ATENCION.
Advierto que esta review contiene SPOILERS de la película. Quién no la haya
visto que se abstenga de leerla y, si de todas formas la leen, lo harán bajo su
total responsabilidad.
Cinco años después,
Ridley Scott nos trae la secuela de Prometheus
(2012). La cual, según dice ahora, será la segunda entrega de una saga de hasta
seis películas que servirán como precuela a la clásica Alien, el Octavo Pasajero (1979).
Año 2104. La nave colonial
Covenant se dirige hacia el planeta Origae-6 con su tripulación y 2.000 colonos
en invernación, junto con 1.400 embriones congelados, bajo la vigilancia el
androide Walter (Michael Fassbender). Cuando le quedan siete años de viaje, la
nave sufre una avería y la tripulación es despertada, descubriendo que su
capitán (James Franco) ha muerto, lo que hace que el segundo oficial, el
religioso Oram (Billy Crudup), tome el mando.
Tras reparar la nave,
detectan una extraña transmisión de origen humano procedente de un planeta
perfectamente habitable que, curiosamente, no fue detectado cuando se examinó
la galaxia en busca de planetas habitables. Oram y el resto de la tripulación
deciden ir a ese planeta. La única que se opone es Daniels (Katherine Waterston),
la experta en terraformación y esposa del fallecido capitán, quién no ve con
buenos ojos ir a ese planeta desconocido e inexplorado.
Prometheus fue un éxito de taquilla, pero también una película muy criticada.
Muchas de esas críticas se debieron a gente a la que no les gustó ver una
película de la saga Alien sin los famosos xenomorfos –aunque, al final de la
película se veía una criatura muy parecida a estos bichos –, lo que llevó a
Ridley Scott a enfocar esta secuela de un modo diferente, apartándose un poco
de la historia de los Ingenieros e introduciéndo a los famosos xenomorfos en
ella; de hecho, recuperó la palabra Alien
en el título.
Así nos llega esta
secuela con un reparto completamente nuevo y con caras menos conocidas; aunque
recupera a Michael Fassbender y –en mucha menos medida –a Noomi Rapace y Guy
Pearce.
A la película le está
yendo bien en taquilla. No se puede decir que esté haciendo datos astronómicos
y, además, en su segunda semana, ha bajado al cuarto puesto de la taquilla
estadounidense, bajando hasta un 70% con respecto a la semana anterior.
Aún así, la película,
que ha costado 97 millones de dólares, lleva recaudados 57 millones de dólares
en EEUU y 101 millones más en el resto del mundo, haciendo un total de 158
millones de dólares. Así que la tercera entrega, que llevará por título Alien:
Awakening y, según Scott, se empezará a rodar el año que viene, está asegurada.
Por otro lado, la
película está gustando bastante a la crítica y también al público, que ha
salido de verla con más entusiasmo que en Prometheus.
Aunque, yo esto lo achaco más a que hayan recuperado a los famosos xenomorfos.
¿Y que pienso yo? Pues a
eso vamos.
Antes de ponerme con la
película, quiero decir que aún me dura el cabreo que tengo con Ridley Scott por
lo que dijo hace unos meses de las películas de superhéroes y va a tener que
pasar mucho tiempo hasta que se me pase.
Aquello me dolió porque
Ridley Scott ha sido siempre uno de mis directores más admirados y yo fui de
las pocas personas que lo apoyaron en los años 90, cuando su carrera parecía
acabada.
Seguramente, recordaréis
aquel periodo que sucedió al fracaso de 1492:
La Conquista del Paraiso (1992), cuando Scott malvivía con películas como Tormenta Blanca (1996) y La Teniente O´Neil (1997). Todo el mundo
daba a Scott por acabado y hasta los había que ponían en duda que hubiera
dirigido Alien y Blade Runner (1982). Sin embargo, yo aún creía en él y confiaba en
que se recuperaría y, al final, el tiempo me dio la razón cuando volvió a
recuperarse con el éxito de Gladiator
(2000).
Así que imaginad la
gracia que me hizo cuando salió con esas palabras propias de un egocéntrico,
diciendo cosas como que no le interesaba
dirigir películas de superhéroes porque no podía creerse la fina telaraña que sostiene
su irrealidad, que él podría meter a
Batman o a Superman en un universo como el de Blade Runner solo que él tendría
una buena historia que contar en lugar de ninguna historia o que temía que esas películas perjudicaran a los
que, como él, quieren seguir haciendo cine inteligente.
