11 de abril de 2018

LA FORMA DEL AGUA (2017)















He tardado un poco, pero aquí traigo la review de la última película de Guillermo del Toro, ganadora en la última edición de los oscars.

La historia se ambienta en Baltimore (EEUU), a principios de los años 60, en plena Guerra Fría. Elisa Esposito (Sally Hawkins) es una joven muda que vive sola en un apartamento que hay sobre un cine y cuyas únicas amistades son Giles (Richard Jenkins), su vecino, un artista gay muy solitario, y Zelda (Octavia Spencer), su compañera de trabajo, una afroamericana que también le sirve de intérprete. Ella y Zelda trabajan como limpiadoras en un laboratorio secreto del gobierno.

Un día, a ese laboratorio es llevado un extraño ser amfibio de forma humanoide (Doug Jones), que fue capturado en un río sudafricano por el coronel Richard Strickland (Michael Shannon), quién es también su cuidador. El ser es utilizado para experimentos con fines militares, pero es también sometido a torturas y maltratos que no pasan desapercibidos para Elisa, quién pronto establece un vínculo con el ser y decide ayudarlo a escapar cuando descubre los planes que tienen con él. Consigue convencer a Giles para que la ayude, pero también obtendrá la ayuda de Zelda y la inesperada ayuda del Dr. Robert Hoffstetler (Michael Stuhlbarg), uno de los científicos del laboratorio, quién guarda un gran secreto.


Guillermo del Toro se reconcilia con Hollywood con su última película. Tras los cinco años en que estuvo ausente para trabajar en El Hobbit, el director mexicano aún no había tenido, lo que se dice, un regreso triunfal.

Ni Pacific Rim (2013) ni Crimson Peak (2015) lograron cumplir todas las expectativas y, luego, el director mexicano ha visto como varios de sus proyectos eran cancelados o se le escapaban de las manos; cómo la tercera entrega de Hellboy.

No obstante, con La Forma del Agua ha logrado colocarse de nuevo entre los grandes. La película no solo ha sido un gran éxito de taquilla. Con un presupuesto de 19 millones de dólares, solo en EEUU ha recaudado 64 millones de dólares, a los que hay que sumar 127 millones más en el resto del mundo, haciendo un total de 191 millones de dólares.

Pero, además, la película ha sido alabada por público y crítica y, tras ganar varios premios, fue la ganadora en la última edición de los Oscars. Algo que ha sorprendido a mucha gente; especialmente, a mí.

Cómo ya dije en varias ocasiones, yo pensaba que el oscar al mejor director lo tenía asegurado pero, debido a su condición de película fantástica, no iba a poder ganar el oscar a la mejor película debido a la reticencia de la Academia con el cine fantástico. Ya hicieron una excepción con El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey (Peter Jackson, 2003) y pensaba que tendrían que pasar unas cuantas décadas más para que se animaran a premiar otra película fantástica. Sin embargo, contra todo pronóstico, esta película se ha alzado con el oscar a mejor película por encima de otras que eran más favoritas, como Tres Anuncios a las Afueras (Martin McDonagh, 2017).

Como amante del cine fantástico que soy, debería estar dando palmas con las orejas porque una película fantástica se haya hecho con el oscar a mejor película. Sin embargo, este triunfo no me ha entusiasmado tanto. Y es que, aunque pienso que el oscar a mejor director lo tiene más que merecido, no me ha parecido una película digna de ganar como mejor película.

Para empezar, no era mi gran favorita en los oscars. Mi gran favorita era Dunkirk (Christopher Nolan, 2017). No obstante, ya sabía de antemano que esa película tenía muy pocas posibilidades, ya que –independientemente de su talento -, Nolan no es un director del gusto de los académicos. No obstante, mi otra gran favorita era la ya nombrada Tres Anuncios en las Afueras que pienso yo que se merecía más ese oscar que esta película que nos ocupa.

¿Por qué? Pues porque Tres Anuncios a las Afueras tiene lo que le falta a esta película: un guión magistral.


Y es que, tal y como me esperaba –por desgracia –, Guillermo del Toro nos ha vuelto a ofrecer lo que nos lleva ofreciendo en sus últimos trabajos como director: una película muy buena a nivel visual y a nivel interpretativo, pero con un guión que no está a la altura de su maestría.

Empecemos por lo bueno.

