ATENCIÓN. Advierto que esta review contiene SPOILERS. Quién no haya
visto la película, que se abstenga de leerla o, por el contrario, que lo haga
bajo su total responsabilidad. Yo ya he avisado.
Independence
Day
(1996) fue un éxito enorme que volvió a poner de moda el cine de ciencia
ficción sobre invasiones extraterrestres y que, aunque fue pulverizada en su
día por la crítica, ha llegado hasta nuestros días convertida en un film de
culto de los años 90.
20
años después, nos llega su secuela, de nuevo con el alemán Roland Emmerich
detrás de las cámaras y con varios de sus actores principales repitiendo sus
respectivos papeles junto con nuevos actores en lo que, sin duda, es un relevo
generacional al más puro estilo Star
Wars: El Despertar de la Fuerza (J.J. Abrams, 2015).
La
gran pregunta es si esta secuela ha mantenido intacto el espíritu de la primera
entrega. A eso vamos, precisamente.
En
1996, la Tierra logró repeler el ataque de una civilización extraterrestre que
trató de exterminar a la raza humana y robar los recursos naturales del
planeta. 20 años después, las la gran alianza mundial entre naciones que se
formó contra el enemigo común extraterrestre aún perdura mientras se ha
aprovechado la tecnología extraterrestre para crear armas modernas con las que
poder hacer frente a esta civilización alienígena si decide regresar con ganas
de venganza. Esto es lo que teme Thomas Whitmore (Bill Pullman), quién fue
presidente de EEUU durante la invasión de 1996 y que vive atormentado por el
temor al regreso de estos seres y por extrañas visiones. Sin embargo, no es el
único que tiene estas visiones, ya que otros que entraron en contacto con
aquellos seres también las temen. Mientras tanto, el científico David Levinson
(Jeff Goldblum) investiga en África una de las naves extraterrestres que logró
aterrizar durante la invasión y que logró enviar una señal de socorro al
espacio. Señal que, al parecer, ha llegado hasta alguien.
La
idea de una secuela de Independence Day
no es algo nuevo. Ya desde que la primera arrasaba en los cines hubo
conversaciones al respecto. Sin embargo, pese al gran éxito de la primera, este
proyecto no lograba salir adelante pese a los intentos de sus dos principales
responsables, el director Roland Emmerich y el guionista y productor Dean
Devlin, quienes formaron un exitoso tándem durante los años 90 hasta que
rompieron su sociedad en 2000 y los dos llevaron caminos por separado hasta que
han vuelto a unir fuerzas para realizar esta secuela.
El
proyecto comenzó a tomar fuerza en 2009, cuando Emmerich encontró por fin una
idea para la secuela y la desarrolló junto a Devlin. En un principio, iban a
ser dos películas rodadas simultáneamente a las que se llegó a poner título: ID Forever Part I y ID Forever Part II. No obstante, la secuela al final quedó reducida
a una sola película.
El
gran inconveniente que tenía esta película era si Will Smith iba a regresar
como protagonista o no. Las negociaciones con el actor no llegaban a buen
puerto, ya que este exigía una gran cantidad de dinero -50 millones de dólares,
para ser exactos –que el estudio no estaba dispuesto a pagar. No obstante,
Emmerich y Devlin aún guardaban esperanzas de que el actor regresara, hasta el
punto de que llegaron a escribir dos guiones; uno con Smith de protagonista y
otro sin Smith con una historia más coral. Finalmente, el regreso de Smith no
pudo ser y se optó por el segundo guión.
Finalmente,
la película se estrenó en EEUU el pasado 24 de junio –a España llegó el 1 de
julio –y, desde luego, las cosas no les están yendo tan bien en la taquilla
como le fueron en su día a la primera. A día de hoy, con un presupuesto de 165
millones de dólares, la película lleva recaudados 91 millones de dólares en
EEUU; no habiendo llegado todavía a superar la barrera de los 100 millones cuando
su predecesora –en ese mismo margen de tiempo desde su estreno –ya habría
superado los 200 millones o estaría a punto de superarlos.
Y en
el resto del mundo las cosas tampoco son para tirar muchos. Ya lleva recaudados
213 millones de dólares en el resto del mundo que hacen que su recaudación
total sea de 304 millones de dólares; dos millones menos de lo que la primera
hizo solo en EEUU –306 millones –. Unos
resultados que, se miren donde se miren, siguen siendo muy pobres.