A mí esto me cabrea,
pero también me da la risa, ya que Scott es un excelente director pero, a
veces, no suele cuidar bien los guiones de algunas películas que hace.
Ese era el gran problema
de Prometheus.
A mí, Prometheus es una película que me gusta.
Es una película muy bien dirigida, con un excelente diseño de producción, unos
notables efectos especiales y unas muy buenas interpretaciones. Sin embargo,
tenía un guión bastante nefasto lleno de momentos ridículos –el experto en
mapas que se pierde, el biólogo que quería acariciar a la serpiente como si de
un perrito se tratase, la estúpida muerte del personaje de Charlize Theron… –.
Todo el mundo culpa de esto a Damon Lindelof pero, tras ver Passengers, no me extrañaría nada que Jon
Spaihts tuviera su parte de culpa.
Pero, bueno, aún así Prometheus tenía los elementos
suficientes para darle el aprobado pasando por alto su lamentable guión.
Además, aunque al final no nos dio las respuestas que prometía, si nos
planteaba una interesante historia con los Ingenieros que, desgraciadamente,
Scott no ha querido continuar, ya que se ha mamado a los Ingenieros y nos ha
traído de vuelta a los xenomorfos.
Pero, desgraciadamente, no se ha preocupado de corregir el gran fallo de Prometheus haciendo que la película tenga un mejor guión y, de nuevo, tenemos un guión malo lleno de cagadas; cagadas tan grandes que ensombrecen a las de Prometheus.
Pero, de eso hablaré más adelante. Empezaré por las cosas buenas.
Pese al cabreo que tengo con él, Scott me sigue pareciendo un excelente director y, al igual que en Prometheus, hace un trabajo excelente. A nivel visual, la película es impresionante. El diseño de producción es maravilloso, los efectos especiales son logradísimos y la fotografía es estupenda. Las escenas de acción son brutales y están muy bien rodadas; además, contienen buenas dosis de sangre y gore.
Los xenomorfos
protagonizan dos momentos hacia el final de la película y estos son, sin duda,
de lo mejor del film, ya que son dos momentos de lo más impresionantes y
espectaculares. Además, Scott hace varios homenajes, tanto a su magistral
película de 1979, como a la también magistral Aliens: El Regreso (James Cameron, 1986) –el momento con la grúa no
paraba de traerme buenos recuerdos –e, incluso, a Alien 3 (David Fincher, 1992) –esos momentos de la cámara subjetiva
haciendo la visión del xenomorfo corriendo por los pasillos –.
Los nuevos bichos que
salen, los Neomorfos, también están muy logrados y también protagonizan
momentos de lo más brutales e impresionantes.
En cuanto a las
interpretaciones, el reparto en general hace un muy buen trabajo. Como ya he
dicho, hay menos caras conocidas, pero el talento interpretativo es bastante
bueno. Tan solo desentona Billy Crudup que, haga lo que haga, no se quita de
encima esa cara de pasmado.
Destaca, sin duda, la
preciosa Katherine Waterston, a quién vimos no hace mucho en Animales Fantásticos y donde Encontrarlos
(David Yates, 2016) y que aquí hace un estupendo trabajo dando vida a la heroína
principal. Además, pese a que su look recuerda mucho al de Sigourney Weaver en Aliens: El Regreso, no trata de ser una
nueva Ripley y eso es muy de agradecer.
Otro que me ha gustado
mucho, y me ha sorprendido, además, ha sido Danny McBride, actor más habituado
a papeles cómicos, como el de Caballeros,
Princesas y otras Bestias (David Gordon Green, 2011) o Juerga hasta el Fin (Evan Goldberg y Seth Rogen, 2013), que aquí
parecía que iba a ser el típico graciosillo del grupo a juzgar por el sombrero
vaquero que lleva. Sin embargo, el tipo al final sorprende con una muy buena
interpretación y un rol que, poco a poco, va adquiriendo protagonismo y termina
siendo de lo mejor del film.
