Por fin he podido ver Interstellar, una película que esperaba
con muchas ansias y que ha generado mucha expectación. Y todo porque quién la
dirige es, nasa menos, que Christopher Nolan, un nombre propio que no deja a
nadie indiferente, perteneciénte a uno de los cineastas más importantes de los
últimos tiempos a quién ya podríamos colocar sin ningún problema entre los
grandes cineastas de la historia del séptimo arte.
En el futuro, la Tierra se está
muriendo y la humanidad ha comenzado el inicio de su extinción. Una misteriosa
plaga está arrasando la vegetación, acabando con la vida de los animales y
arrasando los cultivos, mientras que tormentas de polvo hacen la atmósfera
irrespirable. En medio de todo esto, los ejércitos son inservibles y la ciencia
y la tecnología están quedando obsoletos en una sociedad que ven en las granjas
su única oportunidad de supervivencia. Cooper (Matthew McConaughey) es un
expiloto de la NASA que ahora vive en una granja y trabaja la tierra mientras
se ocupa de sus dos hijos: Tom (Timothée Chalamet) y Murph (Mackenzie Foy).
Cooper está muy unido a Murph, a
quién transfiere sus conocimientos y su pasión por la ciencia; la cual se
empeña en mantener viva a pesar de que el resto de la humanidad se empeña en lo
contrario. Desde hace un tiempo, Murph afirma que hay un fantasma en su
habitación. Al principio no la creen, pero Cooper pronto descubre que ese
supuesto fantasma es una entidad que le está enviando mensajes cifrados. Tras
descifrar uno de esos mensajes, descubre que son unas coordenadas y estas le
llevan hasta unas instalaciones. Allí descubre que la NASA, a la que se creía
desbaratada, sigue existiendo y, además, un viejo conocido suyo, el profesor Brand (Michael Caine), trabaja en
un ambicioso proyecto para salvar a la humanidad llevándola a otros planetas a
través de un agujero de gusano. Cooper acepta formar parte de la misión, pero
para ello deberá separarse de su familia, algo que afectará mucho a Murph.
Interstellar
surgió de una idea que tuvieron la productora de cine Lynda Obst y el físico
teórico Kip S. Thorne. Ambos coincidieron en la película Contact (Robert Zemeckis, 1997), donde ella fue productora
ejecutiva y él colaboró como asesor. Los dos escribieron un tratamiento de ocho
páginas inspirado en los trabajos de Thorne y en otras teorías científicas,
como la Relatividad. Este tratamiento captó la atención de Steven Spielberg,
quién en 2006 se puso al frente de un proyecto para llevarlo al cine en una
película co-producida por DreamWorks y Paramount Pictures.
Spielberg contrató a Jonathan
Nolan para escribir el guión. Este, para documentarse todo lo posible, estudió
en el Instituto de Tecnología de California mientras trabajaba en el desarrollo
del libreto, cosa que le llevó varios años en un proyecto que parecía no
arrancar.
En 2009, Spielberg abandonó el
proyecto, pero la Paramount quiso seguir adelante y buscó un nuevo director. Fue
entonces cuando Jonathan propuso a su hermano, Christopher Nolan, quién se unió
al proyecto en 2012 tras una larga temporada de negociaciones y, al igual que
su hermano, también estudió mucho para estar bien documentado para la película.
Además, con la llegada de Nolan también se unió al proyecto Warner Bros., ya
que este estudio quiere estar implicado en todos los proyectos del director que
tantas alegrías les ha dado estos últimos años.
Así, llegamos a esta Interstellar que, como era de esperar,
está dando mucho que hablar.
Para empezar, está rindiendo bien
en taquilla. Con un presupuesto de 165 millones de dólares, lleva ya recaudados
131 millones solo en EEUU y 330 millones más en el resto del mundo, haciendo un
total de 461 millones de dólares; cifras que aumentarán este fin de semana y en
las semanas venideras; sobre todo, en la taquilla mundial, ya que aún le quedan
países por estrenarse.
Por lo demás, la crítica la está
recibiendo bastante bien mientras que, como viene siendo habitual en el cine de
Nolan, entre el público hay diversidad de opiniones. Por un lado están los
fanáticos del director británico, que no dudan en considerar a la película una
obra maestra. Por otro están sus detractores, que tachan a la película de
basura; incluso antes de haberla visto. Mientras que, por otro lado más, están
los que se mantienen en un punto intermedio, afirmando que la película es muy
buena, pero sin llegar a la categoría de obra maestra.
