Mostrando entradas con la etiqueta Antigua Grecia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Antigua Grecia. Mostrar todas las entradas

5 de octubre de 2014

HÉRCULES: EL ORIGEN DE LA LEYENDA (2014)


















Antes de traeros la review del Hércules dirigido por Brett Ratner con Dwayne Johnson de protagonista, me quiero quitar un peso de encima hablando de la “otra” película de Hércules que ha habido este año. Ya que, como bien sabéis, este año hemos tenido al famoso semidios por partida doble.

Grecia, 1200 a.C., la reina Alcmena (Roxanne McKee) suplica a los dioses una solución para acabar con la tiranía de su esposo, el rey Anfitrión (Scott Adkins). Como respuesta a sus plegarias, el dios Zeus la posee y engendra con ella un hijo que sea el futuro salvador; el cual, reciba el nombre que reciba, tendrá siempre el nombre de Hércules. El niño recibe el nombre de Alcides y se cría como hijo de Anfitrión. Pero el rey sabe que su esposa le fue infiel con alguien y lo menosprecia, favoreciendo más a su hijo mayor, Ificles (Liam Carrigan). Años después, el niño crece convertido en un fuerte joven (Kellan Lutz) y mantiene una relación con la bella Hebe (Gaia Weiss), hija de uno de los aliados de Anfitrión, quién organiza el matrimonio entre ella y Ificles.

Es por ello por lo que intentan escapar, pero ambos son capturados. Como castigo, Anfitrión decide enviarle a Egipto junto a un batallón comandado por Sotiris (Liam McIntyre). Antes de partir, Alcmena le dice que su verdadero nombre es Hércules y que está destinado a algo muy importante, pero él solo piensa en Hebe y no le hace mucho caso. Una vez en Egipto, todo resulta una trampa. Antes de partir, el rey redujo la tropa a la mitad y les hizo ir por un paso peligroso. Así, todo el batallón cae en una trampa y son atacados por unos mercenarios enviados por el rey. Solo sobreviven Sotiris y él, que adopta el nombre de Hércules para que crean que murió en la emboscada. Los dos son vendidos como esclavos y obligados a luchar en la arena para sobrevivir e intentar escapar para regresar y evitar el matrimonio entre Hebe e Ificles.


No es la primera vez que dos películas de una misma temática coinciden un mismo año. Por ejemplo, en 1991 se estrenaron dos películas de Robin Hood, en 1992 dos películas sobre el descubrimiento de América, en 1997 dos películas sobre volcanes o en 1998 dos películas sobre un asteroide que se va a estrellar contra la Tierra; y, siempre, de estas dos películas hay una que es mejor que la otra. Este año le ha tocado el turno a Hércules, que nos llega por partida doble con dos películas: la que protagoniza Dwayne Johnson y esta de la que me dispongo a hablar ahora.

Esta fue la primera en llegar –se estrenó el pasado mes de enero –, pero eso no significa que sea la primera, ya que la otra empezó a gestarse antes que esta. Lo que ocurre es que los responsables de este film metieron el turbo, ya que se nota que el acabado es muy apresurado, y por eso ha llegado antes.

Los de Millenium Films se enteraron de que Paramount Pictures y MGM estaban preparando una gran superproducción sobre Hércules y decidieron subirse al carro realizando en tiempo record su propia película. Para ello, invirtieron 70 millones de dólares y pusieron al frente del proyecto a Renny Harlin, un buen director venido a menos. Para dar vida al hijo de Zeus escogieron a Kellan Lutz, actor que se hizo popular por su participación en la saga Crepúsculo y en series como la nueva versión de Sensación de Vivir; un currículum que espantaría a cualquiera con dos dedos de frente, pero se ve que a esta gente le pareció una buena idea.

La película ha sido uno de los mayores desastres del año. Con sus 70 millones de presupuesto, tan solo ha hecho 19 millones en EEUU y 42 millones más en el resto del mundo, haciendo un total de 61 millones de dólares; ni siquiera ha logrado recuperar su inversión con la taquilla internacional. Todo esto sin mencionar que la crítica la ha pulverizado sin ninguna piedad y que la mayoría de la gente que la vio salió echando pestes de ella.

Y es que no me extraña, porque la película es una PUTA MIERDA.

A mí me costó horrores tragármela entera, porque es tan mala que hasta se hace insoportable de ver. Ni siquiera he querido hacer un segundo visionado antes de hacer la review porque, entre volver a ver este engendro y clavarme clavos al rojo vivo en los ojos, optaría sin duda por lo segundo.