No obstante, quién aquí
se ha llevado película de calle ha sido, sin duda, Michael Fassbender con su
doble papel. El tipo hace un trabajo realmente excelente, hasta el punto de que
llegas a creerte que son dos personajes, llegando a diferenciarlos solo con
mirarle al rostro. No obstante, por otro lado esto ha jugado en contra de la
película en la sorpresa final que nos han querido dar. Pero, de eso hablaré más
adelante.
De los que repiten, tan
solo puedo hablar de Guy Pearce, que vuelve a estar excelente como Peter
Weyland en la escena del principio; esta vez, sin las enormes capas de
maquillaje para hacerle parecer un anciano.
Digo que es el único porque de Noomi Rapace no puedo decir nada, ya que ese prólogo donde se la veía junto a David y que servía para unir esta película con Prometheus no ha sido incluida y lo único que vemos de ella es su cadáver abierto en canal. Lo mismo pasa con James Franco, ya que ese otro prólogo donde se le veía tampoco ha sido incluido; aunque a este, además de su cadáver, también podemos verle en un vídeo haciendo alpinismo que me trajo a la memoria la película 127 Horas (Danny Boyle, 2010).
No sé por que narices que toman la molestia de traer a estos actores para luego a penas sacarlos en el film.
Con esto, termino la parte de lo bueno y me meto de lleno con el tema de las cagadas, que esta película tiene como para parar un tren.
Como ya he dicho, Ridley Scott solo hizo caso a las críticas de Prometheus que se quejaban de la falta de xenomorfos y pasó de las que le decían que la película tenía un guión de mierda. Yo esperaba que el tipo hubiera tomado nota y se hubiera currado un guión mejor para este film; cosa que parecía con la inclusión de guionistas como Michael Green –uno de los guionistas de Logan, entre otras cosas –o John Logan –con quién ya trabajó en Gladiator y responsable de la estupenda serie Penny Dreadful –.
Pero, nada de nada.
Scott contó con un guión de mierda en Prometheus y aquí cuenta con un guión más
mierda aún que hasta hace quedar mejor las cagadas de Prometheus. Si es esto lo que este tipo entiende por cine
inteligente, parad el mundo que me apeo.
Ya desde el principio la
película es un puto sinsentido. Tenemos una expedición que va a colonizar un
planeta que ha sido estudiado durante años, décadas enteras, y porque ven que
hay otro planeta más cercano, que es perfectamente habitable pero no se ha
estudiado nunca, deciden cambiar de rumbo y colonizar ese planeta porque…
NO LES APETECE VOLVER A METERSE EN LAS CAPSULAS DE
INVERNACION
Os juro que me llevé las
manos a la cabeza cuando oigo eso. Y no habíamos hecho más que empezar.
Claro, está también el
tema de la transmisión de origen humano, la cual hay que investigar. Hasta ahí
bien. Pero, vamos, van a un planeta que, pese a ser habitable, está
completamente inexplorado y no se sabe que peligros puede albergar, y bajan
totalmente a pelo, sin ningún tipo de protección salvo las armas que llevan.
Lo que más me sorprende
es que tienen uno de esos vehículos no tripulados, como esos que envía la NASA
a Marte. Cualquiera con dos dedos de frente hubiera enviado ese trasto al
planeta para asegurarse de que no hay peligro antes de bajar. Pero, nada, esta
gente parece que tiene ese aparato de adorno o de mascota.
Total, que al final dos
miembros del grupo terminan infectándose con no se qué toxina que flota por el
ambiente –será que David encontró el modo de convertir el “gazpacho” de las
urnas en aerosol –y de ellos les salen dos de los neomorfos que vemos en el
film.
Uno de ellos es en esa escena
que tanto hemos visto en los tráilers en la que le sale a uno de la espalda
mientras la otra no para de pedir a gritos a la histérica de fuera que la deje
salir. Esa escena es de lo más brutal y espectacular. Una escena que está muy
bien, hasta que nos la estropean con otra cagada.
Y es que, la histérica
de la que he hablado antes, después de correr de un lado para otro como pollo
sin cabeza, al final decide coger un arma y meterse en el laboratorio para
salvar a la otra cuando está siendo atacada por el neomorfo y, al entrar, va y
se resbala con la sagre. Si estuvieramos hablando de una comedia o una parodia,
pues ese momentos hubiera hecho que nos partiéramos de risa. Pero en una
película como esta lo único que produce es vergüenza ajena.
