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27 de mayo de 2014

GODZILLA (2014)

















ATENCION. Advierto que esta entrada contiene SPOILERS muy reveladores de la película. Quién aún no la haya visto que no la lea o lo haga bajo su total responsabilidad.





Por fin he podido ver Godzilla, nueva versión americana del famosísimo monstruo japonés y completo reboot de la franquicia que nos llega de la mano de un director joven y con poca experiencia, pero que ha demostrado tener mucho talento.

En 1999, mientras los científicos Ishiro Serizawa (Ken Watanabe) y Vivienne Graham (Sally Hawkins) investigan una mina en Filipinas donde han encontrado un enorme esqueleto y unas extrañas vainas en forma de huevo, la Planta Nuclear de Janjira, cerca de Tokio, experimenta una actividad sísmica inusual que el ingeniero supervisor, Joe Brody (Bryan Cranston), lleva días investigando. Es entonces cuando la planta sufre una gran explosión en la que Sandra (Juliette Binoche), la esposa de Joe, quién la había enviado con un equipo a investigar estas anomalías, muere.

15 años después, Ford Brody (Aaron Taylor-Johnson), el hijo de Joe y Sandra, vive en San Francisco junto a su esposa, Elle (Elizabeth Olsen), y su hijo, Sam (Carson Bolde), y es un oficial del ejército americano formando parte de un equipo antibombas. Por su parte, Joe está obsesionado con el suceso que causó la muerte de su esposa y está convencido de que lo que sucedió en la planta no fue un simple terremoto. Cuando intenta entrar en la zona de la planta nuclear, la cual está en cuarentena, es arrestado y Ford viaja hasta Japón para liberarlo. Sin embargo, Joe logra convencerle para que entre allí con él. Al hacerlo, descubren que la zona no es radiactiva y que allí el ejército americano está ocultando algo.


Godzilla es un personaje que creo que no necesita presentación. Un gigantesco monstruo con forma de saurio cuyo nombre hace referencia a un gigantesco monstruo marino de la mitología japonesa y que se creó, en parte, para criticar la bomba atómica de Hiroshima y el peligro de las armas nucleares.

Hizo su debut hace 60 años en la ya mítica película Japón bajo el terror del Monstruo (Ishirô Honda, 1954), a la que siguió una rápida secuela, Godzilla Contraataca (Motoyoshi Oda, 1955), y varios años después regresó en una tercera entrega, King Kong vs Godzilla (Ishirô Honda, 1962), donde se veía las caras con el famoso simio amante de las rubias. A partir de ahí comenzó una larga saga que, a través de tres etapas (Showa, Haisei y Millenium), ha perdurado las últimas seis décadas.

Sin embargo, el legado de Godzilla no se limita a una saga de películas, también ha influido mucho en la cultura popular nipona y ha llegado a crear un subgénero, el Kaiju Eiga, consistente en películas de monstruos gigantes e invasiones extraterrestres realizadas siempre con maquetas y tipos disfrazados.

Con todo esto, no es de extrañar que los americanos quisieran hacer sus propias versiones.

La primera versión americana llegó en 1998 en un ambicioso film dirigida por Roland Emmerich, que venía precedido del enorme éxito de Independence Day (1996), bajo el sello de Sony Pictures, que produjo la película a través de TriStar Pictures –subsidiaria de Columbia Pictures, también propiedad de Sony –. La película fue un éxito, pero no el enorme taquillazo que esperaban sus responsables y recibió muy duras críticas. Por no hablar de que los japoneses quedaron muy descontentos y renegaron de ella reactivando su saga con el inicio de la etapa Millenium.

Años después se supo que Legendary Pictures iba detrás de realizar una nueva versión, pero no se llegó a nada hasta que en 2010 se anunció la llegada a un acuerdo con Toho –compañía japonesa productora de las películas de Godzilla –para obtener los derechos y rápidamente, se puso en marcha un proyecto cinematográfico junto con sus socios de entonces, Warner Bros. Pictures.

Al frente de este proyecto se puso a Gareth Edwards, joven director británico que por aquellas fechas había sorprendido con su primera película, Monsters (2010), un film muy modesto, pero realizado con mucho talento.

Sin embargo, a pesar de contar ya con director, el proyecto no lograba salir adelante y todo parecía indicar que no llegaría a estrenarse en 2012, año en que se fijó su estreno. Sin embargo, en la Comic-Con de ese año, Edwards proyectó un breve footage que, entre otras cosas, mostraba un breve vistazo al monstruo, y la reacción de los asistentes fue de lo más entusiasta, haciendo que el proyecto resucitase y, rápidamente, se puso en marcha su producción fijando el estreno en 2014, año en que Godzilla cumple 60 años.