Vamos,
que la película está a años luz de repetir el taquillazo de la primera –cuya recaudación
total es de 817 millones de dólares con un presupuesto de 75 millones –. Como
mucho, se librará del fracaso gracias a la taquilla internacional.
Especialmente, con el mercado chino, ya que les hacen bastante la pelota a los
chinos en la película.
No
obstante, en lo que a crítica se refiere, aquí ha ocurrido algo curioso.
Como
ya he dicho, la primera entrega fue en su día pulverizada por la crítica y en
la filmografía de Emmerich las malas críticas son ya algo habitual. Sin
embargo, cuando me esperaba que esta película la iban a estar esperando
afilando cuchillos listos para despedazarla en cuanto estuviera en los cines,
me encuentro todo lo contrario.
Y es
que la crítica está siendo bastante benevolente con ella. No la están alabando
ni poniendo por las nubes, pero tampoco la están despedazando como a la primera
o a otras películas del director alemán. De hecho, están recalcando que la
película cumple su propósito de entretener al espectador. Cosa que yo me estoy
tomando a guasa, porque la primera también cumplía su propósito de entretener
al espectador y se lo pasaron por el forro de los cojones.
¿Qué
ha pasado?
Pues
os diré yo lo que ha pasado. Que, no hace mucho, el señor Emmerich se ha puesto
a despotricar contra las películas de superhéroes y eso a los críticos no les
ha pasado por alto. El género de superhéroes es lo que más de moda está ahora
en Hollywood, lo que hace que sea odiado por los gafapastas, culturetas, hipsters
y demás gente que se cree más lista por haberse visto entera la filmografía de
Lars von Trier –aunque se hayan pasado la mitad durmiendo –. Y a los críticos
les gusta contentar a esta gente.
Así
que, al ver que Emmerich se mete con las películas de superhéroes, los críticos
han descubierto de repente que les cae bien. Eso sí, Emmerich no es Alejandro
González Iñárritu y su condición como director de blockbusters pesa demasiado
por mucho que meta en su filmografía films reivindicativos como Stonewall (2015), así que no espere
ganar ningún oscar ni nada por el estilo. Se lleva críticas más suaves y puede
darse con un canto en los dientes.
Bueno.
Como habréis podido adivinar los que me conocéis, como amante de las películas
de superhéroes que soy, tengo un gran cabreo con Emmerich; un director al que
he defendido mucho y que ahora me ha decepcionado.
Sin
embargo, a diferencia de los críticos y de mucha otra gente, yo no soy alguien
que cambie de opinión sobre alguien según las condiciones que se den. Así que,
aunque aún me dura el cabreo con Emmerich, no pienso volverme contra él y decir
que es un director de mierda que no vale nada. Para mi sigue siendo un buen
director y me gustan muchas de sus películas; especialmente, las que hizo
durante los años 80 y 90.
Y,
desde luego, mi opinión sobre esta película es totalmente sincera y, para nada,
está influenciada por mis nuevos sentimientos hacia Emmerich.
Quiero
dejar esto claro, porque la película me ha decepcionado terriblemente.
Eso
sí, no considero esta película un bodrio ni un film nefasto. Para mí es una
película que merece el aprobado; aunque, eso sí, un aprobado con un cinco muy
–pero que muy –raspado.
A mí
la primera película me encanta. Es una película que, si tuviera que puntuarla,
sin duda le pondría un 8 y, cuando hable aquí de ella, la pondré en el Rincón
de las Muy Buenas. Esta secuela, en cambio, no merece estar en el Rincón de las
Malas, pero tampoco en el Rincón de las Buenas; más bien, en el Rincón de las
Regulares.
La
película, visualmente, está muy bien hecha. Como ya he dicho, Roland Emmerich
es un estupendo director y dirige muy bien, tanto las escenas de acción y los
efectos especiales, como los actores y los momentos dramáticos.
En
lo que es el aspecto visual y técnico, la película no tiene problemas. Sin
embargo, es en los demás aspectos donde la película hace aguas por todas
partes.
Para
empezar, en los personajes. Como ya he dicho antes, sin Will Smith –a quién
vemos en unas fotografías –, la película ha recurrido a una historia coral, con
muchos personajes y subtramas. Sin embargo, la cosa ha resultado de lo más
fallida.
De
todos los que repiten de la primera entrega, tan solo rescato a Jeff Goldblum. El
tipo hace un estupendo trabajo y parece que es de los pocos que se toman en
serio la película; hasta el punto de que, al final, todo el peso del film termina
recayendo sobre sus hombros; algo que no debería ocurrir en una película coral
como esta.
