Once años después, volvemos a
llegar otra vez al final del camino. Peter Jackson finaliza su nueva trilogía
ambientada en la Tierra Media con el estreno de la tercera entrega. Aunque, a
diferencia de las anteriores, y de la trilogía de El Señor de los Anillos, esta película no se ha rodado
simultáneamente con las otras, sino que fue rodada después; al menos, en parte.
Recordemos que, originalmente, la
adaptación de El Hobbit iba a constar
solo de dos películas pero, en plena producción de ambos films, se decidió
convertirla en una trilogía, por lo que tuvo que ser rodada después. Eso si, no
la película entera, sino el material necesario para convertir las dos películas
que se estaban preparando en tres film, para lo que Jackson tuvo que tirar de
los apéndices publicados al final de El
Retorno del Rey, ya que la novela de El
Hobbit no daba ya para tanto.
Esto ha llevado también a un
baile de títulos. Cuando la adaptación constaba de dos películas, la primera se
iba a titular El Hobbit: Un Viaje
Inesperado y la segunda llevaría por título El Hobbit: Partida y Regreso. Luego, cuando se decidió hacer la
trilogía, la primera película conservó su título, pero la segunda pasó a
llamarse El Hobbit: La Desolación de
Smaug mientras que El Hobbit: Partida
y Regreso pasó a ser el título de la tercera.
Sin embargo, el pasado mes de
abril nos sorprendieron con un nuevo cambio de título. Así, la película que nos
ocupa pasó a llamarse El Hobbit: La
Batalla de los Cinco Ejércitos mientras el título de El Hobbit: Partida y Regreso desaparecía del mapa.
No obstante, consciente de la
importancia que el subtítulo de Partida y
Regreso tiene para los fans de Tolkien, Peter Jackson ha decidió emplearlo
para nombrar a la trilogía completa en futuros packs de DVD y Blu-Ray; al
menos, eso dicen.
Pero, bueno, dejo ya este rollo
de los títulos y paso a hablar de la película.
Esta comienza justo donde la dejó
la anterior entrega. El dragón Smaug (Benedict Cumberbatch) arrasa la Ciudad
del Lago en represalia por el intento de Thorin Escudo de Roble (Richard
Armitage) y los enanos de darle muerte. Mientras Tauriel (Evangeline Lilly),
Kíli (Aidan Turner) y los enanos que se quedaron con él ayudan a escapar a las
hijas de Bardo (Luke Evans), este logra escapar de la celda donde le tenían
encerrado y consigue dar muerte a Smaug con ayuda de su hijo y la última flecha
negra. Al morir, el dragón cae sobre el gobernador (Stephen Fry), quién
intentaba huir en una barca con todas las riquezas de la ciudad. Los
supervivientes de la ciudad acogen a Bardo como su líder y los lleva a las
ruinas de la Ciudad del Valle para reclamar a Thorin el oro que les prometió.
Pero Thorin, atrincherado en Erebor, se niega a cumplir su promesa, ya que,
como le ocurrió a su abuelo, el oro está corrompiendo su mente. Además, la cosa
empeora al no encontrar la Piedra del Arca, llegando a sospechar que uno de los
enanos la tiene escondida.
La piedra está en realidad en
manos de Bilbo (Martin Freeman), quién no quiere entregarla por su temor a que
el estado de Thorin empeore. Por ello, decide escapar de Erebor y entregarle la
piedra a Bardo. Para su sorpresa, Thranduil (Lee Pace) se encuentra allí con un
ejército de elfos con el que pretende atacar Erebor. Muerto Smaug, el rey elfo
quiere recuperar unas gemas que forman parte del gran tesoro de los enanos y,
por ello, él y Bardo han sellado una alianza. Allí también se encuentra Gandalf
(Ian McKellen), quién fue liberado de la fortaleza de Dol Guldur por los
miembros del Concilio Blanco. Mientras Elrond (Hugo Weaving) y Saruman
(Christopher Lee) combaten a los Nazgûl, Galadriel (Cate Blanchett) libera a
Gandalf y logra expulsar de allí a Sauron (Benedict Cumberbatch), quién huye
hacia Mordor. Elrond piensa que deben avisar a Gondor del regreso del señor
oscuro y acabar con él antes de que recupere su poder, pero Samuran afirma que,
sin el Anillo Único, Sauron no representa una amenaza y él mismo se encargará
de él. Mientras eso pasaba, Gandalf fue sacado de la fortaleza por Radagast el
Pardo (Sylvester McCoy) y decide acudir inmediatamente a Erebor para avisar de
que un gran ejército de orcos liderado por Azog (Manu Bennett) se dirige hacia
la montaña. Pero no van allí por sus riquezas, sino porque es un punto
estratégico que permitiría a Sauron poder acceder al antiguo reino de Angmar,
el cual supondría una gran amenaza si se alzara de nuevo.
En taquilla, a la película le
está yendo bien con 98 millones de dólares recaudados en EEUU y 269 millones
más recaudados en el resto del mundo que hacen un total de 367 millones de
dólares. Unas muy buenas cifras, aunque no tan espectaculares como las que
hacían en su día las películas de El
Señor de los Anillos. Sobre opiniones de público y crítica, pues lo mismo
que con las dos anteriores, para que decir más.
¿Y qué opino yo?