Así llegamos a la película que ahora nos ocupa, a la cual no le están yendo mal las cosas, puesto que a día de hoy lleva recaudados 156 millones de dólares solo en EEUU y 166 millones más a nivel mundial, haciendo un total de 322 millones de dólares. Por otro lado, la crítica no la está recibiendo muy bien; aunque no la están despellejando, como a la versión de 1998. La otra cara de la moneda es el público, que en su mayoría la está recibiendo de una forma muy entusiasta.

¿Y qué opino yo? Pues a eso vamos.

No sé si hace falta decir que soy muy, muy, muy, muy, muy, pero que muy fan de Godzilla.

En mi infancia tuve la suerte de que en mi pueblo había un videoclub que era el paraíso de cualquier friki, ya que solo tenían películas de serie B o serie Z y muchas de esas películas eran kaiju eigas y, sobre todo, películas de Godzilla. Y, vamos, me las veía todas y me encantaban. Por entonces no me fijaba en la cutrez de sus efectos especiales y su diseño de producción. Hoy en día, en edad adulta, es imposible no fijarse en esas cosas. Pero, aún así, me importa poco y continúo viendo y disfrutando esas películas como el primer día.

En su momento esperé como agua de mayo la versión de 1998 y, cuando la vi, recuerdo que no me desagradó mucho ni me pareció el gran bodrio que decían que era. En lo que más fallaba era en el casting y en la historia de amor entre los protagonistas humanos, la cual llegaba a parecer a ratos salida de una comedia romántica. Pero como monster-movie no estaba mal. Además, el monstruo estaba muy bien hecho y su diseño molaba bastante. El problema es que se parecía a Godzilla lo que un huevo a una castaña; era más bien como un monstruo independiente que los americanos tomaban por el Godzilla japonés -como los japoneses nos quisieron hacer creer en una película posterior-.

Para mí, Emmerich hizo una monster-movie apreciable. Pero Godzilla no tuvo la versión americana que se merecía.

Ahora, los americanos han tenido una segunda oportunidad con este reboot que ha dirigido un director no curtido en las grandes superproducciones de efectos especiales, pero con mucho talento, y que guarda más fidelidad con el original japonés.

Pues bien, tras haber visto la película, puedo decir a las claras que esta me ha gustado mucho y me parece que por fin los americanos han hecho justicia con Godzilla. No obstante, también debo decir que ha habido algunos detalles que me han decepcionado y que, desgraciadamente, hacen que esta película no sea del todo redonda. Pero, tranquilos, que no me he llevado una decepción como la que me llevé el año pasado con Pacific Rim (Guillermo del Toro, 2013).

Comenzaré por las cosas buenas.

Y empiezo por su director, Gareth Edwards. El tipo ya demostró en Monsters que es un director con mucho talento al conseguir hacer una película muy buena con un presupuesto pequeño, pocos actores y un equipo técnico muy reducido. No obstante, aquí existía la duda de si iba a estar a la altura de una gran superproducción de 160 millones de dólares financiada por dos grandes estudios.

Para mí, el tipo ha hecho un excelente trabajo. La película está muy bien dirigida, con un ritmo que nunca decae y un impresionante acabado visual. También me ha gustado mucho su forma de enfocar la película desde el punto de vista de los humanos con un estilo que me ha recordado bastante a Monstruoso (Matt Reeves, 2008) –película que me gustó mucho –y con una muy lograda forma de ir creando tensión hasta el gran enfrentamiento final de una forma muy parecida a Encuentros en la Tercera Fase (Steven Spielberg, 1977); película que Edwards tuvo muy en mente a la hora de hacer esta película.

Esto es lo que no ha gustado a muchos críticos que dicen sentirse decepcionados con esta película, afirmando que Godzilla sale poco y que solo vale la pena los últimos 20 minutos y el resto es pura basura.


Yo, desde luego, no puedo estar más en desacuerdo con esta gente. Cierto que me hubiera gustado ver a Godzilla mas en pantalla, no lo voy a negar, pero creo que ha salido lo suficiente para satisfacer. Además, la película no se me ha hecho ni larga ni, mucho menos, aburrida. Aquí no ocurre como en Pacific Rim, donde la mayor parte de la película se sumergía en un pozo de aburrimiento, diálogos sosos y situaciones de todo menos interesantes.