Como ya he dicho, Guillermo del Toro tiene muy merecido el oscar a mejor director –y hasta diría que la academia le debe unos cuantos oscars más en esa categoría –. Y es que el tipo vuelve a dirigir de forma magistral, dejando en todo momento su sello personal, con ese estilo a medio camino entre la fantasía propia de los cuentos y el terror propio de los relatos de Lovecraft que tanto caracteriza su filmografía. Además, no le tiembla el pulso a la hora de incluir violencia y hasta sexo, lo cual es muy de agradecer en estos tiempos en los que reina el PG-13.

El diseño de producción es alucinante. Sin duda –otro oscar que la película tiene muy merecido –y la estupenda fotografía le ayuda mucho. Y, en cuanto a los efectos especiales, se agradece también que no abuse del CGI y recurra a efectos más prácticos.

Los actores son otro de los puntos fuertes de la película.

Sally Hawkins está impresionante y hace un excelente trabajo, llevando muy bien el protagonismo y el reto de interpretar a un personaje mudo; que es algo más difícil de lo que parece a simple vista.

De Doug Jones es difícil hablar, ya que casi siempre le vemos cubierto de maquillaje o digitalizado. Sin embargo, pese a todo ello, en esta película se puede ver que hace un excelente trabajo; especialmente, en el tramo final.

Rchard Jenkins y Octavia Spencer hacen ambos un excelente trabajo en esta película, pero no creo que sea suficiente para ser nominados al oscar como secundarios.

Quién si se merecía ser nominado, y hasta ganar, es sin duda Michael Shannon, que es el mejor de todo el reparto dando vida al villano principal; algo que al actor se le da muy bien –no hay más que verle como Zod en Man of Steel (Zack Snyder, 2013) –. Y en esta película el tipo está que se sale dando vida a su personaje con una naturalidad que hasta asusta.

Lo que no me ha hecho mucha gracia es que Del Toro haya utilizado su personaje para hacerle un homenaje a su amigo Santiago Segura y, especialmente, al personaje de Torrente –los que hayan visto la película, ya sabrán de lo que hablo –.

Los actores, del primero al último, hacen un gran trabajo, de eso no hay ninguna duda; además de que la sobresaliente dirección de actores de Del Toro saca lo mejor de ellos. Pero, una cosa son los actores y otra los personajes. Es aquí donde entro en la parte donde la película flojea: EL GUIÓN.


Cómo ya he dicho antes, Guillermo del Toro continúa dirigiendo de forma magistral. Sin embargo, el tipo ya no cuida los guiones de sus películas como antes. Los guiones no son malos, ojo, pero no están a la altura de su portentosa dirección y eso estropea el conjunto.

Y, desgraciadamente, con esta película no ha hecho una excepción.

El guión es obra del propio Del Toro y Vanessa Taylor, basado en una historia del director mexicano que, según dicen, se le ocurrió en 2011, durante un desayuno con Daniel Kraus, con quién escribiría la novela Trollhunters y con quién ha escrito una novelización de esta película.

Seguramente, esto lo dirán para contrarrestar unas acusaciones de plagio por parte del director de un cortometraje y el autor de una novela, ambos con un argumento similar. Yo, desde luego, no creo que exista ningún plagio. Lo que ocurre es que la historia que nos cuentan aquí ya nos la han contado muchas veces; de muchas formas distintas pero, en el fondo, la misma historia. Los que acusan a Del Toro de plagio, a parte de ser unos oportunistas, son unos hipócritas, porque ellos, quieran o no quieran, también han copiado a otros.

Pero, bueno, dejemos esto a un lado, que me estoy saliendo del tema, y vamos con el guión.

Como ya he dicho, el guión no es malo del todo. Es una película de género fantástico, pero que, a la vez, hace mucha denuncia social. Denunciando temas como el abuso de poder, el racismo o la homofobia.

Todo eso está muy bien. El problema es que el guión lo aprovecha bien a causa de una larga sucesión de tópicos –los hay como para parar un carro –y situaciones tan previsibles que te sientes vidente viendo la película, porque sabes lo que va a pasar en todo momento. Tan solo al final te dan una sorpresa, pero no es una sorpresa para bien –al menos, por mi parte –. Luego hablo de esto, porque hay spoilers de por medio.

Los actores hacen un gran trabajo, eso ya lo he dejado claro. Pero, una cosa son los actores y otra cosa son los personajes. Y, aquí, los personajes están estereotipados a más no poder. Todo es blanco o negro, los buenos muy buenos y los malos muy malos. No hay término medio ni ambigüedad alguna. Tan solo hay algo de ambigüedad en el único personaje no-humano de la película, el ser amfibio; aunque, viendo las putadas que le hacen, entiendes que reaccione de esa manera en algunas situaciones.