Como ya sabéis bien los que me
conocéis, yo siento gran devoción por Christopher Nolan, un director al que
admiro e idolatro porque es un director bueno de verdad, con verdadero talento;
nada que ver con esos seudocineastas sobrevalorados por los críticos y los
gafapastas, más pendientes de los premios que ganan que de las películas que
hacen.
Sin embargo, como ya sabéis, soy
una persona sincera y no dudo en decir lo que una película me ha parecido de
verdad, sin dejarme llevar por ningún tipo de devoción ni fanatismo. Por eso
debo decir que mi opinión se acerca más al último grupo, ya que no catalogaría a
la película de obra maestra.
No me malinterpretéis, ojo. La
película no es, ni mucho menos, normalita ni simplona. Es una película EXCELENTE,
yo diría que hasta BRILLANTE, que me ha hecho disfrutar enormemente y hasta ha llegado
a emocionarme en varios momentos.
Sin embargo, tiene unos cuantos
defectos. No son unos defectos muy grandes como para estropear mucho la
película. Pero, lamentablemente, si la estropean lo suficiente como para
impedirla ser una obra maestra.
Pero, de eso ya hablaré más
adelante. Comenzaré por las cosas buenas.
No me entretendré mucho en el
aspecto técnico y visual, porque aquí la película aprueba con matrícula; como
viene siendo habitual en las películas de Nolan. El diseño de producción, la
fotografía –obra del suizo Hoyte Van Hoytema, nuevo director de fotografía de
Nolan ahora que Wally Pfister dirige películas –o los efectos especiales están
muy cuidados y son realmente brillantes, haciendo que la película sea toda una muestra
de imágenes a cada cual más bella.
Por otro lado, es una excelente
película de ciencia ficción pero, a la vez, también es un drama tremendamente
emotivo. Una historia muy humana, cuya trama y personajes atrapan desde el
principio y que nos trasmite el mensaje de que el amor siempre triunfa por
encima todo; incluso de la ciencia o la religión –no se tocan mucho los temas
religiosos en la película, pero la cosa está ahí –. Son muchas las películas
que, a lo largo de la historia, tratan de meternos ese mensaje, pero muy pocas
lo consiguen de verdad porque son más falsas que un duro de yeso.
Ese no es, ni mucho menos, el
caso de esta magistral película. Un film que se adentra muy bien en las
emociones humanas, las cuales logra transmitir en todo momento y con toda
claridad. Y todo gracias a la brillante forma de dirigir de Nolan, quién no se
limita a buscar la lágrima fácil, sino que nos abre por completo el alma y el
corazón de su película y nos hace a los espectadores partícipes de la historia
y de las emociones de sus personajes, todos muy reales y muy bien reflejados;
algo en lo que ha tenido mucho que ver su reparto.
De nuevo, Nolan vuelve a reunir un impresionante reparto de muchas caras conocidas, pero sin ser simples elementos decorativos. Al contrario, todos son interpretes muy bien escogidos en sus respectivos papeles que hacen un trabajo excelente acrecentado por la maravillosa dirección de actores del director británico. Incluso el robot TARS –que cuenta con la voz de Bill Irwin –está fantástico y llega a resultar, incluso, tan humano como los propios humanos –incluso más humanos que algunos humanos que aparecen en el film –; y eso que se trata de un robot que ni tan siquiera tiene forma humanoide, sino que parece más un iPad gigante que ha cobrado vida.
Todo el reparto de la película, sin excepciones, hace un gran trabajo. Aunque, de todos ellos, destacan especialmente dos.
Uno es su protagonista principal, Matthew McConaughey, a quién yo siempre he considerado un estupendo actor y en esta película va un paso más allá, estando realmente formidable y llevando muy bien el protagonismo de la historia.
La otra es Jessica Chastain,
quién está fantástica en todo momento, consiguiendo atrapar desde su primera
aparición y cautivando en cada uno de los fotogramas de la película en los que
aparece. Pero, lo mejor, es la enorme química que tiene con McConaughey a pesar
de que ambos no comparten plano en ningún momento.