Al contrario, esta película juega muy bien con los personajes, los diálogos y las situaciones, logrando un buen equilibrio entre drama y espectáculo. A todo esto ayuda un guión estupendo y muy trabajado que está en las antípodas del nefasto guión de Pacific Rim. Guión en el que, aunque solo aparezcan acreditados Dave Callaham y Max Borenstein –como autor del argumento y autor del guión, respectivamente –, han trabajado personalidades como David S. Goyer, Drew Pearce o el mismísimo Frank Darabont.

En cuanto a este nuevo Godzilla, me ha encantado. Durante mucho tiempo llegué a creer que hacer con CGI un Godzilla similar al original japonés era imposible. Sin embargo, esta película me ha dado un buen ¡Zas! En toda la boca.

Este nuevo Godzilla es impresionante y está muy bien hecho. Su diseño es excelente y, a pesar de que su cabeza sea algo mas cuadrada, es muy fiel al original japonés.

En la película han escogido al Godzilla defensor de la humanidad, siendo al final la única esperanza contra los MUTOS frente a un ejército americano que se ve impotente frente a esta nueva amenaza; de ahí que no entienda tantas críticas tachándola de patriota por tener tanta presencia militar –en la de 1998 vale porque ahí si los reflejaban como héroes; pero en esta… –. Me ha encantado el final, en el que tras derrotar a los MUTOS regresa al mar mientras la gente lo aplaude; todo lo contrario que en la película de 1998.

También me ha gustado mucho el nuevo origen que se le ha dado. Ya que aquí no es un ser radiactivo surgido como consecuencia de la bomba de Hiroshima. Si es radiactivo, pero se trata en realidad de un último superviviente de una especie prehistórica que habitaba la Tierra en una época anterior, incluso, a los dinosaurios en la que la Tierra estaba cubierta de radiación y que, cuando la radiación se acabó, se metieron en el fondo de los océanos, cerca de núcleo central de la Tierra. También está muy bien lo de que el que el ejército americano supiera de su existencia desde que lo despertaron en 1954 e intentaran matarlo con explosiones nucleares que ocultaron como pruebas nucleares,

Por su parte, los MUTOS no están mal. Son seres nuevos creados mezclando elementos de otros enemigos de Godzilla, como Rodan, Mothra o Gigan.

Ahora vamos con las cosas malas.

Empiezo por la muerte del personaje de Bryan Cranston, quién, como era de esperar, hace una excelente interpretación; siendo sin duda lo mejor de un reparto que, en general, hace un buen trabajo. Además, pienso que hubiera llevado mucho mejor el protagonismo de la película en lugar de su hijo en la ficción, Aaron Taylor-Johnson, quién no lo hace mal, pero no le he encontrado muy a la altura de lo que su papel requiere.

Otro defecto relacionado con el reparto es Elizabeth Olsen. No es que lo haga mal, al contrario, está fantástica y, desde luego, le podría dar unas cuantas lecciones a sus hermanas mayores. El defecto es que la desaprovechan mucho.

No obstante, el mayor defecto que tiene la película son dos escenas en concreto.

Una es cuando se produce el primer enfrentamiento entre Godzilla y el MUTO macho en Hawaii. Cuando los vemos a los dos frente a frente dispuestos a darse de hostias, cortan y lo único que vemos de ese enfrentamiento son escenas salteadas en la Tv.

La otra escena es el segundo enfrentamiento entre Godzilla y el MUTO macho en San Francisco; un enfrentamiento que, encima, iba a ser a plena luz del día. Sin embargo, vuelven a hacer lo mismo, cuando los dos se disponen  a pelear cierran las puertas y nos vuelven a dejar con la miel en los labios.


Menos mal que al final tenemos una espectacular pelea entre Godzilla y los dos MUTOS que es una auténtica pasada, ya que hasta vemos a Godzilla utilizando su famoso aliento radiactivo y todo. Esta pelea compensa bastante esos dos momentos anteriores pero, aún así, me dejaron un muy mal sabor de boca.

Espero sinceramente que esa maniobra no sea por lo de enfocar la película desde el punto de vista de los humanos –lo cual sería una terrible gilipollez –y obedezca más problemas técnicos con los efectos especiales que les obligó a cambiar esas escenas.

Como ya he dicho, esos defectos impiden que la película sea totalmente redonda. Pero no impiden que este reboot de Godzilla sea una película muy buena, disfrutable de principio a fin y que hace las delicias de cualquier fan de las kaiju eigas y del monstruo japonés.