A mi esta nueva trilogía, pese a
ser inferior a la de El Señor de los
Anillos y el haber estirado la historia y se note, me gusta mucho. Al
contrario que mucha gente que se sintió decepcionada con ella, la primera
película me gustó mucho, me encantó. Luego llegó la segunda y esta me gustó
incluso más. Es por ello por lo que tenía puestas bastantes expectativas en
esta tercera entrega, que esperaba que cerrara la trilogía con broche de oro.
Pues bien, tras haberla visto,
debo decir que la película me ha gustado mucho y he disfrutado mucho viéndola.
Sin embargo, también salí de verla con cierta sensación de decepción. Y es que,
para ser el cierre de una trilogía, yo me esperaba más, la verdad.
Vamos a ver, la película es muy buena. De nuevo la dirección de Peter Jackson es magistral, tanto en las batallas y las escenas de acción, las cuales son de lo más espectaculares, como en los momentos dramáticos y la dirección de actores.
El ritmo nunca decae, los efectos especiales y el diseño de producción cumplen a la perfección y el trabajo de los actores sigue siendo muy bueno y, además, se ve una gran mejoría en la mayoría de actores que repiten. De aquí destaco sin ninguna duda a Richard Armitage, quién se ha superado claramente en su papel de Thorin y ha sabido llevar muy bien al personaje en su descenso a la locura. Sobre las nuevas incorporaciones –que no son muchas –, destaco sin ninguna duda a Billy Connolly, quién está realmente sensacional como Dáin Píes de Hierro.
La película está muy bien. Como
ya he dicho antes, he disfrutado mucho viéndola y tengo ganas de verla de
nuevo. Sin embargo, le falta algo muy necesario para haber cerrado esta
trilogía con broche de oro. Le falta ÉPICA.
Sinceramente, no he visto épica
en ningún momento de la película. Las batallas son espectaculares y de lo más
impresionantes y brutales, pero no he visto que desprendan épica en ningún
momento. Tampoco he visto épica en los momentos importantes, como la muerte de
Smaug, el enfrentamiento del Concilio Blanco contra Sauron o la pelea final
entre Thorin y Azog. Todos esos momentos están muy bien, no me malinterpretéis,
son brutales y están de lo más logrados, pero carecen de épica; o, al menos, yo
no sé la veo.
La épica en esta película brilla
por su ausencia. Esa misma épica que poseía la anterior trilogía;
especialmente, El Señor de los Anillos:
El Retorno del Rey (2003), la cual desprendía épica en cada momento. Yo no
esperaba que esta película estuviera a la altura de El Retorno del Rey, pero si esperaba que, al menos, se le acercara
un poco. Como ya he dicho, Peter Jackson ha hecho un gran trabajo, pero en lo
que a épica se refiere, ha estado muy, pero que muy, descafeninado.
Puede que en esta nueva trilogía prime más la acción y el espectáculo por encima de la épica pero, aún así, las dos anteriores películas tenían sus momentos épicos. Pero aquí nada. Ni tan siquiera he visto épica en los momentos más brutales, como las muertes que se producen al final, las cuales no revelaré por los que no hayan visto aún la película y no se hayan leído el libro –que, por desgracia, los hay –.
Desde luego, no sé que le habrá pasado a Peter Jackson en esta película, porque las dos anteriores si me causaron mucha satisfacción. Quizá sea verdad que ha sido un error el dividir la saga en tres películas cuando el material no daba para tanto.
Sin embargo, esa es otra. Porque,
a diferencia de las dos primeras, aquí no hay ninguna sensación de estiramiento;
está estirada la historia, no os equivoquéis, pero aquí no da esa sensación.
Además, para mí le faltan cosas.
Por ejemplo, la escena de Smaug y
la destrucción de la Ciudad del Lago, aunque es un momento excelente y de lo
más brutal, se me ha hecho demasiado corta. Para mí, debería haber sido una
escena más densa que aprovechara mejor a un excelente villano como Smaug.
Porque, después de los grandes momentos que nos dio en la anterior entrega, yo
tenía muchas ganas de verlo más y me encuentro con que lo desaprovechan mucho.
Luego está el asunto de Sauron y
el Concilio Blanco. La cosa, tal y como queda, está bien. Sin embargo, no
hubiera estado de más que Jackson hubiera metido una escena en la que viéramos
como se termina de forjar la alianza entre Sauron y Saruman. Pero, bueno, esto
es solo a gusto propio. Además, conociendo a Jackson, seguro que tiene una
escena como esa guardada para alguna versión extendida.
Bueno, vamos resumiendo ya.
La película es muy buena. Como ya
he dicho, me ha gustado mucho y he disfrutado mucho viéndola. Pero, para mí ha
sido la más floja de los tres. Si tengo que poner las tres películas en una
escala sobre cual me gusta más y cual menos, sin duda, el primer puesto lo
ocuparía La Desolación de Smaug, el
segundo puesto lo ocuparía Un Viaje
Inesperado, y el tercer lugar lo ocuparía esta;una escala muy diferente a
la de El Señor de los Anillos, donde el
puesto lo ocuparía El Retorno del Rey,
el segundo puesto lo ocuparía La
Comunidad del Anillo y el tercer puesto lo ocuparía Las Dos Torres.
Y es que, como ya he dicho antes,
la película, aunque esté muy bien, para ser un final de trilogía no ha logrado
estar a la altura. Y todo por esa falta de épica que se hace notar en todo
momento.
Una pena. Pero, aún así, la
película es muy buena y, desde luego, la recomiendo.