Porque uno de los principales
puntos de la película es la relación que el protagonista tiene con su hija
Murph, viéndole en la película compartir muchas escenas con ella de niña –donde
es interpretada por la joven actriz Mackenzie Foy, quién también hace un
trabajo estupendo –y luego, al final, le vemos compartir una escena con ella de
anciana –donde le da vida la siempre estupenda Ellen Burstyn –. Sin embargo, no
llega a haber un encuentro entre él y ella siendo adulta; quiero decir, una
escena en la que ambos interactúen entre ellos –los que hayan visto la película
sabrán de lo que estoy hablando –.
Pero, sin embargo –y esto lo digo
totalmente en serio –se siente la enorme química que hay entre ambos actores a
pesar de que sus personajes estén a años luz de distancia y en mundos
diferentes. Otro de los grandes logros de Nolan, sin ninguna duda.
Ahora vamos con lo malo.
Porque, como ya he dicho, no todo
en esta película es perfecto y, por desgracia, tiene algunos fallos que la
impiden ser una obra maestra.
Para empezar, la forma en como
refleja los cataclismos que están arrasando la Tierra la he encontrado algo
fría. Vemos que la Tierra se está muriendo por una misteriosa plaga que está
acabando con la vegetación y los cultivos y tormentas de polvo que hacen la
atmósfera irrespirable pero, sin embargo, no logra transmitir ese sentimiento
de catastrofismo que algo así debería transmitir en una película. Encuentro
todo eso como muy pasado por encima, sin profundizar ni siquiera un poco en
ello.
Luego está la parte en el instituto
donde el protagonista descubre que están reeducando a los niños, cambiando
hechos históricos –como la llegada del hombre a la luna –, para convencerles de
hacerse granjeros. Esa parte podía haberle dado a la película un toque muy
Orwelliano, pero lo despachan demasiado deprisa y en seguida queda olvidado.
Otro defecto es lo rápido que
transcurre la parte en la que el protagonista llega a las instalaciones de la
NASA y es reclutado para la misión. No estoy pidiendo que se enrollaran mucho
con esa parte, pero es que es vista y no vista y hasta le hace perder
credibilidad.
Y, por último, llegando a la
parte del viaje espacial, nos encontramos con dos mundos –el mundo de agua con
olas como montañas y el mundo helado –que están de lo más logrados. Sin
embargo, creo que deberían haber incluido algún que otro mundo más, ya que dos
mundo solo –sin contar un tercero que se ve brevemente al final –saben a poco.
No obstante, estos defectos se
deben más a falta de metraje. Muchos se quejan de que la película es demasiado
larga; su duración es de 162 minutos -169 si sumamos los títulos de crédito
finales –. Sin embargo, yo pienso que la película necesitaba más metraje; una
duración superior a las tres horas que ayudara a profundizar más en los
aspectos antes nombrados le hubieran hecho ganar muchos puntos a la película.
Nolan está en una posición que le
permite poder arriesgarse con una película de más de tres horas y un
presupuesto que sobrepase los 200 millones de dólares. Sin embargo, es un tipo
con los píes en el suelo cuya cabeza no se nubla por sus taquillazos y sabe
perfectamente que en Hollywood puedes pasar de estar en lo más alto a acabar en
lo más bajo en poco tiempo; así que no quiere arriesgarse a convertirse en un
nuevo Michael Cimino. Lo cual está bien pero, aún así, no hubiera estado de más
que se hubiera arriesgado un poco.
Aunque, los defectos no se deben
solo a la duración o el presupuesto. Porque otra cosa que caracteriza mucho al
cine de Nolan es un total equilibrio entre la espectacularidad y el dramatismo.
Sin embargo, aquí rompe ese equilibrio en favor del drama. Lo cual no es malo,
pero le obliga a abandonar –salvo en la parte final –ese estilo frenético y
esos montajes rápidos que tanto le caracterizan y que hacen sus películas más
amenas.
Son fallos bastante pequeños en
comparación con la maestría del film pero, como ya he dicho, impiden que esta
película sea una obra maestra, quedándose a un paso de ser una nueva 2001: Una Odisea del Espacio (Stanley
Kubrick, 1968).
Pero, aún así, la película es
excelente. Un film maravilloso e influyente que transmite sentimiento en todo
momento y que no deja nada indiferente. De nuevo, Christopher Nolan, aunque no
haya estado tan acertado como en trabajos anteriores, nos vuelve a deleitar con
otra magistral muestra de talento y, sobre todo, buen cine.
Una película altamente
recomendable para todo el mundo; sobre todo, para los amantes de la ciencia
ficción.
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