Desde luego, Gareth Edwards demuestra por segunda vez que es un director excelente y un tipo con mucho talento que tiene ante sí una muy prometedora carrera por delante. Que ganas tengo de ver ese spin-off de Star Wars que él va a dirigir y que llegará en 2016. Y también espero con muchas ansias la secuela de esta película; donde espero que se corrijan los defectos de estos.


Desde luego, me HA ENCANTADO esta película, que a ratos ha llegado a emocionarme y todo. Sin duda, la recomiendo abiertamente, tanto a los que son fans de Godzilla, como yo, como a cualquiera que ni haya visto nunca una de sus películas.









7 de mayo de 2013

SUPERMAN IV : EN BUSCA DE LA PAZ (1987)















La franquicia de Superman cambió de manos en esta cuarta entrega que se esperaba que relanzara la saga y consiguió todo lo contrario.

Una película con muy buenas intenciones por parte de su director, sus actores y su equipo técnico pero bajo la tutela de una compañía que, desde luego, no era la mas apropiada para un film como este.

Una escalada de tensión entre EEUU y la URSS amenaza con una posible guerra nuclear, algo que Superman (Christopher Reeve) ve con preocupación. Tampoco como Clark Kent le van bien las cosas, ya que el Daily Planet ha sido comprado por David Warfield (Sam Wanamaker), un magnate de la prensa amarillista. Este pone al frente del periódico a su hija, Lacy (Mariel Hemingway), para que recorte gastos y haga los cambios precisos para convertir el periódico en un diario sensacionalista. Esto no tardará en enfrentarles con Perry White (Jackie Cooper) y Lois Lane (Margot Kidder).

Mientras tanto, motivado por una carta que un niño le escribe pidiéndole ayuda para evitar la catástrofe nuclear, Superman decide romper su norma de no intervenir en los asuntos humanos y empieza a eliminar las armas nucleares de todo el mundo enviándolas al sol para que las destruya. Pero esto es aprovechado por Lex Luthor (Gene Hackman), quién ha logrado escapar de la cárcel con la ayuda de su incompetente sobrino, Lenny (Jon Cryer). Luthor logra hacerse con un pelo de Superman que este donó a un museo y lo utiliza para crear un material genético que introduce en un misil nuclear antes de que Superman se apodere de él y lo envíe al sol. La explosión hace que del material genético surja el conocido como Hombre Nuclear, un ser con poderes similares a los de Superman cuya energía proviene del sol.

Después de los flojos resultados Superman III (Richard Lester, 1983) y del fracaso de Supergirl (Jeannot Szwarc, 1984), Alexander Salkind y su hija, Ilya Salkind, decidieron vender los derechos de Superman a Menahem Golan y a Yoram Globus, quienes entonces dirigían la Cannon Group, una famosa compañía cinematográfica que se caracterizaba por realizar películas de acción de bajo presupuesto, casi de serie B, y que encumbró a estrellas del cine de acción como Charles Bronson, Chuck Norris o Jean-Claude Van Damme. A ellos les debemos títulos como las sagas Desaparecido en Combate o El Guerrero Americano y películas como Yo soy la Justicia (Michel Winner, 1982), Invasión USA (Joseph Zito, 1985), El Justiciero de la Noche (Michael Winner, 1985), Delta Force (Menahem Golan, 1986) o Cobra, el brazo fuerte de la ley (George Pan Cosmatos, 1986).


La Cannon, bajo el mandato de Golam y Globus, vivió su época de mayor esplendor durante la primera mitad de los 80 y habían decidido expandirse con, entre otras cosas, la creación de franquicias basadas en cómics; haciéndose, además de con Superman, con los derechos de otros superheroes, como Spiderman o el Capitán América. No obstante, solo fue Superman quién llegó a tener película; bueno, también la tuvo el Capitán América varios años después en aquel nefasto film, pero Golam lo produjo cuando ya estaba fuera de Cannon y había fundado su propia compañía, 21th Century.

El proyecto comenzó bien. La marcha de los Salkind animó a los regresos de Margot Kidder como Lois Lane y Gene Hackman como Lex Luthor y lograron convencer a Christopher Reeve para que encarnara de nuevo al hombre de acero; para ello le dejaron que él mismo ideara la historia de la película, la cual Lawrence Konner y Mark Rosenthal se encargarían de convertir en guión, y también permitieron que dirigiera la segunda unidad.