Por eso, pese a lo mucho que me gusta el cine fantástico y Guillermo del Todo como director, no considero esta película digna ganadora del oscar a la mejor película, ya que su guión no está a la altura para ello. Si se merece –y mucho –el oscar a mejor director, al igual que el de mejor diseño de producción y el de mejor banda sonora, ya que la música que acompaña a la película está muy bien; incluso hubiera visto con buenos ojos que le hubieran dado el oscar a mejor actriz a Sally Hawkins. Pero, el oscar a mejor película…

Menos mal que, por lo menos, no le dieron el oscar a mejor guión original; ahí si que hubiera puesto el grito en el cielo. Claro, que viendo a la que al final se lo dieron, al final el cabreo acabé teniéndolo.

En fin.



ATENCION. Advierto que lo que viene a continuación contiene SPOILERS de la película. Aconsejo no leerlo a quién no la haya visto aún y, si alguien lo hace de todas formas, lo hará bajo su total responsabilidad.



Cómo ya he dicho antes, al final se nos da una sorpresa no muy agradable. Bueno, más bien no es una sorpresa, lo que ocurre es que nos dan gato por liebre.

En el comienzo de la película en blanco y negro, la voz en off del personaje de Jenkins parecía que nos aventuraba un final trágico. De hecho, ese comienzo me recordó mucho al comienzo de Mouline Rouge (Baz Luhrmann, 2001), cuando veíamos a un abatido Ewan McGregor un año después de lo que sucede en la película, lo que nos aventuraba que la historia no iba a tener un final feliz.

Y aquí me pasó lo mismo. Cuando escuchaba la voz de Jenkins –vi la película en voz original, por cierto –hablando de pérdida, pensé que la peícula tampoco iba a tener un final feliz. A mí me da igual que un final sea feliz o sea trágico siempre que funcione y sea beneficioso para la película. Lo que no me gusta nada es que me tomen el pelo.

Al menos, así es como me sentí en ese final en el muelle, en el que la chica moría y el ser amfibio sobrevivía –o volvía a la vida, a saber –. Pero, cuando se mete en el agua con el cuerpo de la chica en brazos ¡Sorpresa! La chica sobrevive porque resulta que no es del todo humana. Y es que es una medio-amfibia o algo por el estilo. No nos lo explican muy bien en la película, pero si nos dan pistas: como que fue encontrada de niña en un río, las cicatrices que tiene en el cuello –que resultan ser branquias –o que le gusta masturbarse dentro del agua.

Y esto es otra cosa que me toca las narices. Porque, lo que más me fascinaba de la película era ver una humana teniendo sexo con un ser amfibio –si, me va mucho el rollo de chica con monstruo, para que negarlo –. Sin embargo, que la protagonista no sea del todo humana le quita interés a la cosa; al menos, a lo que a mi respecta.

Así que, al final, tenemos un final feliz cuando me había hecho a la idea desde el principio que la película iba a terminar de forma trágica y me dejan sin rollo chica con monstruo porque la protagonista es un híbrido –o a saber que puñetas es –.




Fin de los SPOILERS. Ya podéis leer con tranquilidad.



Por todo esto, y mucho más, es por lo que no veo con buenos ojos que la academia de Hollywood considere esta película como la mejor de 2017 pese a ser una película fantástica y el gran trabajo que ha hecho Del Toro en la dirección. Desde luego, esto no hace más que disminuir la poca fe que tengo en los Oscars; como en los demás premios de cine.

Para mí, Guillermo del Toro sigue siendo un excelente director y su forma de dirigir sigue siendo brillante. Pero, desde luego, el tipo tiene que currarse mejor los guiones de sus películas, porque guiones como este son impropios de alguien con su talento.

En resumen.

Una película excelente a nivel visual, con una dirección sobresaliente y unas brillantes interpretaciones, pero con un guión que no está a la altura del resto de la película y termina estropeando el conjunto.










3 de abril de 2018

TOMB RAIDER (2018)





ATENCION. Advierto que esta review contiene SPOILERS de la película. Quién no la haya visto que se abstenga de leerla y si, por el contrario, la lee de todas formas, lo hará bajo su total responsabilidad.
