Su director, Renny Harlin, lleva varios años en caída libre y parece que aún no ha tocado fondo. Este finlandés comenzó su carrera en el cine de terror de serie B en los años 80 y tuvo su momento de gloria como director de cine de acción en la primera mitad de los 90 gracias, especialmente, a dos películas: La Jungla 2: Alerta Roja (1990), primera de las secuelas de la maravillosa La Jungla de Cristal (John McTiernan, 1988), y Máximo Riesgo (1993), la cual ha llegado a convertirse en un pequeño clásico del género. Sin embargo, su carrera cayó en picado en la segunda mitad de los 90 con los fracasos de La Isla de las Cabezas Cortadas (1995) y Memoria Letal (1996) y, aunque parecía que volvía a recuperarse con la película de tiburones Deep Blue Sea (1999), en la década siguiente y lo que llevamos de esta no ha hecho más que encadenar fracaso tras fracaso al mismo tiempo que la calidad de sus trabajos ha ido decreciendo.

Y, con esta película, el tipo no ha hecho más que poner otro clavo en el ataúd de su carrera firmando uno de sus trabajos más bochornosos, con una dirección que da pena, un guión –donde él mismo participó –que da pena, unas escenas de acción que dan pena, unos efectos especiales que dan pena, unas interpretaciones que dan pena…

Aunque, lo que más pena da es ver como el tipo intenta emular, de la forma más patética, a Zack Snyder; sobre todo, en esos planos a cámara lenta que tanto caracterizan el estilo del director de 300. Lo que pasa es que Snyder sabe filmar muy bien esos planos y sabe como y cuando meterlos en determinados momentos de sus películas. Pero aquí, esos planos resultan de lo más patéticos, ya que están penosamente filmados y suelen llegar sin venir a cuento.

La película es como una mezcla entre la mencionada película 300 y la serie Spartacus: Sangre y Arena; y aquí reside otro de sus muchos defectos. No el hecho de que trate de copiar descaradamente elementos de esta, sino que tanto 300 como Spartacus están repletas de sexo y violencia y eso aquí escasea por todas partes, ya que apenas hay sangre y las –pocas –escenas de sexo que hay más mojigatas no pueden ser. No sé a qué mente pensante se le ocurrió que el público potencial de 300 y Spartacus –entre el que me encuentro –iba a ir a ver en masa la versión light de estas, porque se lució, pero bien.

Luego está el aspecto visual y técnico, que aquí también hay miga.


Vale que las superproducciones hoy en día suelen costar de 100 millones  para arriba. Pero 70 millones de dólares no es un presupuesto de película de serie B, así que no es excusa para que nos ofrezcan un espectáculo visual digno de una película de la Asylum o cualquier mierdaproducción hecha directamente para acumular polvo en la estantería de un videoclub.

Esos paisajes y esos decorados recreados digitalmente dañan la vista de lo mal hechos que están; lo mismo que las batallas y algunos otros momentos que llegan a dar vergüenza ajena. Un buen ejemplo es ese el león creado mediante CGI tan penoso que hasta dan ganas de arrancarse los ojos nada más verlo; ni punto de comparación con el que aparece en la película de Brett Ratner. Hasta el león digital que aparecía en Jumanji, de Joe Johnston, era mil veces mejor que el que se ve aquí; y estoy hablando de una película de 1995 que costó 65 millones de dólares.

En cuanto al reparto, pues nada. No me meto con los actores porque ellos no tienen del todo la culpa. Porque se nota a mil leguas que el casting fue elegido a dedo y, encima, la dirección de actores es bochornosa.

El protagonista, Kellan Lutz, debo decir en su favor que, al menos, se esfuerza en intentar hacerlo bien y eso es de agradecer. El problema es que es imposible tomárselo en serio con esas pintas que le ponen, pareciendo más un modelo de pasarela o, incluso, un actor porno que el famoso semidios griego; y, encima, esos pelos rubios peinados hacia delante que lleva empeoran aún más las cosas.  Además, el tipo es musculoso, pero tenía que haberlo sido mucho más para dar vida a alguien como Hércules; Dwayne Johnson es un tipo muy musculoso y, aún así, se puso más fuerte aún para ser Hércules en su respectiva película. Lutz debería de haber recibido más entrenamiento; sobre todo, debería de haber trabajado los brazos tanto como los pectorales porque, si os fijáis bien, los brazos no están a la misma proporción que el torso, dándole un aspecto más ridículo del que ya tiene.

