 60 millones de dólares rápidamente se vio superado y en solo unas semanas se llegó a superar los 100 millones. Es impresionante la cantidad de dinero que se gastó en esta película. Y no solo en gastos de producción.

Por ejemplo, para el trimarán que utiliza el personaje de Costner se construyeron en EEUU dos versiones de este de 60 píes de largo y con un valor de 465.000 dólares cada uno que fueron llevadas hasta la isla en un Boeing 747. El problema era que el aeropuerto de allí no tenía pista suficiente para un avión de esas magnitudes, lo que obligó a realizar unas obras de ampliación del aeropuerto financiada por el estudio.


También hubo que construir una enorme plataforma flotante y llenarla de retretes portátiles para que los miembros del equipo, que sufrían constantes vómitos y diarreas, pudieran defecar sin tener que ser enviados a la isla en lancha, retrasando aún mas la producción.

Otro gasto adicional fueron 30 dólares que el estudio debía pagar a cada miembro del equipo que tuviera que incumplir los horarios fijados por los sindicatos a causa de los retrasos de la filmación, lo cual ocurría cada día y no había miembro del equipo que se librara. Se dice que al estudio le costó mas de 2 millones y medio de dólares la broma.

Luego, encima, hasta tuvieron problemas con la ley cuando el preparador físico de Costner fue detenido con 2.000 kilos de esteroides encima.

A pesar de la amistad entre ambos, la relación entre Costner y Reynolds se deterioró enormemente y las peleas entre ambos fue constantes. Aún así, el actor le defendió cuando, en septiembre de 1994, los productores cargaron sobre el director toda la responsabilidad de aquel rodaje que se les había ido de las manos y quisieron despedirle. Aunque, otras fuentes apuntan a que el director fue apartado y fue el propio Costner quién se sentó en la silla de director y terminó de rodar la película.

Aunque, Costner no solo tuvo problemas con Reynolds, ya que no caía nada bien a los miembros del equipo; a los que no les hizo ninguna gracia tener que hospedarse en hoteles de mala muerte mientras él se hospedaba en un lujoso bungalow de 1.800 dólares la noche.


Al final, ese rodaje que debía haber durado 96 días, se prolongó hasta 157 días y su presupuesto de 60 millones de dólares se incrementó hasta 175 millones –una burrada para la época –, lo que convirtió a aquella producción en la película mas cara de la historia en su tiempo.

El montaje tampoco fue un camino de rosas. Los productores rechazaron un primer montaje de 4 horas de duración que hizo Reynolds y dejaron el montaje en manos de Costner. Este hizo un nuevo montaje de 165 minutos, pero también fue rechazado hasta que, finalmente, se aprobó un montaje final de 135 minutos.

La película se estrenó en EEUU el 28 de julio de 1995 -a España llegaría el 8 de septiembre -. Se esperaba que la taquilla ayudara a compensar la gran cantidad de dinero invertida; pero nada mas lejos de la realidad. La película solo recaudó 88 millones de dólares en EEUU y, aunque salvó los muebles con la taquilla mundial, con 175 millones mas recaudados en el resto del mundo que hacían un total de 264 millones de dólares, el film no pudo librarse de ser etiquetado como fracaso.

La peor parte se la llevó Kevin Costner, quién ya venía precedido por otros dos grandes fracasos, Wyatt Earp (Lawrence Kasdan, 1994) y La Guerra (Jon Avnet, 1994), y no pareció escarmentar tras este desastre cuando solo dos años después se metió de lleno como protagonista, productor y director en otra gran superproducción futurista y post-apocalíptica, Mensajero del Futuro (1997), que también se estrenó en taquilla. Waterworld fue el inicio de su declive como estrella de Hollywood y, aunque ha tenido algún que otro éxito menor estos últimos años, su carrera aún no se ha recuperado del todo; aunque, este año tiene una buena oportunidad de hacerlo con Man of Steel, donde interpreta al padre adoptivo de Superman.

Al principio he afirmado que la producción de esta película resulta mas interesante que la película en sí y eso es cierto, porque la película, la verdad, no es nada del otro mundo. No es mala, me parece una buena película pero, desde luego, no es, para nada, un film brillante y, mucho menos, justifica que se invirtiera tal cantidad de dinero y medios en ella, porque es mas bien una película mas cercana al serie B.

El principal problema de la película es que, en ocasiones, el ritmo falla y se hace muy larga y pesada y hay momentos en los aburre terriblemente. Además, hay un montón de lagunas argumentales, debidas a los muchos cortes que sufrió en la sala de montaje, que empeoran las cosas. Hay una versión extendida que dura 176 minutos cuyo metraje extra ayuda mucho a la historia y arroja luz sobre muchas incógnitas que deja la versión anterior –como la escena final donde los protagonistas descubren que Tierra Seca es, en realidad, la cima del Everest –. Sin embargo, debido a un mal montaje, esta versión es también un arma de doble filo, ya que hace que la película resulte mas lenta y aburrida. Ocurre exactamente lo contrario que, por ejemplo, con Apocalypse Now Redux, donde el metraje extra hacía que el ritmo de la película resulte mas fluido y, a pesar de tener una mayor duración, la película se hace menos larga. Con la versión extendida de Waterworld ocurre exactamente lo contrario.

Su argumento y su guión son de lo mas simplones; y varios diálogos insufribles empeoran mas las cosas. Como ya he visto, la película bebe mucho de la saga Mad Max, sobre todo de la segunda entrega, la estupenda Mad Max 2: El Guerrero de la Carrera (George Miller, 1981); sin embargo, carece mucho de la fuerza y la garra de aquellas películas. Además, el personaje de Mariner carece por completo del carisma y la potencia de Max Rockatansky a pesar de la buena interpretación de Kevin Costner, quién hace un buen trabajo en este film, aunque muy por debajo del nivel de anteriores trabajos.


El resto de los actores tampoco lo hacen mal, pero no dan todo lo que tienen que dar –especialmente, Dennis Hopper y la bella Jeanne Tripplehorn, capaces de interpretaciones mucho mejores –y la dirección de actores no saca lo mejor de ellos.

No obstante, a su favor, la película tiene que es todo un espectáculo. Las escenas de acción son terriblemente espectaculares, adrenalíticas y están muy bien rodadas y coreografiadas. Secuencias como la del ataque al atolón por parte de los Smockers, el hidroavión dando vueltas mientras está enganchado al trimarán de Mariner o el espectacular tramo final son momentos realmente impresionantes.

Además, también hay momentos muy logrados, como cuando Mariner caza a un monstruo marino poniéndose como cebo, la visita submarina a la ciudad sumergida o ese comienzo tan ingenioso en el que vemos como la Tierra del logotipo de la Universal se va inundando.

Mi veredicto final es que Waterworld no es una mala película. Es un film aceptable que se deja ver y que, sin duda, es una buena elección cuando la pasan por Tv y no hay otra cosa para ver. No obstante, es una película bastante simplona y falta de épica cuyo conjunto no justifica su enorme presupuesto y despliegue de medios.


Y es que, en el fondo, no es mas que una cinta de serie B en la que, incomprensiblemente, se gastaron una millonada.