Lara Croft vuelve al cine después de 15 años y lo hace cambiando de rostro. Alicia Vikander es quién toma ahora el relevo de Angelina Jolie dando vida a la famosa asaltatumbas en una película que reinicia por completo la saga.

Lara Croft (Alicia Vikander) era solo una adolescente cuando su padre, Lord Richard Croft (Dominic West) desapareció. Desde entonces, vive el día a día en las calles de Londres, trabajando como mensajera y practicando artes marciales mixtas. Se niega a heredar el imperio empresarial de su padre, ya que hacerlo sería como admitir que está muerto. No obstante, Ana Miller (Kristin Scott Thomas), logra convencerla diciéndole que, de no hacerlo, la mansión de la familia sería vendida. Durante la firma de los papeles de la herencia, Mr. Yaffe (Derek Jacobi), otro de los socios de su padre, le hace entrega de una caja rompecabezas que su padre le dejó antes de desaparecer.

La caja la lleva hasta una oficina secreta donde su padre guardaba  todo su trabajo sobre Himiko, una legendaria reina japonesa de quién se decía que tenía el poder sobre la vida y la muerte. Entre todas las cosas, encuentra una grabación de su padre diciéndole que, de pasarle a él algo, debe destruir todo lo que tenga referencia a Himiko. Sin embargo, Lara decide no hacerlo y, utilizando el trabajo de su padre, decide empreder su búsqueda. Así llega hasta Hong Kong, donde se reune con Lu Ren (Daniel Wu), capitán del barco Endurance, el cual iba a comprar su padre antes de desaparecer. Lu Ren la lleva hasta el Mar del Diablo, donde conducen las notas de su padre, pero son sorprendidos por una fuerte tormenta y el barco naufraga, llegando ambos hasta la isla de Yamatai, donde son apresados por Mathias Vogel (Walton Goggins), quién dirige una expedición que busca la tumba de Himiko. Vogel sigue órdenes de una misteriosa organización conocida como Trinity y no puede abandonar la isla hasta encontrarla.

  
Pongámonos en antecedentes. La famosa franquicia de videojuegos Tomb Raider hizo su debut en el cine en la película Lara Croft: Tomb Raider (Simon West, 2001) donde, como ya he dicho antes, Angelina Jolie fue la encargada de dar vida a la heroína central de esta saga de videojuegos, la ya icónica Lara Croft.

A la película no le fue mal en la taquilla, con 274 millones de dólares recaudados en todo el mundo, pero fue muy machacada por la crítica y no gustó a gran parte de los fans de los videojuegos. No obstante, Paramount Pictures, el estudio que la produjo, sacó adelante una secuela, Lara Croft: Tomb Raider – La Cuna de la Vida (2003), donde Angelina Jolie repitió como Lara Croft, pero Simon West era reemplazado en la dirección por Jan de Bont.

Con solo 156 millones de dólares recaudados en todo el mundo, la película fue un fracaso. Sus críticas fueron peores, tanto por parte de la crítica profesional como por parte de los fans, pero Paramount culpó del fracaso de la película al sexto videojuego de la franquicia, Tomb Raider: El Ángel de la Oscuridad, el cual fue lanzado ese mismo año y también fue un estrepitoso fracaso.

Esto dejó en el aire una posible tercera entrega con Angelina Jolie que, aunque estuvo entre los planes del estudio, jamás llegó a realizarse y calló en el olvido.

El éxito en 2006 de Tomb Raider: Legend, séptimo videojuego de la saga –y el primero realizado por Crystal Dynamics, compañía que reemplazó a Core Design –, reactivó la franquicia y esto hizo que volviera a hablarse de la tercera entrega protagonizada por Jolie. No obstante, tras el enorme éxito de The Dark Knight (Christopher Nolan, 2008), empezó a hablarse más de la posibilidad de reiniciar la franquicia, ya que los reboots empezaron a estar muy de moda.

A partin de entonces empezaron a haber movimientos en torno a una nueva película de Tomb Raider, pero sin nada claro en el horizonte hasta que, en 2011, GK Films se hizo con los derechos cinematográficos de la franquicia. La compañía puso en marcha la película junto a Warner Bros., MGM y Square Enix; compañía dueña de la franquicia Tomb Raider tras comprar Eidos Interactive en 2009.

Con el paso de los años, el proyecto empezó a tomar forma. La nueva película sería un reboot y se basaría en el videojuego Tomb Raider (2013), el cual también reinició por completo la saga de videojuegos con una nueva Lara Croft más realista y menos sexualizada que la Lara Croft clásica; aunque, seguía siendo sexy.