El resto del reparto, tan solo destacar a Roxanne McKee, Scott Adkins y Liam McIntyre como Alcmena, Anfitrión y Sotiris, los únicos que tienen una interpretación algo superior a los demás; aunque, tampoco mucho.



En definitiva, la película es espantosa. Un bodrio infumable que no deseo volver a ver más el resto de mi vida; con una vez ya ha sido suficiente –aunque yo diría que demasiado –.

Sobre la otra película de Hércules ya hablaré pronto, puesto que estoy preparando ya la review. Pero, sobre cual de las dos es mejor, está claro cual es la respuesta, porque muy mal tendría que hacerlo Brett Ratner para que le salga algo peor que esto.


Desde luego, esta PUTA MIERDA no se la recomendaría ni a mi peor enemigo. Si alguien no la ha visto aún, por favor, que huya de ella como si de la peste bubónica se tratase.







22 de marzo de 2014

300: EL ORIGEN DE UN IMPERIO (2014)




















300: El Origen de un Imperiono no es exactamente una secuela de la maravillosa 300 (Zack Snyder, 2007). Bueno, sí lo es en parte, porque también es una precuela y una especie de spin-off.

Más adelante hablaré de ello. Ahora, vayamos por partes.

Mientras sucedía la batalla de las Termópilas, en el estrecho de Artemisio un contingente de barcos griegos trata de detener a la todopoderosa armada persa comandada por la despiadada Artemisia (Eva Green). La armada griega está liderada por Themistocles (Sullivan Stapleton), un general y hombre fuerte del gobierno de Atenas que sueña con unificar toda Grecia contra la amenaza de los persas. Themistocles era un completo desconocido hasta que, diez años atrás, se convirtió en todo un héroe al liderar a los atenienses en la victoria contra los persas en la batalla de Maratón y herir de muerte al rey Darío (Igar Naor).

Por su parte, Artemisia era una princesa griega que, siendo solo una niña vio como su familia era masacrada por unos hoplitas que arrasaron su tierra. Después estuvo años prisionera en un barco de esclavos griego donde fue violada continuamente hasta que se cansaron de ella y la dejaron tirada en un puerto para que muriera. Sin embargo, fue recogida por un emisario persa que la entrenó en las armas y la convirtió en una fiera guerrera y líder militar que se ganó el favor del rey Darío. Tras la muerte de este, manipuló al nuevo rey, Jerjes (Rodrigo Santoro), hasta hacerle creer que se había convertido en un dios y lanzarlo a la conquista de toda Grecia. El choque entre Artemisia y Themistocles será brutal.

300 fue un éxito enorme. Con un presupuesto de 65 millones de dólares, solo en EEUU recaudó 210 millones a los que hay que sumar 246 millones más recaudados en el resto del mundo, por lo que la película hizo un total de 456 millones de dólares.


Después de un éxito así, no es de extrañar que la Warner quisiera seguir explotando la fórmula en una secuela. El problema es que el cómic de Frank Miller en el que se basaba la película no tenía continuaciones. Fue por ello por lo que el propio Frank Miller comenzó a realizar una precuela de su historia que, bajo el título de Xerxes, contaría los acontecimientos de la batalla de Maratón y el ascenso de Jerjes I como dios rey del Imperio Persa. Este cómic debía haberse estrenado al mismo tiempo que la película pero, a pesar de que Miller entregó en 2011 a Dark Horse los dos primeros números que componen la miniserie, el pasado mes de diciembre se supo que no iba a poder tener el cómic listo para entonces. Y es que, más centrado más en otros trabajos, tanto comiqueros como cinematográfico –como la secuela de Sin City –, Miller tiene menos tiempo para trabajar en su novela gráfica, para la que vamos a tener que esperar para ver sus resultados.

Pero eso ha importado poco a los responsables de este film, ya que, con cómic o sin él, la película debía hacerse. De hecho, empezaron a hacerla casi al mismo tiempo que el cómic. Aunque también tuvieron que pasar unos años para que viera la luz, ya que Zack Snyder, que tenía previsto volver a dirigirla, antes quiso ocuparse de otros trabajos, como Watchmen (2009) –donde adaptó a otro grande del cómic; en este caso Alan Moore -, la película de animación Ga'Hoole, la Leyenda de los Guardianes (2010) o la personal e infravalorada Sucker Punch (2011).