Para la dirección quisieron traer de vuelta a Richard Donner y estuvieron cerca de convencerle, pero este prefirió mejor dirigir Arma Letal (1987) y, tras barajarse nombres de directores como Paul Verhoeven o Wes Craven y de otros habituales del estudio, como Joseph Zito, la dirección recayó en el veterano Sidney J. Furie.

Los problemas empezaron, como siempre, por motivos de dinero.

Golam y Globus recibieron 35 millones de dólares de la Warner para hacer el film, pero ellos decidieron emplear solo la mitad, 17´5 millones, y utilizar la otra mitad de ese dinero para otros películas. Esto supuso un sin fin de reescrituras del guión para abaratar los costes. Luego, la reducción de presupuesto espantó al equipo de efectos especiales habitual de la saga, por lo que se contrató un nuevo equipo encabezado por Harrison Ellenshaw; aunque, poco pudieron hacer con el material tan pobre que le dieron.

Luego, tras el rodaje, las cosas no fueron mejor, ya que a Cannon no le gustó el montaje original de 136 minutos y obligó a reducir la duración a 90 minutos, quedándose mucho material en la sala de edición. En el montaje original, entre otras cosas, había dos Hombres Nucleares, siendo cortadas las escenas correspondientes al primero de ellos, el cual estaba interpretado por Clive Mantle. Este era quién se enamoraba de Lacy Warfield, por eso el segundo Hombre Nuclear –que había surgido de los restos del primero tras ser derrotado por Superman –se acordaba de ella al verla en un periódico.

Los de Cannon afirmaron que los 46 minutos de metraje cortados se emplearían en una quinta entrega, la cual jamás llegó a hacerse, ya que la película fue un monumental fracaso, recaudando solo 15 millones de dólares a nivel mundial; ni tan siquiera recuperaron los 17´5 millones en los que habían reducido el presupuesto.

Normal que no hicieran la quinta entrega –algo que es de agradecer, ya que tenían previsto que la dirigiera Albert Pyun –y que el estudio perdiera los derechos después. Además de comenzar su decadencia ese mismo año, 1987, donde también tuvieron los fracasos de Yo, el Halcón, de Menahem Golan, y Master del Universo, de Gary Goddard.

Bueno, vamos a hablar de que me parece la película. Y no me voy a ir mucho por las ramas.

La película es...




UNA MIERDA




Antes de meterme de lleno en el análisis, debo decir que esta fue la primera película de Superman que vi en el cine y recuerdo que disfruté mucho viéndola y aluciné con los momentos y las escenas de acción. Pero entonces tenía solo 7 años y con los inocentes ojos de tu infancia todo lo ves mucho mejor de lo que es en realidad. Porque, a medida que me he ido haciendo mayor y he visto mas veces esta película, cada vez me parece mas y mas mala.

La reducción de presupuesto y los recortes en el guión no solo se notan mucho, es que ni se esfuerzan en disimularlos.

Hay lagunas argumentales tan grandes que afectan terriblemente al ritmo del film, haciendo que todo pase sin pena ni gloria y que a penas se desarrollen los personajes; incluso personajes tan imporantes en la saga como Lex Luthor o Margot Kidder tienen una presencia de lo mas anodina.



Luego todo es cutre hasta decir basta. Empezando por los efectos especiales, que dan pena; pero pena de la que lamentas no tener una pistola a mano para acabar con el sufrimiento de un animal moribundo. Un buen ejemplo son las escenas de vuelo. Las escenas de vuelo de las anteriores películas son magistrales, aunque se notara mucho la pantalla de fondo, te las creías y disfrutabas con ellas. Aquí, en cambio, ver volar a Superman dan ganas de morirse de lo mal hechas que están; y no digamos cuando coge algunas cosas, como esos misiles de juguete o una Estatua de la Libertad de lo mas lamentable.

Pero no solo los efectos especiales son penosos. El diseño de producción es para morirse de vergüenza ajena. Los decorados son de risa –en el peor de los sentidos –. Empiezo por esa superficie lunar donde Superman y el Hombre Nuclear se pelean en una de las peleas mas cutres y patéticas que he visto en mi vida. Si es cierto lo de que la llegada a la luna fue una mentira y la imágenes de la tripulación del Apolo 11 fueron grabadas en un estudio, no hubieran engañado ni al tonto del pueblo de haber grabado esas escenas en un decorado como este.