Geneva Robertson-Dworet fue contratada para escribir el guión; aunque este fue posteriormente revisado por Evan Daugherty primero y Alastair Siddons. Aunque, en un principio se habló de que fuera una mujer quién dirigiera la película, la dirección recayó, finalmenten, en el noruego Roar Uthaug.

Para dar vida a Lara Croft sonaron muchas candidatas. Daisy Ridley, Emilia Clarke, Elizabeth Olsen, Emma Watson o Camilla Luddington –quién ya le puso voz y prestó sus movimientos a Lara Croft en el videojuego de 2013 y en su continuación, Rise of the Tomb Raider –fueron quienes más sonaron para el papel; en el caso de Daisy Ridley, muchos medios ya la dieron por elegida. Sin embargo, en abril de 2016 se anunció que la gran elegida era Alicia Vikander, actriz que no aparecía en las quinielas y que, poco antes, había ganado un oscar; algo parecido a Angelina Jolie, quién también había ganado un oscar –y en la misma categoría de Vikander, mejor actriz de reparto –poco antes de ser elegida como Lara Croft en su día.


La película se estrenó en EEUU y otros países, incluida España, el pasado 16 de marzo. La taquilla que está haciendo no es muy espectacular, al menos en EEUU. Con 94 millones de dólares de presupuesto, a día de hoy lleva recaudados 50 millones en territorio estadounidense. Mejor le están yendo las cosas fuera de EEUU, donde lleva recaudados 197 millones, haciendo un total de 247 millones de dólares.

Por su parte, la crítica la ha recibido con división de opiniones; aunque, son mayoría las negativas que las positivas. También hay división entre los fans de los videojuegos y, en cuanto al público, su reacción ha sido más favorable, aunque no muy entusiasta.

¿Y que opino yo? Pues a eso vamos.

Antes de ponerme con la película, quiero dejar claro que a mí me encantan los videojuegos de Tomb Raider. He jugado mucho a ellos y los conozco muy bien. Y, desde luego, me encanta Lara Croft, una de mis heroínas favoritas.

Y me gusta tanto la Lara Croft clásica como la nueva Lara Croft de los últimos videojuegos. Ambas son dos Laras muy buenas y lo suficientemente diferentes la una de la otra como para tener que elegir entre una y otra.

En cuanto a las películas, Lara Croft: Tomb Raider me gusta mucho. Es cierto que le hace falta más acción y más metraje, pero se disfruta mucho y recrea muy bien el espíritu de los videojuegos. Además, Angelina Jolie está fantástica como Lara Croft; no solo encaja muy bien en el personaje físicamente, también recrea muy bien su personalidad. Para mí fue, sin duda, una gran elección.

En cuanto a la segunda, Lara Croft: Tomb Raider – La Cuna de la Vida, me parece una de las mayores mierdas que se han hecho en mucho tiempo y que ni el estupendo trabajo de Angelina Jolie logra salvar. La película tiene un comienzo bastante potente pero, rápidamente, se desploma y va en caída libre hasta el final. Su fracaso está más que merecido por mucho que Paramount le quiera echar la culpa a Tomb Raider: El Ángel de la Oscuridad; que puede que fuera un videojuego fallido, pero era mil veces mejor que esa mierda de película.

Ahora, después de muchos años esperando una nueva película de Tomb Raider, nos llega este nuevo film que he esperado con muchas ganas, ya que quería volver a ver a Lara Croft en el cine.


Sin embargo, la noticia de la elección de Alicia Vikander para dar vida a Lara Croft fue algo que me echó bastante para atrás. Y es que, aunque Vikander me parece una estupenda actriz, no conseguía verla como Lara Croft y, una vez vista la película, continúa sin convencerme.

Eso si, las razones por las que no la veo como Lara Croft no tienen nada que ver con su físico. Desde luego, yo no estoy con esos gilipollas que la critican por no tener las tetas grandes; gente ignorante que no se para a pensar que Lara Croft es mucho más que una tía buena que corre, salta y dispara con dos pistolas.

De hecho, en el físico es donde Vikander está más acertada. Cuando salieron las primeras imágenes de ella como Lara Croft y vi lo muy en forma que se había puesto, empezó a convencerme hasta que salió el primer tráiler. La actriz se ha machacado a conciencia para este papel –no hay más que ver los vídeos de su entrenamiento –y en las escenas de acción y momentos físicos si está de lo más creíble.