El estudio esperó pacientemente. Pero, cuando a Snyder le surgió dirigir una gran superproducción como Man of Steel (2013), cuya producción iba a durar siete meses, ya no quisieron esperar más y a Snyder no le quedó más remedio que limitarse a la producción y relegar la dirección a otra persona. El elegido fue el israelí Noam Murro, quién no dudó en abandonar la quinta entrega de La Jungla de Cristal, que cayó en manos de John Moore, para dirigir este film.

La película debía haberse estrenado en agosto de 2013, pero un retraso en los efectos especiales hizo que su estreno se retrasara varios meses hasta marzo de 2014. Pero, a pesar de este inconveniente, la película ha llegado sin ningún problema a los cines y ya la tenemos en nuestras carteleras.

Y, de momento, no le está yendo mal. Su arranque ha sido espectacular, aunque inferior al de su predecesora –pero esto era algo de esperar –y en su segunda semana ha bajado un poco. Aún así, la película, que ha costado 110 millones de dólares, ya lleva recaudados 85 millones solo en territorio estadounidense y 158 millones más en el resto del mundo, llevando recaudados a día de hoy 243 millones de dólares. Y esa cifra aumentará este fin de semana.

El público, especialmente todos los que disfrutaron con la primera película, la está recibiendo generalmente bien. Otra cosa es la crítica, que la ha recibido con opiniones diversas. A algunos les ha gustado y a otros no; aunque son más las críticas negativas y las positivas no son muy entusiastas.

Pero, bueno, yo a la crítica profesional es a la que menos caso suelo hacer y me limito a dar mi más sincera opinión sobre esta película, la cual es completamente personal y no está influenciada por nadie; tan solo por mi criterio.


Pues bien, la película me ha ENCANTADO.

Me ha parecido una película estupenda y una secuela –la voy a llamar así mejor –notable que me ha hecho disfrutar de principio a fin y me ha dejado un sabor de boca de lo más agradable.

En la inevitable comparación con su predecesora, debo decir que esta película  es inferior a la primera; aunque no se le queda muy atrás. Porque si la primera era una película de 10, esta se quedaría en un 8'5 o un 9 directamente.

La película está completamente en la línea de la primera, pero todo hecho más a lo grande, con más espectacularidad, más mala hostia, muchas más batallas, mas historia y más de todo. Sin embargo, hay varios detalles en los que la película no está tan acertada y la hacen perder puntos frente a la primera. Pero de eso hablaré mas adelante.

Empiezo por las cosas buenas, que es lo que más abunda en este film.

De lo mejor, sin duda, es el guión, escrito por Zack Snyder y Kurt Johnstad –uno de los guionistas de la primera película –, el cual es estupendo, muy trabajado y con unos diálogos brillantes. Aunque lo mejor es lo bien que estructura la historia que nos cuenta y como entrelaza con los acontecimientos de la primera.

Primero comienza como una precuela, mostrándonos la batalla de Maratón, a Themistocles convirtiéndose en héroe de Grecia y las manipulaciones de Artemisia para convertir a Jerjes en un dios rey tras la muerte del rey Darío. Luego la historia es paralela a los acontecimientos de la primera entrega, ya que se centra principalmente en la batalla de Artemisio, la cual sucedió al mismo tiempo que la batalla de las Termópilas. Y, finalmente, la película se convierte en una secuela, contando cómo, tras la muerte de Leónidas y los 300 espartanos en las Termópilas y la destrucción de Atenas por un vengativo Jerjes, la armada griega comandada por Themistocles en Salamina se convierte en la única esperanza de Grecia.

Vale que, como ya ocurrió con la primera, la película se aleja mucho de cómo ocurrieron los hechos en la historia. Pero recuerdo que, tanto esta película como su predecesora –sin mencionar el cómic en el que se basan –, no son películas históricas. Para que quede más claro, ambas películas se centran más en lo que es la leyenda que en lo que es la historia.

Visualmente, la película tiene el mismo estilo que la primera, tanto en la forma de realización, en el diseño de producción, la fotografía, los efectos especiales, las escenas acción y el uso de la violencia y el sexo. Porque la película no se corta en lo que a violencia y sexo se refiere; algo muy de agradecer en esta época en la que el PG-13 se está imponiendo cada vez mas.

Por ahí había algunos agoreros que decían que, aunque tenga clasificación R, este film había rebajado el tono violento y sexual de la primera. Pero nada más lejos de la realidad. La película tiene violencia por un tubo, decapitaciones y desmembramientos cada dos por tres y litros y litros de sangre por todas partes sin dar tregua al espectador en ningún momento durante las brutales escenas de acción.