Bill
Pullman también hace un trabajo estupendo. Sin embargo, a diferencia de Goldblum,
no se toma en serio su papel. Y no es de extrañar, la verdad, porque lo que
hacen aquí con su personaje es de juzgado de guardia, convirtiéndolo en un
vejestorio al que le faltan unos cuantos tornillos para luego darle la vuelta,
afeitarle la barba y tratar de recuperar al piloto héroe de la primera; pero,
esta vez de una forma más forzada, torpe y apresurada. Y luego está el final
que le dan al personaje. Lo cual era de esperar, hacía falta un padre héroe que
se sacrificara, y a falta de Randy Quaid…
Sobre
Judd Hirsch y Vivica A. Fox se podrían haber ahorrado sus regresos porque, para
desaprovecharlos de la manera que los desaprovechan en la película, mejor que
se hubieran quedado en su casa. Eso sí, sus personajes han aprovechado muy bien
los 20 años que separan ambas películas; él escribiendo libros y dando conferencias
y ella dejando su trabajo de stripper para estudiar medicina.
En cambio,
Brent Spiner –el científico chiflado de la primera –aquí no lo desaprovechan
nada cuando es de lo más desechable de la película. Primero, lo resucitan
–porque murió claramente en la primera –haciéndonos creer que ha estado estos
20 años en coma. Pero, ya que lo resucitas, al menos que cumpla una función que
no sea tocar las narices toda la película. Porque eso es lo que hace todo el
tiempo. A mí, desde luego, me entraban instintos homicidas cada vez que lo oía
hablar o lo veía ponerse a gritar y saltar de un lado para otro como un
gilipollas borracho.
Encima,
Emmerich utiliza este personaje para hacer su contribución LGTB a la película.
Por
si alguien todavía no lo sabe, Roland Emmerich es gay y ha sido muy criticado
por no introducir personajes o parejas homosexuales en sus películas –aunque,
si lo ha hecho de forma disimulada, como en El
Principio del Arca de Noé (1984) o El
Secreto de los Fantasmas (1987) –. En cambio, ahora está en plan
reivindicativo después de haber dirigido Stonewall
y ha querido meter su parejita homo en la película revelándonos que el
personaje de Spiner es gay y tiene un novio –también científico chiflado como
él –que lo ha estado cuidando cuando estaba en coma con florecitas y todo.
Pero
esto ha sido una gran cagada por parte de Emmerich. Porque, precisamente, los
dos personajes homosexuales de la película son los dos bichos raros del film.
Encima, la relación es de lo más conservadora, no llegando a ver ni un triste
beso entre los dos; ni tan siquiera cuando uno de los dos muere y se despiden
entre lágrimas.
Bochornoso. Si es así como Emmerich se reivindica como
gay, mejor que siga tratando la homosexualidad disimuladamente.
Ahora
vamos con los personajes nuevos, que esto es otro cantar. Porque aquí NINGUNO
de los personajes nuevos valen una puta mierda. Empezando por la chica, la hija
del expresidente.
QUE
ACTRIZ MAS MALA, POR EL AMOR DE DIOS
Hablo
de Maika Monroe, que ha ganado cierta fama y prestigio al protagonizar la
película de terror psicológico It Follows
(David Robert Mitchell, 2014). Yo no he visto todavía esa película, de la que todo
el mundo habla maravillas –razón de que todavía no me haya animado a verla, ya
que las películas que reciben tantas alabanzas me echan para atrás –. Pero,
vamos, como ella actúe en esa película como lo hace en este film, ahora sí que
tengo claro que es una película sobrevalorada.
Porque
hace un trabajo PÉSIMO, estando completamente inexpresiva en todo momento, sin
cambiar su cara de pazguata a lo largo de la película. En ningún momento te la
crees, ni en las escenas de acción ni en los momentos dramáticos. Una completa
cagada de casting. Seguro que les hubiera ido mejor volviendo a llamar a Mae
Whitman –quién interpretó al personaje en la primera y todavía sigue trabajando
como actriz –; pero, claro, olvidaba que ahora Emmerich quiere ir de guay con
los críticos y los culturetas.
Eso
sí, la chica tiene a favor que no es la peor del casting. Porque Jessie T.
Usher, quién da vida al hijo del personaje de Will Smith, es los mismo o peor.
No sé a qué mente brillante se le ocurrió que podían suplir la ausencia de
alguien tan carismático como Will Smith con un actor tan SOSO.