Otra cosa bien cutre en este film es el vestuario de los personajes. Y no solo lo digo por el Hombre Nuclear y su disfraz de campeón de lucha libre de saldo, sino de todos los personajes, que parece que los vistieron con lo primero que encontraron. Incluso me atrevería a pensar que fueron los propios actores los que se llevaron su propia ropa; el personaje de Perry White parece que está vestido en todo momento como si estuviera en la sala de estar de su casa.

Dejando todo esto a un lado, vamos con las cagadas; que la película las tiene como para parar un tren.

Para empezar, vuelvo a lo de la luna. Porque vemos primero a Superman y al Hombre Nuclear peleándose –o jugando al pilla pilla; a saber que era eso –en una superficie lunar llena de polvo y montañas y luego vemos a Superman empujando, para provocar un eclipse de sol, una luna donde el polvo y las montañas han desaparecido; encima es una luna de cartón que canta una barbaridad.

Luego tenemos que Superman, a parte de poder hacer varias cosas con los ojos, como lanzar rayos láser o mirar a través de superficies con rayos X, también tiene una visión especial con la que es capaz de reconstruir la Muralla China ladrillo a ladrillo.


Y si eso os ha gustado, no os perdáis cuando logra parar la erupción de un volcán poniéndole un tapó que él mismo se hace con la cima de una montaña.

Y, para terminar, mi favorita. Esa en la que el Hombre Nuclear secuestra a Lacy y se la lleva al espacio donde la chica puede respirar con normalidad y que, a pesar de la falta de gravedad, cuando Superman le quita la energía al Hombre Nuclear al cubrir el sol con la luna, este se queda inerte suspendido en el espacio, pero ella se tiene que agarrar a él para no caerse. ¿Como se os queda el cuerpo?


Y a todo esto hay que unirle un sin fin de tonterías y escenas ridículas. Como esa en la que Superman y su alter ego, Clark Kent, tienen una cita doble con Lois y Lacy y tiene que cambiándose constantemente para estar con una y luego con la otra. Una escena que, además de ridícula, llega a resultar aburrida y pesada y solo quieres que se acabe cuanto ante.

Otra ridiculez de la película es que Lex Luthor tiene una mente criminal tan brillante que no solo es capaz de crear un hombre radiactivo a partir de un pelo de Superman, sino que es hasta capaz de censurarlo añadiendo trozos de tela al potingue genético para que cuando nazca lo haga ya vestido y tenga su propio traje. Una tela, por cierto, tan resistente que es capaz, no solo de no ser destruida en una explosión nuclear en la superficie del mismísimo Sol, sino que capaz hasta de multiplicarse.

Además, vale que lograran recuperar a Gene Hackman, pero ya cansa un poco tener de nuevo como villano principal a Lex Luthor, a quién ya vimos en la primera y en la segunda y en la tercera tuvimos una mala imitación de él. Eso si, aquí cambia de ayudante patoso, sustituyendo al célebre Otis (Ned Beatty) por un sobrino tonto llamado Lenny al que da vida Jon Cryer, actor que gozó de cierta fama en los 80 gracias a títulos como Click, Click (Jerry Schatzberg, 1984) o La Chica de Rosa (Howard Deutch, 1986) y ahora es conocido como el hermano gorrón de Charlie Sheen en la serie Dos Hombres y Medio.

Resumiendo.

Un auténtico desastre del que la principal culpable fue la Cannon, quién tuvo la oportunidad de ir un paso mas allá y dejar a un lado las películas de serie B para meterse de lleno en las superproducciones. Pero, en lugar de eso, se echaron atrás y terminaron por cargarse una película que podría haber resucitado la saga de Superman pero, en lugar de eso, la enterró del todo y el hombre de acero empezó una larga odisea antes de volver a los cines; algo de lo que ya hablaré en otra entrada, la correspondiente a Superman Returns.


Lo peor de la Cannon es que engañaron a todo el mundo, porque dudo mucho que, de saber donde se metían, ni Christopher Reeve, Margot Kidder o Gene Hackman se hubieran aventurado a volver y, mucho menos, la Warner les hubiera dado los 35 millones de los que, como ya he dicho, solo la mitad fueron invertidos en el film. Claro, que al final tuvieron su justo castigo cuando el estudio se hundió y fue absorbido posteriormente por MGM.

Una película de lo mas nefasta. No llega al nivel de subnormalidad de Batman y Robin (Joel Schumacher, 1997), que hundió la saga de Batman diez años después, pero se le queda cerca. Una película que es imposible tomársela en serio y es imposible disfrutar con ella; a menos que seas un niño de 7 años, claro.

Christopher Reeve no se pudo despedir peor de la saga y el personaje que le dio la fama.