Y lo mismo ocurre con la carga sexual. Sobre todo la que desprende Eva Green en todos y cada uno de los fotogramas en los que aparece y en el duelo que mantiene con Themistocles a lo largo de todo el film, llegando a tener los dos una escena erótica tan brutal –o mas –que cualquiera de las batallas.

Dejando esto a un lado y hablando de la interpretación, Eva Green está magnífica en toda la película. Ella es una actriz estupenda, sobre todo cuando hace de mala, como ocurre aquí. Desde luego, no pudieron haber hecho mejor elección para dar vida a Artemisia, la verdadera villana de toda la función. La escena en la que decapita a un prisionero griego y luego besa en los labios la cabeza cortada es una auténtica maravilla.

Sullivan Stapleton no lo hace mal del todo. El tipo actúa bien y hace un buen trabajo en todo el film. Sin embargo, su Themistocles no resulta tan carismático como debería ser; sobre todo si lo comparamos con el Leónidas interpretado por Gerard Buttler de la anterior película o la propia Eva Green en esta –para mí la verdadera protagonista del film, aunque haga de mala –. Repito que el tipo no lo hace mal, actúa bien, pero no consigue dotar a su personaje del carisma necesario para que su personaje sea ese gran salvador y unificador de Grecia que nos quieren mostrar. Esta es una de las razones de que este film sea inferior al anterior.

Lena Headey está tan maravillosa como ya lo estuvo en la primera entrega dando vida a la reina Gorgo –un personaje en las antípodas de la Cersei Lannister que interpreta en Juego de Tronos que, desde luego, cuesta creer que esté interpretada por la misma actriz –. Aunque su aparición sea mucho más corta, ella está magnífica en cada momento con una interpretación de lo mas sobresaliente. Lo único que lamento es que haya tenido tan poco tiempo de lucirse en las escenas de acción, donde se desenvuelve muy bien. A ver si en la tercera –que todo apunta a que habrá una – aprovechan esto.

En cuanto a Jack O'Connell y los demás acompañantes de Themistocles en la película, todos hacen un buen trabajo; en la misma línea de los compañeros de Leónidas en la primera.

Y, en cuanto a los que repiten, Rodrigo Santoro vuelve a estar muy bien dando vida a Jerjes; aquí mas ridiculizado que en la primera. David Wenham, que vuelve a encarnar a Dilios, también hace un muy buen trabajo en sus cortas apariciones. Y lo mismo digo de Andrew Tiernan, que da vida de nuevo al deforme y traidor Ephialtes.

Sobre las cosas malas, una de ellas es lo que ya he mencionado sobre la falta de carisma de Themistocles.

Luego está el hecho de que, al mantener el estilo visual de la primera se pierde un poco el impacto de cuando se vio la primera por primera vez, ya que en este campo, salvo una fotografía más fría y oscura en las batallas navales, no nos ofrece nada nuevo.

Después está la completa ausencia de Noam Murro.

Vale que, aunque no la dirija, esta es una película de Zack Snyder, quién la produce y la co-dirige, y es normal que el director haya tenido que hacerla siguiendo sus pasos y mantenerse fiel a su estilo. Pero, aún así, podría también haber metido cosas suyas en la película y que se notara su mano en el film porque, la verdad, parece que Murro ha jugado un papel en esta película parecido al que Tobe Hooper jugó en Poltergeist (1982). En Man of Steel se notaba la mano de Zack Snyder y Christopher Nolan por igual, algo que también debería haber ocurrido en este film.


Aunque, el mayor fallo de todos es el título. Porque, la verdad, 300: El Origen de un Imperio nunca ha llegado a convencerme del todo; más que nada, porque imperio se asocia más a los persas. Creo que lo más adecuado debería haber sido 300: El Origen de una Nación, lo cual haría más referencia a la unificación de Grecia que persigue Themistocles. Pero, bueno, esto es solo un opinión mía.

Estas cosas hacen que la película no llegue a la altura de la original.

Pero, como ya he dicho, a pesar de ello la película es una dignísima continuación de 300 que, desde luego, no defrauda nada a los que, como yo, disfrutamos en su día con esa película y hoy la seguimos adorando. Además, aunque se quede por detrás, tampoco se le aleja mucho y, en ocasiones, hasta podría echar un pulso con ella.

En resumen. 300: El Origen de un Imperio es una película excelente que hace disfrutar desde que empieza hasta que termina satisfaciendo, y mucho, las ganas de querer ver más que nos quedó tras ver la primera.



Películas como esta son un claro ejemplo a seguir a la hora de hacer secuelas.