El
hermano de Thor, Liam Hemsworth, da el tipo como actor, pero su personaje es
totalmente prescindible; una acumulación de clichés a cada cual peor. Su
presencia en la película es única y exclusivamente para que la chica tenga un
novio blanco y evitar así la relación interracial entre ella y el hijo de Will
Smith que nos insinuaron en la primera película; de nuevo, vuelve a resurgir el
alemán pro-nazi que habita dentro de Emmerich.
Charlotte
Gainsbourg y William Fichtner son dos buenos actores, pero aquí están más
perdidos que un burro en un garaje. También es una buena actriz Sela Ward, la
nueva presidenta de los EEUU. Pero, si esperáis ver aquí a una presidenta
heroína, os vais a quedar con las ganas.
Y
termino con el que es, sin duda, el PEOR PERSONAJE DE TODA LA PELÍCULA.
Hablo
de ese chupatintas de las gafas que acompaña a Goldblum y luego al africano de
los machetes; no recuerdo el nombre del actor y ni ganas tengo de recordarlo.
Yo
lo supe desde el primer momento que lo vi y –por desgracia –no me equivoqué. Es
el típico gilipollas insoportable que estás toda la película deseando que se lo
carguen pero tiene una flor en el culo que le hace sobrevivir hasta el final y,
encima, al final hasta queda como un héroe y todo. Vamos, un cliché con patas.
Y
ahora vamos con el mayor problema de esta película:
EL
GUIÓN
A
diferencia de la primera película, aquí Emmerich y Devlin solo escribieron el
primer borrador y el guión ha pasado por las manos de una buena cantidad de
guionistas de los que solo hay acreditados tres junto a Emmerich y Devlin.
El
guión de la primera película no era un guión de oscar, pero era un guión que
cumplía, con personajes bien desarrollados, una trama muy lograda y una muy
buena forma de llevar el ritmo.
Este
guión, en cambio, es un guión mucho más ambicioso, pero que termina en un
quiero y no puedo.
Para
poneos un ejemplo. Imaginad a un tipo delante de un gran buffet que coge una
gran cantidad de comida suculenta pero, en lugar de comérsela, lo que hace es picotear
un poco de cada uno de los platos y luego se va dejándose casi toda la comida.
Pues algo así es este guión.
Yo
lo que he visto es que, mientras la primera película duraba más de 140 minutos,
esta se queda en un par de horas; aunque, ni eso, ya que diez minutos son de
títulos de crédito finales, por lo que la película solo dura 110 minutos. Un
corto espacio de tiempo en el que nos meten, además de muchos personajes, un
montón de subtramas que no llegan a nada porque a penas las desarrollan y al
final las cierran de forma torpe y forzada.
A la
película le falta una media hora larga. El problema es que, a diferencia de Batman v Superman: El Amanecer de la
Justicia –otra película a la que también le faltaba metraje y,
afortunadamente, lo han recuperado en una lograda edición extendida –, no creo
que aquí se haya quedado todo ese metraje en la sala de montaje. A lo mejor me
equivoco –y ojalá sea así –, pero los muchos cortes que se ven en la película
me parece que ya vienen del guión.
Por
ejemplo, hay dos momentos en la película que podrían haber beneficiado mucho a
esta, pero que no los han sabido aprovechar muy bien.
Uno
es la parte del éxodo; que en la primera película le tocó a Vivica A. Fox y
aquí le toca a Judd Hirsch, acompañado por la joven actriz Joey King; que he
olvidado hablar de ella y debo decir que la chica está fantástica, hace un
trabajo estupendo, es de lo mejor de la película, pero su personaje –como los
demás personajes interesantes de la película –está bastante desaprovechado.
Toda
esa parte se veía muy interesante, ya que los niños que acompañan a Hirsch
tienen ciertos conflictos que podrían haber dado bastante juego si hubieran
desarrollado esa parte como es debido y no haberla resuelto de una forma
apresurada; que es lo que ocurre en el film.
La
otra es la parte en la que los pilotos son derribados en el interior de la
inmensa nave. Ahí la película podría haber dado un tremendo subidón con los pilotos
como soldados tras las líneas enemigas combatiendo a los extraterrestres y
huyendo de estos en esa jungla que es el ecosistema de la nave. Pero nada, todo
eso se lo maman en seguida cuando los pilotos roban en seguida las naves
extraterrestres y huyen de una forma muy parecida a como lo hicieron Will Smith
y Goldblum en la primera.