El problema con Vikander tiene que ver con la personalidad. Y es que, perse a su talento como actriz, no me parece que ha conseguido plasmar en la gran pantalla la personalidad de Lara Croft; ni siquiera de la Lara Croft de los últimos videojuegos en la que se basa. Aunque, no es todo culpa de la actriz, sino porque no han sabido representarla bien en el guión, haciendo una rara mezcla entre la nueva Lara y la Lara clásica que no ha funcionado bien.

No obstante, pese a no convencerme como Lara Croft, si tengo una cosa clara con Alicia Vikander. Y es que ella ha sido, sin duda, lo mejor de la película.

La película no es mala. Desde luego, no nos encontramos ante otro bodrio, como La Cuna de la Vida. La película es buena, está bien hecha, pero no me ha terminado de matar.

Para empezar, la primera parte es un auténtico coñazo. Todo lo que sucede antes de llegar a la isla se lo podrían haber ahorrado porque lo único que hace es aburrir, aturdir y perder un tiempo precioso que podrían haber empleado en otras cosas mejores. Pero no, pierden el tiempo con carreras de bicicletas, rollos de herencias, una escena en una tienda de empeños que resulta soporífera o una amiga de Lara –interpretada por Hannah John-Kamen –que aparece solo unos minutos y luego no se la vuelve a ver, lo mismo que el chico del restaurante hindú que está colado por ella; dos elementos que se los podrían haber ahorrado porque no aportan nada a la película y parecen estar de relleno.

 

Aunque, lo peor es la parte que transcurre en Hong Kong, con una persecución en los muelles que aburre de lo previsible que es. Pero, encima, cuando finalmente termina, van y nos meten una segunda persecución tan larga y cansina como la anterior.

Es cuando llega a la isla cuando la película comienza a despegar; aunque, tampoco se puede decir que vuele muy alto. Aún así, nos da una cuantas secuencias de acción bastante buenas antes de introducirnos a una cueva llena de elementos propios de los videojuegos de Tomb Raider, como trampas o cerraduras que hay que abrir; la escena con los cristales está bastante bien.

Como ya he dicho, la parte de la isla está más entretenida y salva a la película del desastre. Sin embargo, como también he dicho, tampoco es gran cosa y no ha habido ningún momento que me haya impresionado. Además, aunque se recreen fielmente algunas escenas, como la del avión de la II Guerra Mundial estrellado en la catarata que tanto hemos visto en los tráilers, a penas me ha recordado al videojuego de 2013.

De hecho, en lugar del videojuego, lo que más me vino a la cabeza viendo todo eso fue la serie Arrow y los flashbacks que transcurren en la isla; especiamente, los de la primera y la cuarta temporada.

No obstante, lo que menos me ha gustado de la película y me ha parecido una gran equivocación, es que la película elimina por completo los elementos fantásticos y sobrenaturales que hay en todos los videojuegos de Tomb Raider; incluido el videojuego de 2013 que tanto dicen que están adaptando.

Tenía esperanzas de ver elementos fantásticos en el climax, cuando encontraran la tumba de Himiko. Pero, al final, nada de nada. Ni traspaso de alma, ni Guardia de la Tormenta, ni porras el vinagre. Al final resulta que todo gira alrededor de una enfermedad que porta la reina y de la que se quiere apoderar Trinity, esa “misteriosa” organización que está detrás de los malos; y he puesto misteriosa entre comillas porque se sabe desde el primer momento quién es la persona que está detrás de todo por mucho que nos quieran sorprender –sorpresa a la altura de la de Alien: Covenant –.

El caso es que la película prescinde por completo de los elementos fantásticos y apuesta por una visión más realista. Si, como hizo Christopher Nolan con Batman. Pero, al menos, Nolan nos dio tres auténticos películones muy superiores a lo que nos han ofrecido aquí.


Y lo que nos han ofrecido aquí es una película de acción y aventuras que está bien, con una dirección correcta, un logrado diseño de producción y unas buenas interpretaciones, pero que resulta bastante simplona, se ve tan rápido como se olvida y se sustenta principalmente en su protagonista.

Una protagonista que hace un gran trabajo, tanto físico como a nivel de interpretación, lleva muy bien el peso de la película sobre sus hombros, pero no consigue meterse en la piel de Lara Croft pese a que lo intenta, y mucho.

En resumen, una película buena, pero que no compensa los 15 años que ha habido que esperar para volver a ver Tomb Raider en el cine.