Pero mira, después de
darse la hostia del siglo, la tía logra escapar y cerrar la puerta. Pero, mira
por donde, eso no sirve de nada porque el bicho, pese a ser un canijo, consigue
romper el cristal de la puerta y escaparse. Entonces, ella coge otra arma y
trata de matar al bicho disparando a todos lados, haciendo realidad el dicho de
matar moscas a cañonazos, terminando
por volar el módulo por los aires, dejando a los demás atrapados en el planeta
sin que los que se han quedado en la nave puedan ir a rescatarlo a causa de
unas tormentas que pueden llegar a durar tanto como las estaciones en Juego de Tronos.
Estos son atacados por
los neomorfos, pero son rescatados por David y ellos están tan agradecidos que
confían en él totalmente. Incluso cuando les lleva a su refugio, donde ha
vivido experimentando con los neomorfos. El sitio parece el lugar de trabajo
ideal que tendría un híbrido fruto de mezclar los genes del doctor Frankenstein
y Hannibal Lecter pero, como les mantiene a salvo de la tormenta y los
neomorfos, a los protagonistas no les importa.
Claro, que les mantiene
a salvo porque lo dice David, porque una que se separa del grupo termina
decapitada por un neomorfo. Pero, aún así siguen confiando en David. Al menos,
el personaje de Billy Crudup, que no duda en seguirle cuando le pide que le
siga; la cabeza de su compañera está ahí al lado, pero como quién tiene un tío
en Alcalá. Total, que lo lleva hasta donde tiene los huevos donde los
atrapacaras están esperando y pasa lo que pasa.
En un momento dado, se
nos muestra en un flashback como David llega a ese planeta, que es el planeta
de los Ingenieros, en la nave Juggernaut en la que escapó con Elizabeth Shaw al
final de Prometheus. Estos creen que es uno de los suyos y salen a recibirle
tan contentos, saludando y todo, y David, entonces, suelta sobre ellos la misma
lluvia de “gazpacho” con la que ellos querían bombardearnos y se los carga a
todos; extinguiendo, no solo a los Ingenieros, sino a toda vida en el planeta.
La escena está muy bien.
Pero resulta muy raro que esa especie tan avanzada no hiciera nada por
defenderse, tan solo salen huyendo. Claro, que antes veíamos a los
protagonistas encontrar esa nave estrellada, lo que significaría que los
Ingenieros, en plena conmoción, consiguieron derribar la nave y dejar a David
allí atrapado jugando a ser dios esperando a que unos primos lleguen allí
siguiendo su señal. Pero, vamos, eso hay que mostrarlo.
Cuando la película se
rodaba, una cosa que me gustó mucho en unas imágenes del set de rodaje que
salieron fue ver lo que ahora se que son las ruinas de la ciudad de los
Ingenieros y los cadáveres de estos carbonizados de una manera muy parecida a
los muertos de Pompeya. Esto se ve en la película, pero se pasa casi de
refilón. Lo que podía haber sido una escena lovecraftiana muy buena, termina
siendo un momento muy cutre e insustancial; incluso los protagonistas a penas
parecen dar importancia cuando pasan entre los Ingenieros muertos.
Y luego tenemos ese
intento de darnos una sorpresa final revelándonos que el androide que ha
escapado con los protagonistas es, en realidad, David y no Walter. Esa escena
falla, primero, porque es de lo más previsible y porque, como ya he mencionado
antes, el excelente trabajo de Michael Fassbender ha jugado en su contra; cada
vez que enfocaban un primer plano de él durante la batalla final contra el
xenomorfo veías claramente que ese era David en lugar de Walter. Así que ese
intento de sorprendernos ha hecho de todo menos sorprender.
Bueno, vamos resumiendo
ya.
A favor, la película
tiene que, visualmente, es una pasada. Ridley Scott ha hecho un excelente
trabajo en la dirección, las interpretaciones son muy buenas y los xenomorfos y
neomorfos molan mucho. En contra, tiene un guión que es una puta basura que no
sirve ni como papel higiénico.
Desde luego, miedo le
tengo a Alien: Awakening y a las
otras tres entregas que quedan como Scott siga por este camino. Encima, el tipo
está paralizando la película de Alien
de Neill Blomkamp, la cual pinta muy bien y seguro que está mucho mejor que
este despropósito.
¿Y esto es lo que entiende
él por cine inteligente? No me fastidies.