Y
así toda la puta película. El conflicto entre el hijo de Will Smith y el
hermano de Thor, la relación de este con la chica, la relación de esta con su
padre, la locura de este y su milagrosa recuperación… Montones de subtramas de
las que solo rasgan la superficie sin entrar de lleno en ellas y al final las
cierran de forma apresurada. Ni siquiera la parte de la unidad mundial, la
utilización de la tecnología extraterrestre o lo referente a esa bola
parlanchina y sabionda que llega del espacio para ayudar –aunque, menudo
recibimiento le hacen –son justamente tratadas.
Pero,
eso no es lo peor, ya que la película se queda a medias en lo más importante.
Porque de esta película esperamos que tenga impresionantes escenas de
destrucción, espectaculares combates aéreos entre aviones de combate y naves
extraterrestres y –algo que se echó de menos en la primera –enfrentamientos directos
entre humanos y extraterrestres.
Y la
película tiene todo eso, sí; pero en una cantidad muy pequeña. Lo de Londres –y
otras ciudades que se ven fugazmente –, la base lunar o el gran tsunami que provoca
la inmensa nave extraterrestre son, prácticamente, las únicas escenas de
destrucción que veremos en la película. Los combates aéreos, aparte de ser
pocos, duran muy poco y, encima, carecen de la espectacularidad y el tono épico
que tenían los de la primera. Y los combates entre humanos y extraterrestres,
tres cuartos de lo mismo; espectaculares, bastante brutales en algunos
momentos, pero que se resuelven en seguida.
Incluso
la cagan en la mejor parte de la película, el enfrentamiento final con la reina
extraterrestre; porque aquí nos vienen con que estos bichos son un poco como
los xenoformes de la saga Alien y
tienen reinas de gran tamaño y muy mala leche.
Esa
parte es muy espectacular y podría haber salvado a la película. Sin embargo, al
final terminan echándola a perder.
Primero,
metiéndonos en pleno siglo XXI la típica escena de la damisela en apuros
rescatada por su príncipe azul –me entraron ganas de vomitar en ese momento, no
es coña –y luego, cuando llegan las naves alienígenas y todo parece indicar que
se va a montar una batalla del copón que nos va a dejar con la boca abierta, lo
joden todo formando una espiral que lo único que hace en provocar mareo y, al
final, lo resuelven todo de la forma más tópica y previsible que se pueda
imaginar.
Y
luego está el asunto de las incoherencias científicas. Porque vale que es
normal que las películas de ciencia ficción tengan incoherencias científicas,
pero se pueden pasar por algo; la primera las tenían, pero a penas importaban. Sin
embargo, en esta película se han pasado; no solo tres pueblos, sino tres
continentes enteros. Cualquiera con un mínimo de conocimientos de física o
geología lo más seguro es que termine tirándose de los pelos.
Luego,
encima, tiene incoherencias con la primera película. Porque, se suponía que los
extraterrestres venían a la Tierra a consumir nuestros recursos naturales y
ahora resulta que lo que quieren es la energía de nuestro núcleo. Además, si
son una raza que carece de cuerdas bocales y se comunica por telepatía, ¿Por
qué narices la reina tiene boca?
Bueno,
vamos resumiendo más. Porque podría tirarme semanas hablando de esto.
Solo
decir que esta película ha sido una tremenda decepción, que no le hace ninguna
justicia a su estupenda predecesora y que, desde luego, no compensa nada los 20
años que nos han hecho esperar.
Aún
así, no es del todo una mala película. Visualmente está muy lograda y funciona
muy bien para pasar el rato. Sin duda, es una película que volveré a ver cuando
la pasen por la Tv y no tenga otra cosa para ver.
Además,
la película deja un final abierto a una tercera entrega bastante interesante.
Aunque, a saber si al final la hacen en vista de los flojos resultados de
taquilla.
No
obstante, si al final hacen esa tercera entrega, me gustaría sugerirle a
Emmerich –que es un tipo inteligente, aunque ahora esté bastante perdido –que
haga como hizo su admirado Steven Spielberg con Jurassic World (Colin Trevorrow, 2015) y le ceda la dirección a un
director con talento que sea un gran admirador de la película de 1996. Porque
seguro que les saldría una tercera entrega fabulosa y no otra castaña como
esta.
Me gusto tu reseña, muy buena, como dices es para pasar el rato. A lo mejor pase como con hombres de negro con la tercera
ResponderEliminarGracias. Y si, MIB 3 y esta están en el mismo saco
ResponderEliminar